Amy Blankenship

El Corazón Del Tiempo


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como si evadiera la pregunta acerca de la beca. "Quédate aquí, ya vuelvo y no te preocupes. Para las personas que tienen beca, la comida es gratis y hasta nos la traen". Suki fue a ordenar la comida, y la dejó sola con Shinbe.

      Capítulo 3 "Encuentro con Toya"

      Shinbe se acercó con una mirada seria en su rostro, sus ojos amatistas parecían brillar, "Aquí hay personas normales, y hay personas que tienen becas como Suki y yo. Hay otros con becas, pero todos tenemos algún tipo de habilidad especial, como un poder que las personas normales no tienen”.

      "El mío es Telequinesis. Puedo mover objetos con mi mente". "Y telepatía lo cual quiere decir que puedo hablar con otros con mi mente". Dijo él esas palabras sin emitir ningún sonido, sabiendo que ella podía oírlo en su mente.

      Los labios de Kyoko se abrieron con sorpresa cuando ella no vio sus labios moverse y su voz se hizo eco en su cabeza. De repente ella sintió una sensación cálida por todas partes como si su voz debiera estar allí o algo. Su rostro se relajó y su mirada se suavizó mientras lo miraba.

      Shinbe trató de esconder su curioso ceño fruncido, cuando él conectó su mente con la de ella, justo en ese momento tuvo que poner toda su concentración en cerrar la conexión. Era como si su poder quisiera quedarse con ella. Tratando de deshacerse de esa sensación, él prosiguió. "También puedo lanzar hechizos y además vengo de una larga línea de monjes". Se detuvo cuando Kyoko empezó a reírse.

      Suki regresó deslizándose al lado de Kyoko sin perderse ningún detalle, "Sé que es difícil de creer, pero él si viene de una línea de monjes". Ella sonrió y su mirada volvió a la normalidad otra vez, "Y yo lo he visto lanzar cosas sin tocarlas, y también es genial en todo tipo de artes marciales".

      "Quizás deberíamos informarle a la encantadora Kyoko todos mis talentos", dijo Shinbe agresivamente.

      Suki volteó a mirar a Shinbe, "No, no le diré nada, tú eres bueno para ¡ESO!" Ella lo golpeó en la parte superior de la cabeza muy fuerte.

      "Pero aún así, él actúa como si fuera solamente humano", una voz sarcástica salió de la nada y Shinbe se paró para rápidamente dar espacio a la voz.

      Kyoko miró hacia arriba y sus ojos quedaron enganchados con unos ojos dorados. El dueño de la voz era más apuesto que cualquiera que ella hubiera visto antes. Cabello largo y oscuro con reflejos plateados que caían de su cabeza en largas capas. Su piel bronceada parecía resplandecer con un brillo saludable y su cuerpo era como para morirse. Sus ojos sin embargo, parecían mantenerla cautiva aunque él no la miraba directamente.

      Suki resopló y cruzó los brazos frente a su pecho, dándole al recién llegado una mirada de furia. "Genial, contigo bastará para ahuyentarla".

      Shinbe le sonrió a Suki, luego miró a Kyoko para presentarlos, "Éste es Toya. Toya conoce a Kyoko. Hoy en su primer día aquí".

      Toya volteó a mirar a Kyoko, y por alguna razón la forma en que la estaba mirando, como de arriba a abajo la molestó. Kyoko entrecerró los ojos al mirarlo, su primera impresión de él salió disparada al cielo.

      "Así que, ¿tú eres la sacerdotisa?" Toya resopló y giró su cabeza como ignorándola mientras se sentaba.

      Los ojos de Kyoko se redondearon al mirarlo y luego ella jadeó. Nadie aquí sabía que ella era una sacerdotisa. De hecho, solamente sus familiares más cercanos lo sabían.

      "¿Cómo diablos sabes eso?", le gritó enfurecida de repente.

      Toya se estremeció sintiendo como su sangre subía. "Maldición, no grites como una loca. Puedo oírte bien" refunfuñó a ella.

      Suki y Shinbe se estremecieron y hasta se retrajeron en sus sillas mientras Kyoko y Toya se lanzaban dagas el uno al otro.

      Los sentidos de Toya comenzaron a percibir una onda de poder, que venía con la rabia de Kyoko y se puso tenso, al pensar que tal vez ella sí tenía un poco de poder en ese pequeño y lindo cuerpo, aunque él estaría condenado si le decía algo.

      Silenciosamente, él evaluó su apariencia. Su cabello castaño brillaba en la luz alrededor de un hermoso rostro en forma de corazón. Ella tenía ojos verdes vibrantes que lo estaban miraban con furia, los cuales calentaron su sangre levemente. A él le gustaba una mujer con agallas y ella obviamente tenía muchas, pero por alguna razón lo puso al borde. Lo que a él no le gustaba era la forma como lo miraba. Él arreglaría eso muy rápido.

      La miró con más fuerza, tratando de intimidarla. "¡Tú obtuviste una beca, verdad... y ÉL dijo ¡Tú eres una sacerdotisa!" Toya vociferó en su cara, acercándose con cada palabra hasta que estaban casi nariz con nariz. Él dobló sus brazos dentro de sus mangas sueltas y él se molestó con ella. "Apuesto a que ni siquiera sabes qué es un demonio", refunfuñó, de repente se dio cuenta que ella se ponía más bonita cada segundo y eso lo molestó.

      Kyoko se estremeció, y su temperamento se elevó. Ella sabía qué eran los demonios. Ella los había estudiado toda su vida y si su familia tenía razón, ella había hasta conocido algunos; pero ella no lo podía recordar. Aún así, a ella no le gustaba la actitud altiva y poderosa de Toya, entonces ella solo alzó una ceja como si en silencio le preguntara si quería apostar por eso.

      Parecía que Suki quisiera defender a Kyoko, "Toya, ¿No puedes ser civilizado por un maldito minuto? Ella solo ha estado aquí por un par de horas, y antes de que la ahuyentes me gustaría convencerla de que se quede". Ella se veía un poco triste de pensar en perder a Kyoko tan rápido.

      Toya levantó una ceja en señal de molestia, mirando a Suki, "Bueno, ni siquiera respondió mi pregunta. ¿Crees que ella pueda manejarlo?" mirando de nuevo a Kyoko.

      "Yo puedo manejar lo que sea que pienses arrojarme, imbécil", Kyoko lo hizo saber, sus palabras comenzaron a helarse.

      Suki y Shinbe se miraron el uno al otro. Ellos nunca habían escuchado a nadie hablarle así a Toya con excepción de ellos mismos, del dueño de la universidad y tal vez a Kotaro. Ambos sonrieron, sabiendo que ahora sí definitivamente les agradaría esa chica llamada Kyoko.

      Un mesero se presentó en la mesa con una bandeja de comida, y Kyoko cambió su atención de Toya a él. Él chico se quedó mirando a Kyoko por un tiempo un poco largo y sus sentidos empezaron a resonar diciéndole que algo pasaba. Ella alzó la mirada hacia unos ojos oscuros que no parecían encajar con el rostro juvenil del muchacho.

      Algo en él atrajo a Kyoko, aunque ella no sabía si le agradaba ese sentimiento. Él le parecía agradable pero había algo que la incomodó un poco. Ella parpadeó tratando de deshacerse del hechizo que el joven trató de imponer sin ni siquiera intentarlo. Ese estado de ánimo se interrumpió cuando escuchó un refunfuño proveniente de su lado.

      Toya sintió un frío recorriendo por toda su piel y le refunfuñó al sujeto, que parecía sacarlo de sus casillas. A medida que los ojos del muchacho se concentraban en los de Toya, parecían cambiar de un negro azabache a un azul plateado mientras se volteaba para irse de la mesa.

      Kyoko miró confundida a Suki, pero Suki solo se encogió de hombros, tomando un bocado de su comida. A su lado, Shinbe tosió en su mano, tratando de esconder su extraño sentido del humor mientras miraba al hombre cruzar rápidamente la habitación. Kyoko percibía algunas vibras extrañas de este hombre, Toya y no iba a descansar hasta que averiguara cuál era su problema. Ella se reclinó en su silla y lo evaluó por un momento.

      Su largo cabello era del más extraño color de medianoche con gruesos reflejos plateados que