Raúl Pérez López-Portillo

Los mayas


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los edificios de la ciudad organizados en rigurosa retícula urbana”. R. Milton, uno de los investigadores sobre Teotihuacán, dice que la ciudad tiene un significado astronómico y geomático; sugiere que se crea como un modelo cósmico, como el ombligo del mundo.

      La decadencia y abandono de Teotihuacán se produce entre 650 y 800 d.C. Se hacen pobres construcciones de adobe en los edificios, se adosan habitaciones a lo largo de la calle de los Muertos, se saquean y desmantelan edificios de piedra, se desvalijan los enterramientos y en general, la cultura cambia; el retroceso es evidente. Hacia el 900, las hordas de Mixcoatl, el capitán que viene del noroeste al frente de una tribu nahua da el golpe de gracia a la ciudad de los dioses y los gigantes. Estas hordas corresponden a los grupos chichimecas (otomíes), provenientes del Norte que se dicen también toltecas. Así, a Teotihuacán llegan “algunas gentes de más bajo nivel cultural” que conquistan el lugar y conviven con el remanente de la población teotihuacana, principalmente entre 650 y 850 d.C. A estos hombres se debe la creación del Quinto Sol y los cambios en la organización política y social “que culturados salen como toltecas (artífices), y posteriormente desarrollan la cultura de Tula” (Hidalgo). Es el Sol de los toltecas, el de Quetzalcóatl, gracias al sacrificio de Nanahuatzín que era de Tamoanchán. A raíz de ello, Quetzalcóatl crea una nueva humanidad, a la que da el maíz como alimento. Piña Chan recuerda que con Quetzalcóatl ahí, “marca el cambio de la religión en el lugar”. No sólo eso, con los toltecas se inaugura una nueva etapa cultural, la del Posclásico, que más tarde heredan los mexicas en el Altiplano y los mayas, en su territorio.

      En efecto, con esta invasión se inicia la era del Quinto Sol, la era histórica de los nahuas en la cual, como apunta Jiménez Moreno, “los tigres de la costa son vencidos por las águilas del altiplano”.

      La grandeza de Teotihuacán lleva consigo la paradoja de desconocer cómo y cuándo se funda, quiénes son sus gobernantes, qué lengua hablan o el nombre original de la ciudad, porque son los mexicas los que bautizan a Teotihuacán como “lugar de los dioses”, que es lo que significa. Nigel Davies apunta que sus nombres y hazañas “no fueron registrados” y por tanto, “la historia de Teotihuacán continúa anónima”.

      Oaxaca

      “más allá de los volcanes, mucho más allá del horizonte, a una distancia inverosímil, casi como el Mar Blanco y como Arabia, casi como un sueño, más allá de las montañas lejanas…, ahí borrosamente y por primera vez había una vaga señal de Oaxaca”.

      D.H. Lawrence

      De Monte Albán a Mitla

      Es una de las zonas más evolucionadas. El centro de mayor atención lo configura el valle de Oaxaca, compuesto por tres ramales: Etla, Tlacolula y Zimatlán. Es una zona de unos dos mil kilómetros cuadrados limitada por la Sierra Madre del Sur y las elevaciones de la Mixteca Alta. Es una región montañosa. En este entorno de clima cálido y templado, de gran potencial agrícola, surge Monte Albán (600 a.C. a 800 d.C.), la capital zapoteca.

      Monte Albán se dibuja cuando San José Mogote pierde su preeminencia del año 500 al 250 antes de la era. Su arquitectura es magnífica y sus estelas asociadas al Edificio de los Danzantes, muestran una escritura y un calendario bastante desarrollados. Si no fue la aparición más antigua de la escritura y del calendario en Mesoamérica, “puede considerarse entre las más tempranas”, dice Bernal. De ahí había de formarse un calendario más completo, cuyos primeros vestigios se ven en Chiapas y después en la Estela C de Tres Zapotes. “Aparentemente sería el sucesor del muy elaborado que habría de llamarse el Calendario Maya. Comprende esencialmente para gloria suya, la Cuenta Larga, que supone el uso y, por tanto, el conocimiento del cero”. Monte Albán tiene trazas de ser “un Estado” entre los años 200 a 100 antes de la era. Y al igual que los mayas, los zapotecos reciben la influencia olmeca y más tarde la de Teotihuacán.

      Covarrubias apunta que desde Monte Albán se conoce la escritura y el calendario, con los numerales señalados por puntos y barras y “posiblemente también un intento de numeración por posición”. Esto es así en la zona olmeca “y fuertes indicios lo auguran para la zona maya”. Pero reconoce que en este punto es posible la discusión: si realmente son los mayas o “mejor dicho los premayas”, los que llegan después al enorme conocimiento astronómico, calendario y jeroglífico, si “fueron los iniciadores de todo ello”.

      Monte Albán se eleva imponente en la cima de una colina, en las proximidades de la actual ciudad de Oaxaca. Una de las construcciones más singulares es el Edificio J, cuya función es, con toda seguridad, la de observatorio astronómico. Oaxaca es como una especie de frontera, y toma y asimila a su propia cultura, elementos tanto de los mayas como de los habitantes del altiplano mexicano. El fin de la ciudad llega con la inactividad constructora; pasa a ser “una gran necrópolis”. Luego el poder se traspasa a los valles, con Mitla, Zaachila y Cuilapan, que se transforman en centros muy activos. El fin como “ciudad viva”, según Ignacio Bernal, se relaciona tal vez con la aparición de las nuevas gentes “seguidoras de Mixcoatl en el valle de México”. Sin embargo, ni Monte Albán ni ninguna de las ciudades mayas antiguas, muestran huellas de haber sido conquistadas por la fuerza, “porque no se notan ni incendios ni destrucciones intencionadas”.

      En Mitla se levantan palacios de una arquitectura muy especial, porque se abandonan los grandes basamentos piramidales y se colocan los edificios alrededor de patios cuadrados “cuyas fachadas están recubiertas de un mosaico de piedra finísimamente trabajada, cada una tallada para formar parte del dibujo general y para unirse perfectamente a su vecina sin necesidad de cal ni de ningún pegamento”. Como en otras ciudades del Posclásico, en Mitla la arquitectura es de carácter civil, por encima del carácter religioso; pero aquí como en otros lugares, hay nuevas costumbres y una sociedad distinta: gobierna una casta guerrera, en detrimento de la élite teocrática. Y en Mitla, como en Uxmal, en territorio maya, aparecen similitudes entre la Sala de las Columnas y la del Palacio del Gobernador, en Uxmal.

      El norte, occidente y golfo

      El Tajín

      Las relaciones en el Periodo Clásico entre Occidente y el resto de Mesoamérica, son escasas, con excepción de Guerrero. Las culturas del Bajío se ubican en Guanajuato y Michoacán. Los vestigios que aparecen son principalmente las terrazas, las plataformas y los edificios con columnas fabricadas de piedra y lodo. Más al norte de Occidente, aparece la Tradición de las Tumbas de Tiro (Colima, Jalisco, y Nayarit). En el norte predominan los grupos de cazadores y recolectores. Controlan durante milenios la franja de costa a costa, a partir del río Pánuco, por el oriente, hasta la desembocadura del río Mayo, en Sonora. La situación se modifica durante el siglo XVI, con la conquista española.

      Este área septentrional mesoamericana inicia en el siglo I un gran dinamismo que se mantiene hasta el siglo X, sobre todo en las regiones con medio ambiente favorable, esto es, a partir de las dos Sierras Madres, pasando por la Mesa Central, un área que Austin y Luján describen con gran semejanza a una letra u. Por otro lado, el derrumbe de Teotihuacán a partir del siglo VIII aísla esta zona del centro y la deja expuesta a las tribus nómadas conocidas genéricamente por chichimecas. Con el ascenso de los toltecas, la zona se reocupa hacia el siglo XII. Los chichimecas de diversos tipos dominan el territorio al norte del río Lerma, que los aztecas no pueden controlar. Los chichimecas suponen, por otro lado, un auténtico dolor de cabeza para las avanzadas militares de España, tras la caída de México-Tenochtitlán.

      Teotihuacán y la región del golfo de México tienen una gran relación durante el Clásico, bien como capital exportadora de bienes, ya como vía de paso comercial o como base de enclaves. La zona del Golfo también sostiene contactos con la región maya, a través del sur de Veracruz. Al norte de Veracruz se asienta la cultura de los huastecos y la majestuosidad del Tajín, región de un complejo escultórico original: la triada yugo-palma-hacha, piezas de carácter religioso –muy posiblemente funerario– vinculadas al juego de pelota. Los yugos y las palmas son construcciones de piedra “que representaban partes del equipo protector usado en los ejercicios lúdicos, que sería de materiales ligeros como la madera y el cuero”, según Austin y Luján. Los yugos tienen forma de herradura pero los hay cerrados. Las palmas “siguen un modelo arbóreo con un extraño saliente en