más bien como si hubiera perdido algo y lo extrañara terriblemente. Tratando de deshacerse de la extraña reacción, ella ni siquiera volteó a mirar quién habÃa pasado en frente de ella, sintiendo que para el momento era mejor no saber.
"Bueno, al menos aquà hay suficientes hombres por los que te puedes babear" susurró Tama haciendo a Kyoko murmurar en su mente.
Al final de las escaleras ella volteó, siguiendo a Kotaro por un pasillo largo, con muchas puertas a ambos lados. Ella asumió que esos eran los dormitorios, pero él nunca se detuvo en ninguno de ellos. Al final del pasillo habÃa una puerta que decÃa NO ENTRAR. Ella estaba un poco confundida cuando Kotaro y los dos hombres que cargaban sus maletas pasaron a través de ésta como si pertenecieran allÃ, sólo para volver a subir por otras escaleras.
Tama se acercó a Kyoko y burlándose dijo, "Creo que te están mandando para el calabozo".
Kyoko le sonrió mirando sobre su hombro, "Vamos subiendo no bajando tonto".
"Entonces a una habitación frÃa en lo más alto de la torre", Tama le dio una palmada por detrás de su cabeza.
"Bueno al menos me mantendré en forma", pensó mientras llegaban al final de otro juego de escaleras, luego caminaron por otro pasillo pero este era hermoso. LucÃa como si el piso estuviera hecho de mármol. Las puertas estaban muy separadas unas de otras. HabÃan solo tres cuartos en este pasillo, y ella se preocupó de que Kotaro no supiera a donde debÃa estar ella después de todo.
Kotaro caminó al último cuarto, pensando que ella debÃa ser alguien muy especial porque no habÃan muchas personas a las que se les permitiera vivir en este pasillo, y él sabÃa que ese era el mejor cuarto de todo el campus. Ãl se detuvo en frente de la puerta y esperó a que ella y su joven amigo llegaran.
Kotaro sonrió, estaba nerviosa. Ãl podÃa olerlo. Ãl miró sus tempestuosos ojos esmeraldas y ya sentÃa que su corazón se tambaleaba, pero por ahora, él harÃa lo que le habÃan ordenado.
Ãl levanto la mano con la palma hacia arriba. âAhora me iré, pero si hay algo que necesitenâ¦" Ãl le dio las llaves de su habitación y le dio una mirada que la hizo enrojecer, y de hecho él se inclinó galantemente, luego les hizo señas a los dos hombres para que lo siguieran.
Kyoko y Tama voltearon y los miraron con las cejas levantadas hasta que los perdieron de vista, luego Kyoko volvió a dar una ojeada a la puerta y jadeó. Justo ahà sobre la puerta una placa decÃa Kyoko Hogo en letras doradas.
Tama golpeó ligeramente a su hermana en el hombro en forma de burla. "Sabes, puedes atrapar moscas haciendo eso".
Kyoko volteó los ojos mientras mentalmente borraba el punto que se habÃa dado antes. Tomando la llave, abrió la puerta cautelosamente espiando el interior.
Los ojos de Tama se agrandaron tanto como platos y se hizo camino a través de ella. "¡No puede ser! Este cuarto es casi tan grande como toda nuestra casa". Su asombrada voz se hizo eco en el silencio. "PodrÃas abrir un maldito club nocturno en este sitio".
âEntonces ¿Te gusta mi calabozo?" Kyoko agregó el punto otra vez a donde pertenecÃa.
*****
Dos horas después, mucho después de haberle agradecido a Tama y haberlo despachado, Kyoko estaba parada en el baño colocando sus cosas en la repisa. Ella ojeó de nuevo la bañera la cual era suficientemente grande como para cinco personas.
Gimiendo, ella imitó las palabras de su hermano menor, "¡No puede ser!"
Ella podÃa sentir los pelos de la nuca de punta preguntándose si todo era un error. "Si", susurró a sà misma. Alguien se presentarÃa en cualquier momento para decirle que empacara sus cosas. Ella sabÃa que estaba en el cuarto equivocado.
Kyoko caminó hacia atrás y observó alrededor de la habitación. La cama era la más grande que habÃa visto, y estaba ya tendida con un edredón esponjoso. La habitación era hermosa, pintada de morados y azules pasteles que hacÃan juego con la alfombra y la cama. HabÃan salpicaduras de color rojo intenso aquà y allá, y un armario suficientemente grande como para perderse dentro.
Ella entró a la sala donde todo era negro y dorado, estaba equipada con todo lo que una persona pudiera querer. Ya habÃa revisado la cocina, estaba totalmente equipada. Kyoko negó con la cabeza por enésima vez. "No puede ser". Ella se mordió el labio inferior preguntándose qué iba a hacer ahora. Era sábado en la mañana y las clases no empezaban hasta el lunes.
âBueno, no me puedo esconder aquà todo el dÃaâ, se murmuró a sà misma.
Sintiéndose como si estuviera espiando donde no se suponÃa que debÃa, Kyoko se dirigió hasta la puerta y asomó la cabeza al pasillo. Al no ver a nadie, salió y cerró la puerta detrás de ella, luego en silencio caminó hacia las escaleras que se dirigÃan hacia abajo.
Y una vez más tuvo ese sentimiento de ser observada y le dio escalofrÃos en su espina dorsal, pero siguió caminando sin atreverse a mirar a su alrededor.
'Ella puede sentirme', pensó Kyou. Tal vez sus poderes no estaban enterrados tan profundamente como él temÃa. Ãl sabÃa incluso el segundo exacto en el que ella habÃa salido de la habitación y olió su constante esencia, saboreándola.
El recuerdo de su esencia parecÃa refrescar otros recuerdos. "Pronto sacerdotisa, descubriremos tus poderes otra vez. Puedes elegir esconderlos pero no por mucho tiempo". Ãl se apoyó contra la pared del pasillo, sus ojos dorados la seguÃan hasta que la perdÃan de vista.
*****
Kyoko se sintió más tranquila una vez que llegó a la planta baja. Ella notó que ahora estaba entre gente de su edad. Suspirando y sacudiéndose el sentimiento extraño que tuvo arriba, Kyoko se quedó ahà perdida en sus pensamientos por un momento más.
Ella no podÃa soportar cuando sus sentimientos la golpeaban de esa forma. A veces, ella deseaba no poder percibir nada. Ella lo puso en lo más lejos de su mente mientras miraba alrededor de la gran planta baja del edificio. "Necesito un interruptor de apagado y encendido para esta cosa", murmuró, todavÃa pensado acerca de la extraña vibra que habÃa tenido hace un momento.
Ella miró hacia la librerÃa, y luego rápidamente miró atrás hacia el otro lado, decidiendo que ella querÃa saber más acerca de esa área primero. Hacer ejercicio ha sido hábito de ella desde que tiene memoria, y querÃa que se mantuviera de esa manera. Por los últimos dos años, ella habÃa tomado clases de cualquier tipo de artes marciales, y le encantaba la libertad de movimiento que le daba a su cuerpo flexible.
Atravesando las habitaciones de recreación, ella notó que habÃa muchas áreas de ejercicio allÃ. En uno de los gimnasios más grandes, podÃa ver a través del vidrio. Ella no podÃa evitar detenerse a mirarlos por un momento. Dos personas parecÃan que estaban teniendo una pelea con espadas. Al oÃr el sonido de los metales chocando, alzó una ceja. Acercándose a la puerta de la habitación, se asomó para escuchar.
"No estás prestando atención Suki". El que vestÃa de negro habló con una voz masculina burlona mientras se detenÃa y palmeaba al otro en la parte baja del cuerpo.
Kyoko no podÃa ver la cara de ninguno porque vestÃan un equipo protector.
"¡Shinbe!" dijo una muy enfurecida y femenina voz. Luego sin advertencia, la persona caminó hacia adelante y le dio una palmada en la cabeza o más bien lo golpeó en la cabeza con la espada de esgrima, y luego ella sacudió el escudo de su cabeza.
Kyoko estaba sorprendida de ver una melena larga y marrón cayendo por