Amy Blankenship

El Corazón Del Tiempo


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no estaba segura cuál de las dos.

      Kyou se acercó aún más, profundizando sus labios en los de ella para que su aliento acariciara sus labios. Él susurró con oscuridad en su voz, "Sacerdotisa".

      Capítulo 4 "Presta Atención".

      Kyoko se lanzó hacia atrás, lejos de él, sintiendo de repente vibras viniendo de él que no se supone que debería sentir. Algo pasaba aquí y ella sintió que era la última en saberlo.

      "Necesito respuestas", susurró nerviosa, mordiendo su labio inferior, esperando poder deshacerse del cosquilleo que Kyou había producido. Ella deseó brevemente poder deshacerse de los impresionantes escalofríos que se habían apoderado de su sistema nervioso.

      Inhalando su esencia y sintiendo que su sangre se calentaba, Kyou dio un paso atrás. Ella había visto el pequeño cuerpo de la chica temblar, pero no de repugnancia. Mirando hacia abajo, él casi sonrió cuando vio los brazos de ella como piel de gallina.

      "¿Por qué estás suprimiendo tus poderes? Necesitas estar alerta de tu entorno antes de que el pasado se repita", le dijo con un tono ligeramente arrogante.

      Kyoko pasó saliva, "¿Qué quieres decir con eso?" Se puso tensa.

      "Estás consciente de que hay inmortales aquí en la escuela ¿verdad?" Sus ojos brillaban con algo que Kyoko nunca había visto, y su voz era áspera como si estuviera desaprobando. "Los demonios se están acercando a nuestro alrededor mientras hablamos".

      Los ojos de Kyoko se abrieron, luego se entrecerraron. Estaba jugando con ella. "¿Qué te llevaría a pensar que hay guardianes y demonios aquí?", exigió con una burla de indignación.

      En el parpadeo de un ojo Kyou la sostenía por los brazos y alzándola hacia arriba, su cabeza se acercó a una pulgada de su cara. Él le dijo con furia, "Presta atención".

      Kyoko parpadeó, sin creer lo que estaba viendo. Parado en frente de ella no estaba quien estaba hablándole hace un momento. Ella veía un aspecto con brillo sobrenatural, enojado, ojos dorados, y debajo de ellos estaban los colmillos más blancos, y ella pudo sentir las garras que estaban inconscientemente cavando en sus brazos.

      Su cabello se había alargado hasta dos veces el largo que tenía hace un momento y parecía flotar alrededor de él como si esperara reconocimiento. Con un grito de espanto, Kyoko logró liberarse de él, y dio un paso atrás rápidamente, solo para que él diera un paso amenazante más cerca de ella.

      "¿Eres un guardián?" tartamudeó en voz baja.

      "Y tú eres la sacerdotisa que ya debería saber eso", murmuró, acechándola aún cuando sentía que su furia desaparecía.

      Ella volteó para correr hacia la puerta e inmediatamente gritó cuando sintió un fuerte brazo sujetándola desde atrás.

      El cuerpo de Kyou se puso tenso mientras ella luchaba. Él la levantó del piso mientras sus pies pateaban el aire en su intento de escapar de él. Dándole tiempo de darse cuenta que el tratar de liberarse de él era inútil, él puso sus labios cerca de su oreja y susurró, "Tú te quedarás aquí hasta que seas lo suficientemente fuerte para liberarte de estos brazos sacerdotisa".

      Luego la llevó por el aire solo para arrojarla de nuevo en el sofá acolchonado, donde ella cayó con un leve rebote. Ahora que estaba de nuevo cara a cara con él, Kyoko lo gritó furiosa y luego parpadeó de nuevo cuando se transformó nuevamente en el hombre con el que ella había estado hablando.

      Ella lo miró con furia, alzando su puño, "¿Qué diablos está pasando?"

      Kyou se quedó de pie calmado en frete de ella, la única diferencia esta vez era que sus ojos aún brillaban, "Te quedarás aquí", él se inclinó hacia ella. "Me dejarás entrenarte". Él colocó sus manos en la parte posterior del sofá, para poder atraparla, "Y esta vez, ganarás sin sacrificio" Su nariz casi toca la de ella mientras él siseaba lo último de su declaración, mostrando su descontento.

      Kyoko se echó hacia atrás en el sofá tan rápido como pudo, él volvió a darle una mirada acalorada, pero ella todavía no percibía ninguna amenaza viniendo de él. Aún cuando no era humano no había tenido intención de hacerle daño. Ella frunció el ceño al darse cuenta de lo que él había dicho.

      "¿Esta vez?" Su tono de voz era suave, "¿Qué quieres decir con...?" "¿Esta vez?"

      Kyou respiró profundamente, "Tú puedes haber olvidado pero yo no". Su esencia lo rodeó y sintió un dolor familiar alrededor de su corazón olvidado, pero ella debía saber la verdad, "Nosotros hemos luchado en el pasado sacerdotisa, y se acercará el momento en el que tendremos que hacerlo de nuevo".

      La mirada de Kyoko se suavizó por un instante, "¿Quién eres?"

      "Tú guardián. Kyoko, yo sé que has olvidado porque sacrificaste tus recuerdos de nosotros, para poder traer de vuelta al Guardián del Corazón de Cristal". Su mirada buscó la de ella y su voz se convirtió en un simple susurro "Debes confiar en mí".

      Aunque solo la había tratado de asustar todo dentro de ella le estaba diciendo que confiara en él. “Yo confío en ti", tan pronto como susurró esas palabras, ella se vio halada hacia sus brazos. Al principio ella se puso tensa, luego al sentir la manta de calor que la rodeaba, ella se entregó al abrazo relajándose junto a él en serena confusión.

      Kyou no lo pudo evitar. Él había cargado con él la preocupación del rechazo por mucho tiempo, y escuchar esas palabras le quitó un peso del tamaño del mundo de sus hombros. Él se aferró a ella rodeándose con su esencia mientras acariciaba su cara con su cabello.

      "Quédate esta vez", susurró él en un momento de debilidad.

      Kyoko podía sentir la ternura en sus palabras y en sus brazos pero aún así, él acababa de asustarla mucho hace un momento y ahora estaba abrazándola cómo si su vida dependiera de ello. Ella estaba atrapada entre temerle y querer alcanzar y acariciar su suave mejilla.

      Estaba llena de preguntas y murmuraba dentro de su pecho, "Quiero recordar lo que dijiste, lo he olvidado. ¿Qué necesito saber?"

      Kyou cerró sus ojos dorados sin querer volver aún al mundo real, ella estaba justo donde debía estar, en sus brazos. Con un suspiro, la liberó en contra de su voluntad sentándola de nuevo en el sofá y luego él se sentó a su lado.

      Deslizando su mano por su largo flequillo, Kyou respiró profundamente para calmar sus fuertes instintos. Calmando sus deseos, él se concentró en la pared que estaba en frente y empezó a decirle a ella lo que quería que supiera. Escuchar algo no es igual que recordarlo.

      "Tú tendrás ayuda. Todas las personas que llegaron aquí del mismo modo que tú, con las becas, las he reunido para ti. Ellos no te recuerdan y tú no los recuerdas, pero ellos lucharon contigo en ese entonces y volverán a luchar contigo cuando llegue el momento", su voz estaba atada a un poco de los recuerdos del pasado.

      Los ojos de Kyoko se abrieron, "¿Suki y Shinbe?" Al preguntar cuestionaba ¿Por qué le creía tan fácilmente?

      Kyou asintió con la cabeza, "Veo que ya los conociste. Si, estuviste muy cerca de ellos, así como Toya quien te protegió como ninguno".

      "¿Toya?" Ella le levantó una ceja. "Tienes que estar bromeando". Luego añadió mentalmente, "Ni siquiera le agrado".

      Kyou suspiró a regañadientes, "Toya no ha cambiado en esta vida, él todavía es el joven insoportable y testarudo del pasado. Pero sí, él te protegió