como si de un bucle se tratara, la paradoja continuaría y esas mismas iglesias represoras se transformarían en uno de los principales vehículos de la propagación de un nuevo género musical, que como un alien extraterrestre se gestó en su propio seno, explosionando como un auténtico hijo bastardo de Satán: el rock’n’roll.
N
Dios le tendió la mano al Diablo
Cuando termina la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se ha erigido como la gran potencia mundial, política, militar y económica. El no haber sufrido el desgaste de la gran guerra en sus carnes les hace vivir una época de expansión económica sin parangón, que cambia el sistema social americano, dando paso a un nuevo estilo de vida que se populariza como el American way of life.
La juventud americana está hambrienta de una nueva identidad, alejada de la herencia dejada por sus progenitores y buscan nuevas salidas culturales y de ocio, todas ellas marcadas por el creciente consumismo desmesurado. La televisión alcanza a más de la mitad de la población y la radio barre todo el territorio nacional convirtiéndose en el aparato más influyente de la juventud. La música pasa a ser uno de los principales entretenimientos, se instalan los populares jukebox en cualquier tipo de local y la aparición en el mercado del single de vinilo a 45 rpm, más asequibles que los discos de pizarra a 78 rpm, ayuda a consolidar su expansión.
La revista Billboard comprende los cambios que se están produciendo y crea una nueva lista de música racial denominada rhythm & blues, sustituyendo la categoría de race records (discos de raza), ofreciendo desde junio de 1949 una lista de éxitos de música netamente negra abierta al consumo de la población blanca. Fue la antesala del rock’n’roll, en una fusión de blues, góspel, rhythm & blues y country.
Pero el American way of life aportó una cara oculta que castigó en su mayor parte a la población negra, que una vez terminada la guerra comprendió que sus derechos se quedaron en los campos de batalla de Europa, más un porcentaje de población blanca denominada white trash (basura blanca), que perdió sus puestos de trabajo al paralizarse el boom de la industria bélica y realojar en el mercado laboral a los veteranos combatientes. Ese sector humano se mezcló en los barrios desfavorecidos, ajenos a la pudiente clase media americana y sus jóvenes se mezclaron en bares, cafeterías, heladerías, clubs, iglesias baptistas y pentecostales, en las cuales la música era un elemento prioritario y esencial. De esta forma el cristianismo, religión que más ha censurado a lo largo de la historia las músicas aparecidas en los dos últimos siglos, fue cuna y fuente de inspiración para una larga lista de músicos que terminaron contribuyendo de manera decisiva al nacimiento de uno de los movimientos culturales más importantes del siglo xx, el rock’n’roll.
Músicos forjados bajo la batuta de Dios
Músicos de color como Ellas McDaniel, más conocido como Bo Diddley, quien pertenecía a la Iglesia Bautista Ebenezer de Chicago, donde tocaba el trombón y el violín, pero a los 18 años se sintió atraído por la iglesia pentecostal del barrio, al tener instrumentos como la guitarra eléctrica y una mentalidad más abierta de interpretación.
Big Mama Thornton, de padre predicador, creció cantando en el coro, así como tocando la armónica y la batería, pero con la prohibición expresa de cantar blues. Grabó «Hound Dog», clásico de Jerry Leiber y Mike Stoller, cuatro años antes de que lo hiciera Elvis Presley.
Sister Rosetta Tharpe ya tenía influencias familiares, puesto que su madre era cantante del coro de la Iglesia Pentecostal de Charles Harrison Mason, obispo afroamericano que promulgaba la expresión artística como alabanza y permitía que las mujeres tocaran e incluso enseñaran en la congregación. Rosetta comenzó a tocar la guitarra con cuatro años, convirtiéndose en una excelente guitarrista a muy corta edad. Se casó con un predicador pentecostal a los 19 años en el primero de una larga lista de matrimonios fracasados. Era conocida veinte años antes que Elvis y pasó a las historia como la madre del rock’n’roll.
Carl Perkins no tocó en ninguna iglesia, pero creció escuchando góspel en su comunidad local Tiptonville, Tennessee, sin mayor interés espiritual que el meramente musical. Dicha atención se cultivó asimilando música country que su padre escuchaba en la radio y descubriendo las work song y el blues de los trabajadores afroamericanos de los campos de algodón. Con todo ello se convirtió en una de las figuras más importantes del rockabilly, a quien debemos temas como «Blue Suede Shoes», «Matchbox» y «Everybody’s Trying To Be My Baby».
Otros que recogieron las enseñanzas del seno del cristianismo y que veremos más adelante fueron: Elvis Presley, Little Richard, Jerry Lee Lewis y Johnny Cash.
Muddy Waters plasmó en el tema «The Blues Had A Baby And They Called It Rock and Roll» editado en 1977, un sentimiento que tenían todos los músicos de blues, el rock’n’roll era su música edulcorada por los blancos:
«Muddy Waters lo dijo, sabes que el blues tiene alma.James Brown lo dijo, sabes que el blues tiene alma.Bueno, el blues tuvo un hijo y lo llamaron rock’n’roll».
Tócala otra vez Sam
Little Richard dijo en una ocasión que «El rock’n’roll es blues acelerado» y Fats Domino sentenció «Esto que llaman rock & roll es rhythm & blues y llevo tocándolo quince años en Nueva Orleans». Fuera como fuese el rock’n’roll se impuso entre la juventud americana de forma imparable e irremediable. Cuando en abril de 1954 Bill Haley graba «Rock Around The Clock» enciende la mecha de un barril de pólvora que le estalla en la cara a la puritana sociedad norteamericana, enfrascada en la Guerra de Corea, dentro de la cruel estrategia de la Guerra Fría ejecutada por los bloques soviético-americano, ensimismada por los peligros de un incipiente comunismo que no paraba ni la creación de la OTAN y que les hacia ver fantasmas por doquier.
El rock’n’roll supuso una efervescente revolución consumista de la juventud americana, que se negaba a caer en los mismos errores que sus progenitores y configuró su propia cultura paralela al margen del sistema.
Tres meses después se edita el primer single de un jovenzuelo llamado Elvis Presley, «Hound Dog» y en menos de un año y medio los primeros discos de imberbes desconocidos que atienden a nombres como Jerry Lee Lewis, Little Richard, Carl Perkins, Gene Vincent o Brenda Lee, pasan del anonimato a ser ídolos juveniles, vendiendo miles de discos.
La comunidad católica al completo, las asociaciones de la defensa de la moral americana, la extrema derecha, agrupaciones de padres y madres, periodistas, emisoras de radio y televisión, políticos e incluso personajes del espectáculo como Frank Sinatra o Dean Martin, se levantaron en armas contra el nuevo sonido que, sin tener ninguna relación con el ocultismo, brujería o satanismo, fue acusado de salvaje y demoníaco, la música del Diablo.
Varios son los pecados del nuevo sonido que pasan irremediablemente por una cuestión racial. El auge y expansión del rock’n’roll coincide con el inicio del Movimiento por los Derechos Civiles, la juventud americana bailaba los éxitos de sus nuevos ídolos y se enteraban del asesinato de Emmett Till, un niño de 14 años que fue linchado por dos blancos supremacistas llamados Bryant Roy y JW Milam, por haber ofendido supuestamente a la mujer blanca del primero en un supermercado de Misisipi. Elvis y Richard tocan rock’n’roll al mismo tiempo que Rosa Parks no cede el asiento a un blanco en un autobús de Montgomery, Alabama y es encarcelada, lo que provoca el Boicot de Autobuses de Montgomery, que durante un año consiguió que toda la población afroamericana de Montgomery realizara sus desplazamientos caminando, ignorando a la compañía de transporte.
¿Qué hace ese negro tocando a mi chica?
El rock’n’roll no era reivindicativo, pero era netamente antirracista e incluso más peligroso, se trataba de un movimiento inclusivo desde su concepción, música de negros interpretada mayoritariamente por blancos y para un público que no hacía distinción de razas.
En los primeros conciertos de rock’n’roll las autoridades separaban