que la propriété? podrá editarse gracias a la ayuda que le brinda su amigo Bergmann, quien asumirá parte de los gastos de impresión de los 500 ejemplares de la primera edición en 1840. Cfr. P. Haubtmann, ibid., pp. 166-291.
[42] Es interesante ver cómo el propio Proudhon atribuye en algún momento la audacia y fuerza revolucionaria de la bomba literaria que se dispone a publicar, su Premier Mémoire, a la desazón a la que le lleva su propio infortunio: «¿Qué he necesitado para buscar las leyes y las fórmulas? El aguijón de la pobreza, el sentimiento continuo de injusticia, la contemplación de un egoísmo por el que yo sufría y que, si hubiera sido mío, me habría impedido como a cualquier otro entender… ¡La felicidad! Es hermana de la pereza, del sueño, del entumecimiento. ¿Qué hombre verdaderamente feliz ha hecho grandes cosas, contribuido al progreso de las ciencias, poseído una vasta razón, un espíritu fuerte y poderoso? El hombre feliz se vuelve pronto cobarde, débil, inerte, indolente, poco curioso, estúpido […]» (Cahier XII, p. 9, enero de 1840, citado por P. Haubtmann, ibid., p. 226).
[43] Carta de Marx a J. B. Schweitzer, op. cit., citada por Carlos Díaz en J.-P. Proudhon, op. cit., p. 49.
[44] Cfr. P. Haubtmann, Proudhon, Marx et la pensée allemande, cit., p. 72.
[45] «¡Escribir, escribir y mil veces escribir! Ésa es mi miseria. ¿Quién me librará de este infierno?» (Carta a Maurice del 17 de octubre de 1852, Correspondance (V, 1875), cit., vol. III, p. 62).
[46] P. Haubtmann, Proudhon, Marx et la pensée allemande, cit., pp. 41-42.
[47] P.-J. Proudhon, Les Confessions d’un Révolutionnaire (1849), Antony, Tops-Trinquier, 1997, p. 130.
[48] Cartas reproducidas íntegramente en, y citadas, de P. Haubtmann, Proudhon, sa vie et sa pensée, cit., t. 1, pp. 622-630.
[49] Notas reproducidas en P. Haubtmann, ibid., pp. 1055-1063.
[50] P.-J. Proudhon, op. cit., p. 124.
[51] Carnets, op. cit., t. III, p. 10.
[52] Carta a Micaud, del 17 de diciembre de 1849, Correspondance (VI, 1875), cit., vol. III, pp. 387-388.
[53] De no haber intervenido la censura, sus editores, los hermanos Garnier, calculaban que en un solo año se habrían vendido 30.000 ejemplares.
[54] Y es que el francés dedica tantas páginas y tal ardor a cantar la gloria del derecho de la fuerza que su loa de la paz puede llegar a parecer un tanto tardía y descafeinada.
[55] Prueba de ello es la retribución de 7.200 francos al año que le prometía un periódico comprometido con la política imperial a cambio de 4 artículos anuales, que acabará rechazando a pesar de la enorme deuda que pesaba sobre sus hombros.
[56] En un sentido muy similar, como apunta Bernard Voyenne, a Paul Ricoeur. Cfr. B. Voyenne, Proudhon et Dieu…, cit., p. 93 n.
[57] F. Tobgui, «Le Fédéralisme de Proudhon: mort de l’Etat?», en Quel au-delà pour la nation: mondialisme, internationalisme, fédéralisme?, París, Publications de la Société P.-J. Proudhon, 1999, p. 65.
[58] B. Voyenne, Le fédéralisme…, cit., pp. 40-46.
[59] J. Butler, Le récit de soi, París, PUF, 2007, p. 7.
[60] P.-J. Proudhon, De l’Utilité de la Célébration du Dimanche, considérée sous les rapports de l’hygiène publique, de la morale, des relations de famille et de cité (1839), en Œuvres Complètes, París, Librairie Marcel Rivière, 1926, p. 61. En el mismo sentido véase el siguiente fragmento de Idée Générale de la Révolution au xixe siècle: «Encontrar una forma de transacción que llevando a la unidad la divergencia de los intereses, identificando el bien particular y el bien general, borrando la desigualdad de la naturaleza por la de la educación, resuelva todas las contradicciones políticas y económicas» (cit., p. 150).
[61] P.-J. Proudhon, De la Justice…, cit., t. I, pp. 146-147. En el mismo sentido: «En el sistema de libertad pura […] no hay realmente sociedad. Estamos ante una agrupación de individualidades yuxtapuestas, que avanzan paralelamente sin ningún vínculo orgánico, sin fuerza colectiva» (p. 151).
[62] Id., Idée Générale…, cit., p. 137. La violencia verbal desplegada contra Rousseau, casi puede hablarse de odio visceral, menos habitual de lo que pudiera pensarse en la obra de Proudhon, puede explicarse por la extraordinaria importancia e influencia de la obra rousseauniana en nuestro pensamiento político, contrato social o «pacto de odio» (ibid., p. 137) contra el que se eleva Proudhon. Es una parte de la crítica proudhoniana de crucial importancia en su pensamiento federal, a la que volveremos más adelante. Veamos por el momento un ejemplo de lo antedicho: «Desde Rousseau, siguiendo su ejemplo, se ha fundado entre nosotros la escuela, mejor dicho la industria filantrópica y sentimental, que cultivando el más perfecto egoísmo, sabe recoger los honores de la caridad y de la abnegación. Desconfiad de esta filosofía, de esta política, de este socialismo a lo Rousseau. Su filosofía es todo frases y no cubre más que el vacío; su política es toda de dominación; en cuanto a sus ideas sobre la sociedad, apenas esconden su profunda hipocresía. Los que leen a Rousseau y lo admiran pueden ser simplemente necios, y les perdono: a aquellos que lo siguen y lo copian, les aconsejo que miren por su propia reputación. No está lejos el día en que bastará que un autor cite a Rousseau para convertirse en sospechoso» (pp. 140-141).
[63] El hombre es libertad y voluntad, afirma Proudhon, siguiendo en esto lo mejor de la tradición filosófica de las Luces (Kant, Rousseau, Fichte, etc.), pero también, y con igual fuerza, necesidad y materialidad. Dicho de otro modo: subjetividad y objetividad, independencia y dependencia, razón y sentimiento, etc. También la sociedad, una u orgánica y múltiple o abierta, es voluntad y necesidad, voluntad de progreso y cambio (por su contacto con otras sociedades y su propio pluralismo interior), necesidad de permanencia (para conservar la personalidad e identidad propias sin las cuales el progreso le vendría impuesto desde fuera).
[64] De la Création…, cit., t. I, p. 160. A los sistemas trascendentales o lógico-deductivos (religión y filosofía son sus blancos), Proudhon opone lo que él denomina ciencia o metafísica: «Llamo CIENCIA a la comprensión clara, completa, cierta y razonada del orden. El carácter propio de la ciencia