Jeff Vanderstelt

La vivacidad del Evangelio


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a Jesús.

      Diles que la imagen que Dios nos ha dado de Su amor por Su pueblo es la imagen de un esposo en busca de su esposa. Dios amó a Su esposa de tal manera que la buscó fielmente durante cientos de años. Y finalmente, Dios Se hizo carne en forma de un bebé llamado Jesús, y vivió humildemente como humano por 33 años. El escritor de Hebreos dice que Jesús es capaz de compadecerse de nuestras debilidades porque fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado (Hebreos 4:15). Él nos entiende plenamente, a Su iglesia, Su esposa, porque se puso en sus zapatos. Por lo tanto, Él es capaz de vivir con Su esposa de una forma en la que la entiende, así como Pedro instruye a los esposos (1 Pedro 3:7). Jesús realmente conoce a Su esposa, así que Él es empático con ella. Él la entiende mejor de lo que cualquier hombre puede entender a una mujer.

      Jesús amó a Su esposa lo suficiente para servirle y dar Su vida en rescate por ella. Ella le fue infiel. Ella se entregó a otros. Ella no lo esperó, sino que se llenó de impaciencia y fácilmente se unió a aquellos que no estaban comprometidos con la relación de pacto. Y, aun así, Él pagó el precio de Su esposa con Su propia vida para sacarla de su esclavitud adúltera. Su muerte en la cruz pagó la deuda de los pecados de ella y la limpió de todas sus inmundicias. Con Su propia vida, Él compró para ella un vestido de novia perfectamente puro. De hecho, el vestido que ella usa es Su justicia, la cual la cubre de la vergüenza de su pecado. Él murió para darle libertad, pureza, y amor eterno. Después, Él resucitó y fue a preparar un lugar para ella. Un día, Él vendrá por Su novia y la llevará a Su hogar en el que morará con Él por siempre. Y, aunque han sido más de dos mil años, Él está esperando pacientemente por el día en el cual Su novia estará preparada por completo, y Él consumará el matrimonio en la fiesta de bodas más grande de la eternidad. Todo este tiempo, Él ha estado esperando a su novia con paciencia. Habla acerca de un amante fiel, amoroso y paciente, el cual está dispuesto a esperar por el amor de Su vida.

      La razón por la que debemos esperar a tener relaciones sexuales hasta que nos casemos es por causa de la fidelidad de Jesús hacia nosotros. Nosotros somos Su novia, y vivimos para contar la historia de Su amor por nosotros.

      Jesús compró nuestras vidas para que nosotros podamos desplegar Su amor puro, santo, desinteresado, y perfecto para con nosotros. Y si fallamos— cuando fallamos—recordamos el amor de Dios por nosotros y corremos a la cruz en fe, confiando que Jesús murió por nosotros. Creemos que Su muerte pagó por nuestros pecados y nos limpió de toda injusticia; que ahora estamos vestidos con Su justicia; que hemos sido cambiados; que somos hechos nuevos; y que Dios nos ha declarado puros a través del amor puro de Jesucristo.

      Esto no sólo cambia quienes somos. También cambia la manera en la que vivimos.

      Por causa del amor puro de Jesús hacia nosotros, nosotros queremos contar la historia de Su amor, desplegándolo a través de nuestra propia pureza sexual. Queremos ser sexualmente puros no por motivos egoístas sino por razones piadosas: queremos que el mundo sepa que, aunque hemos traicionado al amor de nuestra vida, hemos sido perdonados y hechos nuevos, y Él no nos ha abandonado por causa de lo que hemos hecho. Queremos que las personas puedan ver eso en nuestra pureza sexual. También queremos que lo escuchen en Su perdón. Queremos que escuchen que, aunque hemos pecado—y ellos también—tenemos a Alguien que puede hacernos puros porque Él nunca pecó. Su pureza es nuestra y la nuestra es Suya.

      ¿Qué le debemos decir a las personas acerca de la pureza sexual y la inmoralidad sexual?

      ¡Les debemos dar a Jesús!

      Somos el pueblo de Jesús, que habla las verdades de Jesús en las actividades cotidianas de la vida.

      Habla de las verdades de Jesús para ordenar correctamente nuestros presupuestos. Habla de las verdades de Jesús para encontrar un cónyuge. Habla de las verdades de Jesús para saber cómo responder a nuestros empleadores y a nuestros empleados. Habla de las verdades de Jesús para saber cómo criar a nuestros hijos. Habla de las verdades de Jesús para todo.

      Alisa necesitaba que las verdades de Jesús—el evangelio—fueran habladas hacia ella cuando estábamos reunidos en nuestro grupo.

      “Alisa”, le dije, “Jesús es el único hombre que nunca te va a desamparar”. Todos los otros hombres te van a fallar, pero Él nunca. Dios quiere que dejes de mirar a tu ex esposo, o a cualquier otro hombre como si ellos pudieran ser para ti lo que sólo Jesús puede ser. Él quiere que Jesús sea el centro de tu corazón, de tus afectos, y de tu esperanza. Jesús quiere que sepas que Él te ama mucho y que quiere ser tu supremo protector y proveedor”.

      “Pero ¿cómo puedo estar segura de que Él me va a cuidar?” ella preguntó.

      “Bueno, Dios te amó tanto que Él envió a Su único Hijo para morir en la cruz por tus pecados. Siendo enemiga de Dios, Dios te amó lo suficiente para morir por ti, para que puedas ser perdonada. Y puedes tener la certeza de que Él puede proveerte. Si Él no escatimó a su único Hijo, puedes tener la certeza de que Él también te dará cada buena dádiva que necesites.

      “Y no sólo te amó y quiere proveer para ti”, continué diciendo: “sino que Él quiere liberarte de tu pasado. Jesús sufrió por el pecado—el tuyo y el de otros—no sólo para que tú seas perdonada, sino también para que seas capaz de perdonar a otros y seas sanada de las heridas que has recibido por causa de los pecados cometidos en tu contra. Dios quiere que vayas a Él a través de la fe en Jesús para el perdón y la sanidad.

      “Con el tiempo podemos hablar con tu ex esposo si así lo quieres, pero lo que es más importante es que te encuentres con Jesús, y empieces a entender Su amor por ti, y seas sanada por Él. Lo que es más importante es que Jesús se convierta en el centro de tu vida, en lugar de tu ex esposo o de cualquier otra cosa. Sólo Dios puede perdonarte y proveer lo que necesitas en realidad, y amarte por siempre a través de lo que Jesús ha hecho por ti” (vea: Juan 3:16; Romanos 5:8; 8:32).

      Ese fue el inicio de muchas conversaciones similares con Alisa acerca de Jesús.

      Así es como luce el hablar de las verdades de Jesús en las actividades cotidianas de la vida. Así luce el que las personas conozcan a Jesús en su vida cotidiana, no sólo después de la muerte.

      Esa es la fluidez del evangelio.

      Ahora, consideremos lo que se requiere para convertirnos en personas con fluidez en el evangelio.

      ¿Alguna vez has viajado a un lugar en el que no se habla tu lengua nativa? Cuando yo servía como pastor de jóvenes, a menudo llevábamos a los estudiantes a viajes misioneros en lugares en donde la gente habla español. Para que cada uno estuviera preparado, nuestro traductor nos enseñó un curso rápido de español básico. El equipo aprendió a decir cosas como “Mi nombre es…”; “Tengo hambre”; y “¿Dónde está el baño?” (lo cual es muy importante). También nos enseñaron algunas diferencias culturales básicas para que cada persona del equipo fuera muy cuidadosa y no ofendiera a nadie de manera innecesaria. Invertimos algunos meses antes de nuestros viajes practicando español con otros que no conocían el idioma (tal vez esa no fue la mejor manera de aprender, ya que eso es como cuando un ciego guía a otro ciego).

      Mi esposa, Jayne, quien definitivamente es más divertida que yo, aprendió “espanglish”. En sus ocurrencias, ella tuvo un poco de mucha diversión durante el proceso. Ella ponía la palabra “el” al frente de las palabras y “o” al final y usaba un poco de español por aquí y por allá: “Where-o is el bathroom-o?” “Me llamo is Jayne and I am very hungry-o”; o “My husband is very guapo and I want to kiss-o el jefe!” Todos estábamos muy entretenidos con sus ocurrencias.

      Algunos miembros del equipo trataban de hablar inglés muy lento, pensando que la lentitud iba a dar como resultado una mayor comprensión en sus oyentes. Cuando las personas seguían sin entender, ellos hablaban todavía más lento y fuerte, asumiendo que la falta de comprensión era causada por la velocidad y el volumen, pero no por alguna deficiencia del idioma. Afortunadamente, las personas a las que estuvimos sirviendo ya se