y J.-L. Guereña (dirs.), Figures de la censure dans les mondes hispanique et hispano-américain, París, Indigo-Côté Femmes, 2009.
[23] Cfr. La démocratie constitutionnelle, París, PUF, 1958; Tendances du fédéralisme en théorie et en pratique, Bruselas, Institut belge de science politique, 1971.
[24] M. Caminal, El federalismo pluralista…, cit. Este fenómeno de distorsión también se puede apreciar con meridiana claridad en ciertas lecturas y estudios de la obra proudhoniana realizados desde la asunción total o parcial, de manera más o menos implícita, de las tesis marxistas, cuando éstas todavía gozaban (en la década de 1960 o 1970) del favor de la comunidad científica. Allí donde en el federalismo se estudia, piensa y conoce tradicionalmente la idea federal desde la asunción más o menos implícita del núcleo duro de la teoría de la nación, en el caso de Proudhon, retomando el ejemplo anterior, se estudia, piensa y conoce su obra desde un marxismo más o menos confeso.
[25] R. Máiz, «Federalismo plurinacional: una teoría política normativa», art. cit.
[26] A diferencia de lo que caracteriza al Estado-nación heredero de las revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII (Benjamin Constant, otra gran sensibilidad federalista, hablará acertadamente del «espíritu de conquista y la usurpación», De l’esprit de conquête et de l’usurpation dans leurs rapports avec la civilisation européenne [1814], Imprimerie nationale Editions, 1992), el federalismo no atiende a un instinto depredador, absorbente, como lo sobrentiende el ejemplo arriba propuesto, sino a un instinto de conservación y relación. El carácter absorbente y conquistador de un federalismo sometido al telos del Estado-nación (federalismo nacional) es también evidente en el siempre ejemplar caso de los Estados Unidos (cfr. W. Kymlicka, Multinational Citizenship: a Liberal Theory of Minority Rights, Oxford University Press, 1995).
[27] Cfr. O. Beaud, op. cit.
[28] Qu’est-ce qu’une nation?, París, Pocket, 1992, p. 41.
[29] Op. cit., pp. 273 ss.
[30] Carta a Buzon, 30 de abril de 1863, Correspondance (XIII, 1875), cit., vol. VIII, pp. 24-25.
[31] Op. cit., pp. 15 ss.
[32] El estudio de Juan Trías es buena muestra de lo que comentábamos en las páginas anteriores: la parcialidad con la que el autor se acerca a la obra de Proudhon (en este caso al Principio federativo), haciendo suya la crítica realizada por Marx a Proudhon en Miseria de la filosofía, le lleva in fine a proponer un trabajo científicamente irrelevante en lo que hace al pensamiento federal de Proudhon, objeto de su estudio. Rara vez un pensador ha salido peor parado de un estudio introductorio a su obra que Proudhon entre las manos del citado historiador… Para un estudio más imparcial y ponderado sobre la polémica entre Proudhon y Marx, cfr. D. Negro, «Retórica y dialéctica. La polémica entre Marx y Proudhon», Revista de Estudios Políticos 204 (nov.-dic. 1975), pp. 95-143; C. Díaz, Proudhon. Propiedad y federación, Madrid, Narcea, 1972, pp. 13-61. Sobre el mismo tema, con todo lujo de detalles, véase, en francés, el hercúleo trabajo de Pierre Haubtmann: Proudhon, sa vie et sa pensée, París, Beauchesne, 1982 (t. 1, 1809-1849), Desclée de Brouwer, 1988 (tomos 2 y 3, 1849-1855 y 1855-1865 respectivamente); id., Proudhon, Marx et la pensée allemande, Presses universitaires de Grenoble, 1981; id., La philosophie sociale de P.-J. Proudhon, Presses universitaires de Grenoble, 1980.
[33] Carta de Marx a J. B. Schweitzer, Social Demokrat, 16-18, 1-3-5 de febrero de 1865. Nota a la muerte de Proudhon. Citada in extenso por Carlos Díaz en P.-J. Proudhon, op. cit., p. 49.
[34] Digamos rápidamente (no es necesario extenderse demasiado en algo que parece tan evidente) que un pensador del éxito y de la talla de Proudhon habría podido atraerse sin ningún problema influencias y honores, que a buen recaudo lo habrían colocado en una situación material envidiable, lo que precisamente él siempre rechazará y le llevará a vivir, como en alguna ocasión comenta, en una miseria decente. Recordemos asimismo que Proudhon será cortejado por no pocas personalidades importantes de su época, como el propio Marx, por ejemplo.
[35] D. Negro, art. cit., pp. 133 ss.; P. Haubtmann, Proudhon, sa vie et sa pensée, cit., t. 1, pp. 618-778.
[36] Para la biografía de Proudhon seguimos el trabajo de Pierre Haubtmann, la mejor y más documentada de todas cuantas se han hecho. Ibid., p. 24.
[37] P.-J. Proudhon, De la Justice dans la Révolution et dans l’Église [1858], t. I, París, Fayard, 1988, p. 364. En sus Carnets escribe en alusión a lo mismo: «Humillaciones en el colegio […]. Tenía que esperar: mis compañeros se apiadaban de mí» (25 de noviembre de 1848, P.-J. Proudhon, Carnets, t. III, París, Marcel Rivière, 1968, p. 151). Pierre Haubtmann nos explica el significado de esta enigmática frase («tenía que esperar»): «tras haber hechos los deberes y aprendido la lección, sus compañeros le prestaban sus libros y diccionarios» (op. cit., t. 1, p. 60 n.)
[38] «He aquí mi predicción: será usted, Proudhon, haga lo que haga, inevitablemente, es su destino, un escritor, un autor; será un filósofo; será una de las luces del siglo, y su nombre tendrá un lugar en los fastos del siglo XIX, como los de Gassendi, Descartes, Malebranche, Bacon en el siglo XVII, como los de Diderot, Montesquieu, Helvetius, Locke, Hume, Holbach en el XVIII. ¡Ése será su destino! […]» (Carta de Fallot a Proudhon, 5 de diciembre de 1831, citada por P. Haubtmann, ibid., p. 110).
[39] En en el mes de agosto de 1849, Proudhon recuerda así aquel momento: «Ejercía la profesión de impresor desde hacía 10 años. Al salir del colegio, mi suerte fue encontrarme en la necesidad de trabajar para vivir y conquistar la independencia aprendiendo un oficio. No dejé el taller por hastío o desdén, y si solicité la pensión Suard fue para poder dedicarme a mis estudios» (Carnets, cit., t. 3, p. 225).
[40] Su primera obra (anónima) será un Essai de Grammaire Générale. Cfr. P. Haubtmann, Proudhon, sa vie et sa pensée, cit., t. 1, pp. 145-165.
[41] Sí se equivocaría Proudhon, en cambio, en el aspecto económico, pues durante los tres años que pasa como becario Suard (1839-1841), a caballo entre París y Besançon, su maltrecha situación económica va todavía a degradarse. Como el minucioso estudio de Pierre Haubtmann lo muestra (ibid.), más de las dos terceras partes de los 1.500 francos anuales que percibía de la Academia de Besançon se le iban en el pago de la deuda acumulada y la ayuda prodigada a su familia. En 1840, su segundo año Suard, de los 1.500 francos iniciales sólo le quedan 200 para vivir seis meses en París, lo cual, como lo explica Haubtmann (p. 223), estaba muy por debajo de lo que ganaba el obrero más pobre. De su época de becario Suard es también el viaje que realiza entre Besançon