de temores y cuidados, que abrió una nueva perspectiva sobre género, familia, cuidado, políticas públicas y demás, sobre las que seguí trabajando hasta ahora.
Luego vino la preparación para la transición a la democracia. El grupo de los economistas del CEDES participaba en el grupo que estaba armando el programa de un posible gobierno de Raúl Alfonsín. Alfonsín mismo venía al CISEA, donde estaba todo su grupo, y era un tiempo de fermento político y económico. Todo el grupo estaba activo y pendiente de lo que iría a pasar. Estábamos también quienes participábamos en el grupo más amplio que se reunía los sábados por la mañana, con Oscar Landi tan activo.
Otra cuestión de debate colectivo fue la vuelta a la universidad. Todxs decidimos que era el momento de volver a la universidad. Luego había un debate sobre si convertir al CEDES en un centro de posgrado, lo cual no pasó. Cuando otras instituciones se fortalecieron, el protagonismo del CEDES en términos institucionales en la pos-transición disminuyó.
— Eventualmente terminás tu ciclo en CEDES y te vas del centro, ya en la etapa democrática del país, en 1993. ¿Por qué te vas del CEDES?
— En un momento yo tuve la sensación de que el CEDES cambió de perfil. También cambiaron las condiciones del entorno. Se había perdido por completo el espíritu colectivo que habíamos tenido a lo largo de los años. Pensá, por ejemplo, en el proyecto sobre la transición y los juicios, que nos involucró hacia finales de los años ochenta y comienzos de los noventa. Pero pronto sentí que no había proyecto colectivo, y me sentí mal. Me fui del CEDES por eso. Yo estuve en el CEDES dieciocho años, desde el 75 hasta el 93.
Después del CEDES
— ¿Qué hacés cuando dejás el CEDES?
— Desde 1984 yo era investigadora del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Ahí me acerqué a Enrique Oteiza, que era director del Instituto de Investigaciones Sociales Gino Germani, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Y, para el CONICET, me pasé al Instituto Gino Germani.
Lo del CONICET no te daba ni para comer. Otros recursos se estaban agotando o cerrando. Pero yo había ganado dos becas grandes, la de MacArthur Research and Writing, y la de la Fundación Harry Frank Guggenheim. Podía irme a mi casa o a donde quisiera, porque esas eran becas personales.
Luego me acerqué al Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES). Yo era socia, había dado cursos a lo largo de los años, y sentí que ahí había apertura. Y empecé a trabajar en el IDES.
En esos años, en 1998, empiezo el proyecto de memoria con el SSRC (Social Science Research Council), que cruza mi atención y preocupación por dos cuestiones: las maneras en que las sociedades latinoamericanas reaccionan y elaboran sus memorias del pasado reciente de represión por un lado, y la formación de investigadoras e investigadores jóvenes, por el otro. Fue un programa por el que pasaron cerca de sesenta becarios y becarias de países de la región, y cuyo producto, además de los procesos de formación, fue una serie de doce libros (Memorias de la represión).
Instituciones y redes latinoamericanas
— Pensando ya en el largo plazo, ¿has mantenido relaciones con los investigadores que has conocido a través de tu carrera?
— Sí. Yo diría que en México tuve dos referentes. Está la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Nuevo León en Monterrey y, muy importante, el Colegio de México.21 Porque cuando Jorge y yo andábamos entre Monterrey y la cuidad de México se empezó a gestar el Centro de Estudios Sociológicos (CES) del Colegio de México (Colmex).22 Lo creó Rodolfo Stavenhagen con Orlandina de Oliveira y Claudio Stern, que volvían de FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) en Chile. Tuvimos bastantes vínculos con el nuevo Centro de Estudios Sociológicos del Colmex. Este continuó siendo un vínculo muy importante para mí a lo largo del tiempo, especialmente con Orlandina.
En Brasil, me quedó un vínculo estable con el CEBRAP.
— Has trabajado sobre temas relacionados con las mujeres. ¿Has sido parte de alguna red ligada a esa línea de investigación?
— Los trabajos que hice en Brasil sobre mujeres eran parte del comienzo del feminismo académico. La primera conferencia internacional que hubo en esta ola feminista se llamó “Perspectivas femeninas en investigación social en América Latina”, fue organizada por Helen Safa y June Nash, y se hizo en el Instituto Di Tella en el 74.23 Era una propuesta del SSRC (Social Science Research Council), un lugar importantísimo en esa época. En esa instancia se formó una red latinoamericana de mujeres, y algunas seguimos andando por ahí.
— ¿Podés nombrar a algunas?
— Marisa Navarro, Helen Safa y June Nash. Creo que en esa ocasión no estuvo Virginia Vargas, que es una peruana que está muy involucrada desde entonces en este mundo. Estaba una muy joven Marcia Rivera, de Puerto Rico. Estaba Magdalena León de Colombia; hay dos homónimas feministas, una colombiana y otra, más joven, ecuatoriana. Después se incorporaron Carmen Diana Deere y Marianne Schmink. Eran norteamericanas (Carmen Diana es portorriqueña, en verdad) que enseñaban en universidades de allá, pero eran como Marisa, que estaba en un ida y vuelta. Mucha otra gente que se fue juntando.
— Si tuvieras que comparar lo que eran estas instituciones de ciencias sociales latinoamericanas en ese entonces, con lo que ves ahora que son esas instituciones, ¿cómo era la institucionalidad de las ciencias sociales latinoamericanas? ¿Qué diferencias ves?
— Un colega amigo, Bryan Roberts, a quien conocí en Texas en el 65 y con quien mantuve un vínculo que tiene ahora más de cincuenta años, una vez me dijo: “Ahora entiendo. En el norte lo estable son las instituciones y cambian las personas. Aquí, lo que importan son las redes de la gente, y las instituciones van y vienen”. Eso lo habrá dicho Bryan hace veinte años y, hasta hace poco, era la sensación que yo tenía. Pero creo que en los últimos años hubo mucha más fuerza en las instituciones de la región. Más prominencia y visibilidad de las instituciones y no tanto de la gente. Yo creo que ese es un proceso más reciente. Especialmente acá en Argentina. No tanto en Brasil o en México. En México las instituciones se fortalecieron antes que acá. Estas son todas percepciones, es mi sensación de esto.
Temas de investigación
— Quisiera ahora hablar más detenidamente sobre tus investigaciones. ¿Cómo pensás en tu obra como un todo?
— Cuando me toca, por distintos motivos, reflexionar sobre mi trayectoria, veo una enorme continuidad. Un tema recurrente es la preocupación por los tiempos y las múltiples temporalidades. Me doy cuenta de que hay gente que tiene una mentalidad espacial; la mía es temporal. En todos mis trabajos, desde los más tempranos que tienen que ver con las trayectorias ocupacionales, el tiempo de la vida, la relación entre tiempo biográfico e histórico, el tiempo familiar, han sido una preocupación permanente. Incluso en mi último libro (Jelin, 2017a), todo está armado sobre la base de múltiples temporalidades. El libro, que trata sobre las luchas sobre el pasado, presenta distintas temporalidades y la interrelación entre ellas con el foco en las luchas por las memorias. Hay una continuidad total. También aparece en la obra que se publica a fines de 2018, la reedición del libro Podría ser yo, que sale con un segundo volumen historizando todo lo que pasó desde la salida del original en 1987.
Como eje temático sustantivo, y a partir de mi propia indignación, está la preocupación permanente sobre las desigualdades sociales –las de clase, las de género, las de distintas dimensiones. Esto es prácticamente una constante y se manifiesta en temas específicos y en la manera como los abordo. También en los trabajos sobre movimientos sociales, como maneras de luchar para revertir desigualdades.
— Si pasamos a los temas específicos que has trabajado a lo largo del tiempo –desde sindicalismo y mujeres, a movimientos sociales, derechos humanos, y memoria o justicia transicional–, ¿qué reflexiones harías?
— En general, aunque he tratado temas políticos, los he tratado desde la perspectiva de la sociedad. Por ejemplo, en el momento de la transición de los 80 hice varios trabajos sobre movimientos sociales y ciudadanía