usted de acuerdo con estas posibles causas, padre?
—Pueden coincidir las dos cosas. De hecho, el primer supuesto que comentas...
—¿El primero? ¿El que dice: «la persona le da permiso al maligno para estar dentro»?
—¡Sí, ese! Según mi experiencia, es totalmente verdad que esto ocurre. Hay personas que se entregan voluntariamente al demonio.
—¿Se entregan al demonio? ¿Quiere decir que hacen una especie de pacto satánico?
—Eso mismo quiero decir.
—Parece increíble que en el siglo que estamos alguien pueda hacer algo así. ¿Por qué lo hacen?
—Por muchas y variadas razones. Algunos individuos le piden cosas y otros están en una situación muy delicada.
El dominico me relata el caso real de un chico que venía desde Valencia hasta Barcelona tan solo con la intención de que le atendiera el exorcista. Cogía el primer tren de la mañana, y a las pocas horas llegaba al Convento de Santa Catalina donde era exorcizado. Cuando acababa el ritual, el joven, como si de una visita al médico se tratase, regresaba con prontitud a su ciudad de origen para reemprender su rutina. Según el dominico, este era un caso realmente espectacular digno de recordar. En pleno ritual, el joven entraba en trance y se arqueaba y se movía con gran agitación. Realizaba unos movimientos físicos extraordinarios y era capaz de pegar unos saltos increíbles. Además, poseía el don de la adivinación y sin ninguna dificultad podía averiguar sucesos que habían de producirse en un futuro. También revelaba al sacerdote acontecimientos pasados que era imposible que el chaval pudiese conocer.
En una ocasión, el joven le contó al sacerdote que ya de niño él tenía ciertos poderes sanadores o curativos. Por esta razón, él practicaba la imposición de manos a su abuela y esta parecía que iba mejorando de sus dolencias. Un buen día, el muchacho tuvo una seria discusión con la anciana quien le riñó duramente. Al chaval le supo tan mal que la mujer le reprendiera que, corroído por el rencor, a partir de aquel momento se negó en rotundo a realizar más imposiciones de manos a su abuela. Sea como fuere, sin tardar mucho, la anciana señora acabó falleciendo. A raíz de su muerte, el nieto se culpabilizó terriblemente por aquello y él, muy devoto, le imploró a Dios con todas sus fuerzas que le ayudase. En una de sus oraciones le rogó desesperado que hiciera lo posible por resucitar a la anciana. Como Dios no respondió a sus suplicas, el joven, vengativo y lleno de ira, hizo gala nuevamente de su resentimiento y decidió renegar de la Divinidad Suprema. Para ello, realizó un pacto satánico que implicaba entregarse de por vida al maligno, encarnado en Satanás. A partir de entonces, la vida del muchacho dio un vuelco y se convirtió en un verdadero infierno, hasta el punto que empezó a experimentar una serie de síntomas abominables que le trastornaban terriblemente en su día a día.
Después de escuchar esta inquietante historia, le planteo al sacerdote algunas de mis dudas.
—¿Es posible que los posesos no se liberen porque continúan inmersos en sus pecados?
—No necesariamente. Hay personas muy religiosas poseídas y también hay santos que han estado poseídos, y eran santos.
—¿Qué intención tiene el diablo con los santos?
—Tentarlos para apartarlos de Dios.
En efecto, existen numerosos casos documentados a lo largo de los siglos de santos que han sido atacados y vejados directamente por Satanás. De los múltiples ejemplos habidos en la historia, destacaré el de dos figuras singulares. Un suceso relativamente reciente es el del Santo Padre Pío de Pietrelcina, fallecido en 1968, de quien se sabe que sufría repetidas vejaciones por parte del mismísimo Satán quien le golpeaba, le arañaba y le azotaba insistentemente, al tiempo que le engañaba con todo tipo de visiones a fin de tentarle y socavar su fe. Santa Teresa de Jesús también fue otra víctima del maligno. En sus memorias refería que Satanás se le presentaba disfrazado de mil y una maneras, con la clara intención de atormentarla. Según relataba de su puño y letra la propia santa, una vez fue vejada durante cinco horas seguidas, mientras se encontraba en oración.
—¿Tiene muchos casos de exorcismos indefinidos?
—Sí pero algunos abandonan y ya no vuelven por aquí. El cansancio les puede. Si ellos no quieren continuar, entonces yo no puedo hacer nada en contra de su decisión. Hay que tener una paciencia enorme con estos casos. Y sí, realmente es un problema, ya que hay exorcismos que no sabemos por qué no surten efecto.
—¿Hay casos que se liberan completamente?
—Sí, por supuesto. Pero también hay de todo. Yo atendía a una mujer extranjera, un caso terrible. Al poco de hacerle los exorcismos la llamé y me dijo que ya estaba bien. Se fue a Medjugorje2 (Bosnia-Herzegovina), se instaló allí un tiempo, y al regresar a España volvió a caer posesa.
2 Medjugorje es una pequeña aldea situada en la parte suroccidental de Bosnia-Herzegovina, a unos 25 km al suroeste de Mostar y cerca de la frontera con Croacia. Dicha población se ha hecho mundialmente famosa debido a que, desde el 24 de junio de 1981, seis videntes afirman ver a la Virgen María, la «Gospa». Según los videntes, la Virgen les transmite mensajes para toda la humanidad.
—¿Pero cómo lo volvió a coger?
—No lo sé. Tal vez se confió demasiado. Ya le advertí que no fuera. Yo no se lo aconsejaba. Piensa, Teresa, que hay ciertas personas con una serie de carencias que son más propensas a esto. Cada caso es un misterio y juegas con varias hipótesis. Hace unas semanas, por ejemplo, le hice el exorcismo a una persona y no se liberó hasta que pasaron tres o cuatro días. Fue muy raro todo y siempre te queda la duda de si se liberó totalmente.
—¿Qué sugiere usted que habría de hacerse en esos casos tan difíciles? ¿Realizarles más a menudo un exorcismo? ¿Uno semanal, por ejemplo?
—No por hacer muchos exorcismos se libera antes, esa es mi opinión. Yo sé que el padre Fortea en Alcalá de Henares realizaba exorcismos frecuentes que duraban horas y horas. Primero empezaba él y cuando ya se cansaba continuaba otro sacerdote, y así hasta cuatro horas seguidas. Según mi punto de vista, eso no tiene mucho sentido.
En opinión del dominico, el exorcismo es vital, pero no debemos olvidar centrar nuestros esfuerzos en el llamado post-exorcismo3 ya que la eficacia del ministerio también se basa en la voluntad del poseído, que ha de poner mucho de su parte, si es que realmente desea que la liberación se produzca y sea efectiva.
3 Tiempo que transcurre después de la realización del exorcismo en el que la persona liberada, o en vías de liberación, puede ser especialmente vulnerable si no toma ciertas precauciones.
—El post-exorcismo es tan importante como el exorcismo. Hay que estar atentos para evitar en todo lo posible que aquello vuelva —recalca el exorcista.
Fray Juan José Gallego insiste en que una de las claves para realizar adecuadamente un exorcismo es huir de la soberbia, pecado demasiado presente en los tiempos que corren. Según el dominico, muchos exorcistas yerran y buscan la notoriedad:
—Hay exorcistas que buscan que hablen de ellos, les gusta cierta fama y ahí se está viciando por completo este ministerio. Hay que andar con mucha humildad, con mucho sentido común y mucha confianza en Dios. Hay que tener presente que el exorcista actúa en nombre de la Iglesia, en nombre de Jesucristo y está realizando un trabajo ministerial por lo que el sacerdote ha de estar limpio de cualquier vanidad. Cuando durante el exorcismo decimos: «¡Sal, sal, márchate, Satanás!», en el fondo se lo estamos pidiendo a Dios a través de la oración con toda la humildad para que este actúe. Cuando realizo un exorcismo con el poder de la Iglesia y en nombre de Jesucristo, el Rito tiene más fuerza que cuando lo hago yo solo. Por eso el exorcista debe ser ante todo una persona muy sencilla, sin pretensiones de ningún tipo. Los curanderos, por el contrario, son así, vanidosos —explica el dominico.
—¿Qué