Amy Blankenship

El Corazón Del Tiempo


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más bien como si hubiera perdido algo y lo extrañara terriblemente. Tratando de deshacerse de la extraña reacción, ella ni siquiera volteó a mirar quién había pasado en frente de ella, sintiendo que para el momento era mejor no saber.

      "Bueno, al menos aquí hay suficientes hombres por los que te puedes babear" susurró Tama haciendo a Kyoko murmurar en su mente.

      Al final de las escaleras ella volteó, siguiendo a Kotaro por un pasillo largo, con muchas puertas a ambos lados. Ella asumió que esos eran los dormitorios, pero él nunca se detuvo en ninguno de ellos. Al final del pasillo había una puerta que decía NO ENTRAR. Ella estaba un poco confundida cuando Kotaro y los dos hombres que cargaban sus maletas pasaron a través de ésta como si pertenecieran allí, sólo para volver a subir por otras escaleras.

      Tama se acercó a Kyoko y burlándose dijo, "Creo que te están mandando para el calabozo".

      Kyoko le sonrió mirando sobre su hombro, "Vamos subiendo no bajando tonto".

      "Entonces a una habitación fría en lo más alto de la torre", Tama le dio una palmada por detrás de su cabeza.

      "Bueno al menos me mantendré en forma", pensó mientras llegaban al final de otro juego de escaleras, luego caminaron por otro pasillo pero este era hermoso. Lucía como si el piso estuviera hecho de mármol. Las puertas estaban muy separadas unas de otras. Habían solo tres cuartos en este pasillo, y ella se preocupó de que Kotaro no supiera a donde debía estar ella después de todo.

      Kotaro caminó al último cuarto, pensando que ella debía ser alguien muy especial porque no habían muchas personas a las que se les permitiera vivir en este pasillo, y él sabía que ese era el mejor cuarto de todo el campus. Él se detuvo en frente de la puerta y esperó a que ella y su joven amigo llegaran.

      Kotaro sonrió, estaba nerviosa. Él podía olerlo. Él miró sus tempestuosos ojos esmeraldas y ya sentía que su corazón se tambaleaba, pero por ahora, él haría lo que le habían ordenado.

      Ã‰l levanto la mano con la palma hacia arriba. “Ahora me iré, pero si hay algo que necesiten…" Él le dio las llaves de su habitación y le dio una mirada que la hizo enrojecer, y de hecho él se inclinó galantemente, luego les hizo señas a los dos hombres para que lo siguieran.

      Kyoko y Tama voltearon y los miraron con las cejas levantadas hasta que los perdieron de vista, luego Kyoko volvió a dar una ojeada a la puerta y jadeó. Justo ahí sobre la puerta una placa decía Kyoko Hogo en letras doradas.

      Tama golpeó ligeramente a su hermana en el hombro en forma de burla. "Sabes, puedes atrapar moscas haciendo eso".

      Kyoko volteó los ojos mientras mentalmente borraba el punto que se había dado antes. Tomando la llave, abrió la puerta cautelosamente espiando el interior.

      Los ojos de Tama se agrandaron tanto como platos y se hizo camino a través de ella. "¡No puede ser! Este cuarto es casi tan grande como toda nuestra casa". Su asombrada voz se hizo eco en el silencio. "Podrías abrir un maldito club nocturno en este sitio".

      â€œEntonces ¿Te gusta mi calabozo?" Kyoko agregó el punto otra vez a donde pertenecía.

      *****

      Dos horas después, mucho después de haberle agradecido a Tama y haberlo despachado, Kyoko estaba parada en el baño colocando sus cosas en la repisa. Ella ojeó de nuevo la bañera la cual era suficientemente grande como para cinco personas.

      Gimiendo, ella imitó las palabras de su hermano menor, "¡No puede ser!"

      Ella podía sentir los pelos de la nuca de punta preguntándose si todo era un error. "Si", susurró a sí misma. Alguien se presentaría en cualquier momento para decirle que empacara sus cosas. Ella sabía que estaba en el cuarto equivocado.

      Kyoko caminó hacia atrás y observó alrededor de la habitación. La cama era la más grande que había visto, y estaba ya tendida con un edredón esponjoso. La habitación era hermosa, pintada de morados y azules pasteles que hacían juego con la alfombra y la cama. Habían salpicaduras de color rojo intenso aquí y allá, y un armario suficientemente grande como para perderse dentro.

      Ella entró a la sala donde todo era negro y dorado, estaba equipada con todo lo que una persona pudiera querer. Ya había revisado la cocina, estaba totalmente equipada. Kyoko negó con la cabeza por enésima vez. "No puede ser". Ella se mordió el labio inferior preguntándose qué iba a hacer ahora. Era sábado en la mañana y las clases no empezaban hasta el lunes.

      â€œBueno, no me puedo esconder aquí todo el día”, se murmuró a sí misma.

      Sintiéndose como si estuviera espiando donde no se suponía que debía, Kyoko se dirigió hasta la puerta y asomó la cabeza al pasillo. Al no ver a nadie, salió y cerró la puerta detrás de ella, luego en silencio caminó hacia las escaleras que se dirigían hacia abajo.

      Y una vez más tuvo ese sentimiento de ser observada y le dio escalofríos en su espina dorsal, pero siguió caminando sin atreverse a mirar a su alrededor.

      'Ella puede sentirme', pensó Kyou. Tal vez sus poderes no estaban enterrados tan profundamente como él temía. Él sabía incluso el segundo exacto en el que ella había salido de la habitación y olió su constante esencia, saboreándola.

      El recuerdo de su esencia parecía refrescar otros recuerdos. "Pronto sacerdotisa, descubriremos tus poderes otra vez. Puedes elegir esconderlos pero no por mucho tiempo". Él se apoyó contra la pared del pasillo, sus ojos dorados la seguían hasta que la perdían de vista.

      *****

      Kyoko se sintió más tranquila una vez que llegó a la planta baja. Ella notó que ahora estaba entre gente de su edad. Suspirando y sacudiéndose el sentimiento extraño que tuvo arriba, Kyoko se quedó ahí perdida en sus pensamientos por un momento más.

      Ella no podía soportar cuando sus sentimientos la golpeaban de esa forma. A veces, ella deseaba no poder percibir nada. Ella lo puso en lo más lejos de su mente mientras miraba alrededor de la gran planta baja del edificio. "Necesito un interruptor de apagado y encendido para esta cosa", murmuró, todavía pensado acerca de la extraña vibra que había tenido hace un momento.

      Ella miró hacia la librería, y luego rápidamente miró atrás hacia el otro lado, decidiendo que ella quería saber más acerca de esa área primero. Hacer ejercicio ha sido hábito de ella desde que tiene memoria, y quería que se mantuviera de esa manera. Por los últimos dos años, ella había tomado clases de cualquier tipo de artes marciales, y le encantaba la libertad de movimiento que le daba a su cuerpo flexible.

      Atravesando las habitaciones de recreación, ella notó que había muchas áreas de ejercicio allí. En uno de los gimnasios más grandes, podía ver a través del vidrio. Ella no podía evitar detenerse a mirarlos por un momento. Dos personas parecían que estaban teniendo una pelea con espadas. Al oír el sonido de los metales chocando, alzó una ceja. Acercándose a la puerta de la habitación, se asomó para escuchar.

      "No estás prestando atención Suki". El que vestía de negro habló con una voz masculina burlona mientras se detenía y palmeaba al otro en la parte baja del cuerpo.

      Kyoko no podía ver la cara de ninguno porque vestían un equipo protector.

      "¡Shinbe!" dijo una muy enfurecida y femenina voz. Luego sin advertencia, la persona caminó hacia adelante y le dio una palmada en la cabeza o más bien lo golpeó en la cabeza con la espada de esgrima, y luego ella sacudió el escudo de su cabeza.

      Kyoko estaba sorprendida de ver una melena larga y marrón cayendo por