Amy Blankenship

El Corazón Del Tiempo


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y se encogió alejándose de su brazo. "Kotaro, me alegra verte de nuevo. Gracias por tu ayuda esta mañana", dijo Kyoko nerviosa, deseando que él no actuara tan amistoso con ella. Ella pensaba que él era agradable, pero ella nunca dijo que él podía poner su brazo alrededor de ella.

      Kotaro no se afectó al tomar su mano, "¿Hay algún otro lugar a dónde puedo escoltarte, Kyoko?" Él miro profundamente sus ojos color esmeralda sabiendo que los había visto antes en algún lado. Y tenía una vaga sensación de que una vez se había ahogado feliz en ellos.

      Kyoko miró hacia las escaleras para ver a Toya que se había detenido y dado la vuelta, luciendo molesto otra vez. Ella pudo haber jurado que lo había acabado de escuchar murmurarle a ella o a Kotaro, no estaba segura a cuál.

      Toya no sabía qué planeaba Kotaro, pero a él no le gustaba el hecho de que él actuara tan amistoso con Kyoko. Un profundo gruñido vino de su pecho mientras le daba una advertencia "Puedo manejarlo Kotaro a menos que quisieras llevarla a ver a Kyou". Él le dio a Kotaro una mirada intensa, sabiendo que Kotaro no se acercaba a Kyou a menos que fuera para una clase o que haya sido citado.

      Kotaro le soltó la mano a Kyoko, "Espero que todo esté bien, Kyoko". Él miró mal a Toya, luego volteó hacia ella, "Asegúrate de tener cuidado con alguna quemadura helada. Si se sale de control, me encargaré de él por ti". Kotaro miró a Toya de una manera arrogante, luego asintió su cabeza a Kyoko y se volteó para bajar las escaleras.

      Kyoko escuchó a Toya quejarse y ella lo miró mientras se daba la vuelta y caminaba por el corredor de la misma forma que ella se había ido esta mañana.

      Esta vez ella corrió y se encontró con él justo a tiempo para verlo entrar a la puerta que decía, NO ENTRAR. Kyoko se preguntó para dónde iban. Mientras seguía su espada rígida, la posibilidad de que la estaba llevando de vuelta a su propia habitación cruzó su mente. Cuando de hecho se detuvo en frente de su puerta, Toya volteó a verla y ella lo miró molesta hasta que él llevó su mano derecho a la puerta que estaba en frente de la de ella y tocó.

      Kyoko estaba en shock. ¿El dueño estaba en el cuarto justo en frente de ella? De nuevo, las palabras de su hermano volvieron para atormentarla. "¡no puede ser!" sin esperar por una respuesta, Toya abrió la puerta y la empujó hacia adentro, delante de él.

      Inmediatamente, Kyoko se volteó "No sé cual es tu maldito problema pero por favor ¿podrías no empujarme?" luego hizo como para ahuyentarlo, "o tocarme. No te he hecho nada". El vello de su nuca se erizó otra vez cuando notó que Toya estaba mirándola desde atrás.

      Los hombros de Kyoko cayeron. Ahora lo había hecho. ¿Siempre tenía que dar un salto sin pensar en donde estaba o quien podría estar observándola?

      Toya vio que Kyoko se ponía tensa y sonrió, bajando su mirada hacia la chica que pareciera ser más pequeña de repente. "¿No querías hablar con alguien?" Cuando Kyoko no volteó, Toya miró a Kyou y entrecerró los ojos cuando notó que estaba apoyado contra la puerta de la sala, mirando a Kyoko como si estuviera en un trance.

      '¿Qué diablos?', Toya pensó. ¿Por qué Kyou la estaba mirando como si hubiera visto un fantasma? En cierto nivel, él no quería aceptar el sentimiento de celos que causó. Una sensación le recorrió sus entrañas al querer interponerse entre ellos y bloquear a Kyoko de la mirada de Kyou. Él quería protegerla.

      Kyou momentáneamente se quedó sin palabras, al ver a Kyoko tan cerca por primera vez en más de mil años. El aire a su alrededor tarareaba con la fuerza que él recordaba, la misma innegable fuerza que lo atrajo a ella en el pasado no se había desvanecido.

      Sus ojos dorados se fijaron en el guardián detrás de ella con una especie de indiferencia distante. "Toya, vete". Un tono peligrosamente amenazante podía oírse en su voz.

      Un gruñido se formó en la garganta de Toya y sus puños se cerraron por la ira como si un sentimiento creciera y lo atormentara desde algún lugar escondido y profundo de su memoria. Sin decir otra palabra, Toya se dio vuelta y salió por la puerta azotándola.

      Kyoko vio a Toya salir mientras que su mente daba vueltas entre pensamientos caóticos. De repente, ella sintió el impulso de correr tras él. Al decidir no ser una cobarde, alzó su barbilla y se llenó de coraje para finalmente darse vuelta sin creer lo que estaba viendo.

      En lugar del anciano en traje de ejecutivo que ella esperaba ver, se encontró de frente con sus ojos de oro ardiente mirándola fijamente, haciéndola sentir que no podía mirar hacia otro lado. Su cabello plateado caía sobre sus hombros y sobre su cuerpo perfectamente esculpido. Él era alto y hermoso con un toque de arrogancia rodeando su regio cuerpo y un rostro que podía solo ser un regalo del cielo.

      Kyoko instantáneamente cerró los ojos. ¿Qué diablos le pasaba? Ella vino a hacer preguntas, no a babear. Cuando ella abrió sus ojos otra vez, él estaba más cerca. Ella instantáneamente dio un paso atrás por la nobleza y superioridad que lo rodeaba solo para sentir la solidez de la puerta detrás de ella, dejándola sin salida.

      Sin darse cuenta de lo que había hecho, Kyou empezó a caminar hacia ella. Pero cuando notó que se alejaba de él, éste alzó la ceja de forma elegante, extendiendo su mano hacia el sofá. "¿Le gustaría sentarse señorita Hogo?" Él sabía que ella tenía preguntas para él. Estaría decepcionado si no fuese así.

      Kyoko tragó nerviosa, pero con actitud altiva alzó su barbilla, caminando hacia el sofá, manteniendo tanta distancia como fuera posible entre ellos, sin nada más que con la esperanza de que su cerebro funcionara normalmente. Interiormente rió nerviosa.

      "Lo primero que quiero saber es, ¿Qué le hace pensar que soy una sacerdotisa?" Ella lo miró con cautela y casi se enloquece cuando él se sentó a su lado en el sofá en lugar de sentarse en la silla en el otro lado de la mesa de café. Kyoko cambió de posición mirando hacia él, evitando alejarse más y mostrarle miedo.

      "Así que, quiere jugar", Kyou reflexionó ociosamente, pero rápidamente sacó de su cabeza su pensamiento intrigante. "¿Qué te hace pensar que no sabría que eres una sacerdotisa?" él respondió con tono de voz tranquila. Ella era tan pequeña comparada con él, porque se inclinó hacia ella para mirar su rostro en forma de corazón.

      Kyoko observó las facciones de su rostro perfecto buscando algún indicio de emoción pero se sorprendió al no ver ninguno. Él era como una escultura de perfección y calma, y eso la irritó sin fin.

      "¿Siempre contesta una pregunta con otra pregunta, Señor?" Ella tartamudeó sin ni siquiera saber su apellido.

      Kyou sonrió pero solamente en su interior para que ella no se diera cuenta. Bueno, él podía decir que ella aún tenía vida dentro de ella y no estaba decepcionado de eso. Sólo lo hizo querer ver más. "Señor, pero me puedes llamar Kyou, a menos que te guste más Señor" Mirándola de forma acalorada.

      Kyoko le devolvió la mirada, "¿Por qué estoy aquí?" Dijo lentamente y una palabra a la vez, como si estuviera hablándole a un niño. Eso es, ahora vamos a ver como se libra de ésta. "Señor, claro" Kyoko murmuró para ella, sin dejar de mirarlo a los ojos.

      Habiendo leído su mente, los ojos dorados de Kyou brillaron mientras se entrecerraban mirando sus ojos esmeralda-. Él se inclinó un poco más cerca de ella, sabiendo que haciendo eso la intimidaría. Podía sentirlo.

      "Tus poderes de sacerdotisa son débiles y sin entrenamiento o sabrías por qué sé que eres una sacerdotisa", casi la abuchea, perdiendo la compostura por un momento antes de recobrar la calma de nuevo. "Te enseñaré artes marciales