Michael G. Brown

Vínculo sagrado


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diciendo: “Pon tu mano en tu corazón, tuerce los ojos y di: ‘Arañas, serpientes y cabezas de burro; si los acuso, me voy a morir de un susto’”. El juramento o pacto hace más serio el hecho de que Toby debe cumplir su palabra de no delatarlos; el juramento formaliza el acuerdo. Tal vez recordemos que hacíamos juramentos similares con nuestros amigos cuando éramos niños; cosas como: “lo juro por mi vida” o “lo juro y si no que me muera”. La consecuencia exagerada de morir encaja con la forma de ver la vida propia de un niño.

      Luego, estos compromisos de promesa pasan por mayor formalización y estandarización en todas las áreas de la sociedad. Prácticamente todo contrato es un pacto, desde las hipotecas y los préstamos para vehículos, hasta los tratados de paz. Son compromisos o acuerdos formalizados entre partes que establecen obligaciones y consecuencias muy detalladas que se aplican a todas las personas. Usamos diferentes nombres para referirnos a tales contratos según la ocasión o el uso específico, pero, en esencia, son pactos.

      Los pactos en el mundo antiguo

      El uso de los pactos en el mundo antiguo era esencialmente el mismo. Eran compromisos que creaban una relación con sanciones. Evidentemente, Israel pertenecía a una cultura antigua y extranjera, por lo que la forma y función de sus pactos eran diferentes a los nuestros. En una sociedad de honor y vergüenza, y una en la que la familia era una parte clave de la estructura legal, la palabra de una persona tenía mucho peso. Además, el antiguo Oriente Próximo no era una sociedad moderna o científica. Sus reglas para la evidencia difieren de las de nuestra cultura. Nuestra cultura no depende tanto de la palabra de una persona. Podemos poner a prueba la palabra de alguien por medio de evidencias: grabaciones, huellas digitales y exámenes de ADN. No era así en el mundo antiguo. Sin testigos, no había una forma segura de probar externamente la palabra de alguien. Además, el deísmo y el ateísmo no existían en el mundo antiguo. Los israelitas y todos sus vecinos creían que sus respectivas deidades estaban involucradas activamente en la vida e historia humanas. Los dioses dirigían los eventos de la vida yel bienestar de las personas. Ylos dioses también juzgaban las malas acciones cometidas.

      Por ende, los pactos involucraban juramentos por los cuales una persona se comprometía en nombre de un dios a hacer algo o a decir la verdad, y si no lo hacía, entonces el dios juzgaría a dicha persona. Si una persona juraba que estaba diciendo la verdad, y al día siguiente un león se la comía, se asumía que había mentido y que el dios lo había juzgado. La creencia de que los dioses los castigarían hacía que las personas fueran cuidadosas con sus juramentos. Ya que los juramentos en las sociedades antiguas eran entendidos por todos y se esperaba que aparecieran de una forma particular, la Biblia a menudo abrevia los juramentos que describe. La forma corta de un juramento es: “Vive Jehová que…”. Uno juraba por alguien mayor que uno mismo, algo más cierto y firme, y no hay nada mayor que la vida del Señor. La forma completa, que con frecuencia es omitida, incluye la sanción: “sea yo maldito”, generalmente con la muerte. La forma completa incluye una maldición de uno mismo o “automaldición”—parecida al juramento de Toby en Robin Hood. La persona que hace el juramento le está pidiendo a Dios que la maldiga si viola su juramento.

      Debido a que un juramento era un acto tan solemne, con frecuencia iba acompañado de ritos y ceremonias, realizados por lo general en un templo o en la presencia de un dios. Estas ceremonias representaban de una manera simbólica la naturaleza de la relación y las consecuencias de quebrantar el compromiso hecho. De una manera similar, las ceremonias de matrimonio en la actualidad representan el carácter de la relación que se establece. Los votos son promesas que conllevan sanciones si son quebrantados. Los anillos son señales de la relación y expresan el amor mutuo de la pareja. De hecho, si alguna vez has comprado una casa, sabes que firmar los documentos de depósito es casi una ceremonia; las pilas de documentos, los cientos de firmas y las grandes cifras son muy efectivos para convencerte de que esto es un compromiso y un contrato serio.

      En el tiempo de Israel, sin embargo, estas ceremonias tendían a ser mucho más vívidas y espantosas, al menos según nuestros criterios. Debido a que la sanción por no cumplir con un juramento de pacto era la maldición de la muerte, cuando las personas hacían un pacto mataban animales como símbolo de su muerte. Esto es incluso lo que se da a entender en la expresión hebrea para hacer un pacto, que traducida literalmente significa “cortar un pacto”. El cortar o partir se refiere a la ceremonia de matar y cortar animales por la mitad. Como afirma un erudito con respecto a este cortar: “Parece que este gesto llegó a ser tan generalizado y común que puede haberse convertido en una clase de suplemento frecuente para una ceremonia de pacto”1.

      Las ceremonias de pacto incluían más que simplemente cortar animales. Claramente, el pronunciamiento verbal del juramento de las partes era lo central. También los testigos, personales o inanimados, con frecuencia tenían un rol. Asimismo, una o ambas partes podían hacer diferentes gestos o señales. Estos gestos podían ir dirigidos a la otra parte o al dios (o dioses). Tales gestos, como la entrega del anillo en una ceremonia de matrimonio, dramatizaban el amor, la lealtad y el compromiso de la relación. Un gesto común era compartir una comida entre las partes que hacían el pacto. A menudo se comían los animales partidos en la ceremonia del pacto. Tal comida reflejaba su relación de compromiso. Es necesario recordar que aunque estas ceremonias de pacto tenían muchos elementos comunes, aun así eran flexibles. Se podían agregar partes, quitarlas o modificarlas para que se ajustaran a la relación y ocasión específicas. No deberíamos atribuir una falsa rigidez a las ceremonias, ya que la forma y la ceremonia del pacto concordaban con la relación.

      Así pues, los pactos antiguos eran relaciones o acuerdos formales elaborados por medio de juramentos. En la esfera familiar, el matrimonio y la adopción eran considerados pactos. En la esfera pública, los pactos incluían tratados entre naciones (Josué y los gabaonitas en Josué 9; Israel con Asiria en Oseas 12:1), leyes y acuerdos entre reyes y su pueblo (el rey Zedequías en Jeremías 34:8-18), contratos de negocios (Abraham y Abimelec en Génesis 21:22-30), compromisos entre amigos (Jonatán y David en 1 Samuel 20:16) y acuerdos entre amos y siervos (Abner con David en 2 Samuel 3:12; Labán y Jacob en Génesis 31:44). Podríamos mencionar más ejemplos, pero estos dan una buena gama que ilustra de qué manera un pacto tiene que ser flexible para la relación. Tanto el matrimonio como los tratados internacionales son pactos; sin embargo, las formas de estos pactos difieren. Asimismo, en la Biblia es imperativo prestar atención a la forma de un pacto particular para entender su naturaleza.

      El uso familiar y secular de los pactos en el antiguo Oriente Próximo provee el trasfondo necesario para que entendamos los pactos religiosos de la Biblia. Cuando Dios hace pactos con Su pueblo, lo hace de maneras que ellos entiendan. Dios se acomodó a lo que era normal para Abraham, Moisés y los israelitas. Si Dios hiciera un pacto con nosotros hoy, Él usaría los acuerdos legales y personales convencionales que usa nuestra sociedad. Esto no quiere decir que el significado de los pactos espirituales sea exactamente el mismo que sus equivalentes seculares, pero sí significa que nuestro entendimiento de los pactos bíblicos comienza con un entendimiento de los pactos antiguos convencionales. Así era para los hebreos y así es para nosotros también. Como veremos, los pactos bíblicos sobrepasan por mucho a cualquier pacto común de la sociedad humana. De hecho, los pactos de Dios contienen aspectos tomados del matrimonio, de la adopción, de los tratados, de la amistad, de los reinos y de las relaciones señor/siervo.

      Además, la acomodación del Señor para usar pactos antiguos no significa que estos pactos son el modelo original. Los teólogos reformados han confesado correctamente que el modelo original para el pacto de Dios con Su pueblo es la comunión perfecta que se encuentra en la Trinidad. El teólogo reformado Louis Berkhof (1873-1957) lo expresó bien:

      Los pactos entre los hombres se habían realizado mucho antes de que Dios estableciera su pacto con Noé y con Abraham, y esto preparó a los hombres para que entendieran el significado de un pacto en un mundo dividido por el pecado, y los ayudó a entender la revelación divina, cuando la relación del hombre con Dios se presentó como una relación de pacto. Sin embargo, esto no significa que la idea del pacto se originó con el hombre y luego Dios la tomó prestada de ellos como una forma apropiada para la descripción de la relación mutua entre Él mismo y el hombre. Todo lo contrario es cierto; el arquetipo de toda la vida de pacto se encuentra en el