Jeff Vanderstelt

La vivacidad del Evangelio


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nunca supimos lo suficiente como para tener una conversación real.

      A veces hacemos lo mismo con nuestro entrenamiento del evangelio.

      Estoy muy agradecido de poder decir que recientemente ha existido un interés mayor por recibir entrenamiento para aprender a hablar del evangelio, tanto unos a otros dentro de la iglesia como con las personas de afuera. Sin embargo, me temo que nuestra eficiencia a veces ha sido menor de lo que esperábamos. La mayor parte de nuestro entrenamiento refleja el enfoque y la efectividad que tuvimos en nuestro entrenamiento del idioma para nuestras misiones interculturales de corto plazo, y eso nos ha llevado a tener experiencias similares.

      Evanglish

      En las clases de la escuela dominical o en los cursos de la iglesia, les enseñamos a los creyentes a rociar un poco de las verdades del evangelio en sus conversaciones. O les damos presentaciones cortas para compartir o diagramas para dibujar, lo cual funciona muy bien si las personas tienen preguntas acerca de lo que se aborda en la presentación o en el diagrama. Sin embargo, en la mayoría de los casos, nosotros y las personas con las que hablamos somos como barcos que pasan de noche, porque podemos estarles dando respuestas a preguntas que ellos no están haciendo o podemos estar hablando un idioma que ninguno de nosotros entiende correctamente.

      Así que cuando “predicamos” fragmentos del evangelio, pensamos que estamos hablando el evangelio para otros, pero lo que la gente escucha no es la buena noticia. Eso puede contener elementos del evangelio, pero ellos no lo escuchan como una buena noticia porque no están escuchando las verdades de Jesús aplicadas a sus vidas y situaciones. Lo único que ellos reciben es un conjunto de frases que no tienen sentido en su contexto, cultura, o idioma.

      “¿Por qué es que alguien tiene que morir por mí? ¿Cómo es que la sangre perdona pecados? ¿Qué es el pecado? ¿Por qué es tan importante lo que he hecho? ¿Cómo es que un hombre que vivió y murió hace dos mil años puede ayudarme?”

      Así que mucha de nuestra plática suena un poco como el espanglish de mi esposa.

      Me he dado cuenta de que la mayoría de los cristianos no sabe realmente por qué necesitamos el evangelio, qué es el evangelio, por qué es una buena noticia, y qué es lo que en realidad hace el evangelio—al menos no lo suficiente como para aplicarlo a las actividades cotidianas de la vida. No es que no puedan conocerlo bien, sino que muchos no están siendo equipados para convertirse en personas con fluidez en el evangelio. La mayoría de los creyentes se han convertido en personas que hablan un evangelio fragmentado, y que utilizan frases evangélicas de moda. Están hablando evanglish, pero no están hablando verdaderamente el evangelio de una forma en la que las personas puedan escuchar y creer. Dicen: “Pues predicamos el evangelio, pero ellos lo rechazan. Las personas tienen corazones duros y oídos sordos”.

      Algunos de estos creyentes se envuelven en debates y comienzan a hablar más fuerte, como nuestros estudiantes en los viajes misioneros, pero lo único que logran es crear mayores objeciones contra el evangelio. Después citan pasajes de la Biblia acerca de regocijarnos en el sufrimiento por causa del evangelio, cuando, de hecho, las personas están rechazando lo que ellos dicen porque en realidad no están hablando la buena noticia.

      Sí, yo sé que la Biblia enseña que el evangelio es la buena noticia para aquellos que se salvan y que es locura para los que se pierden, y que, por lo tanto, no va a tener sentido para todas las personas. Y también sé que no podemos hacer que las personas escuchen y crean. Algunos no lo van a hacer. Es Dios el que salva, y es el Espíritu de Dios Quién capacita a las personas para oír y entender la buena noticia acerca de Jesucristo (1 Corintios 1:18; 2:14).

      Sin embargo, no estoy seguro de que podamos excusarnos cuando predicamos lo que nosotros creemos que es la “buena noticia”. Puede que no sea una buena noticia para nuestros oyentes si no nos damos el tiempo para escuchar, entender, y después hablar el evangelio hacia el quebrantamiento y el deseo real de sus almas, de una forma que ellos puedan escuchar—una forma que suena como la buena noticia de Jesús para ellos y para su situación actual.

      Tenemos que mejorar en esto.

      Puede ser algo gracioso cuando hablamos espanglish. Pero no es nada gracioso el hablar acerca del evangelio de Jesucristo y de las vidas de personas reales, quebrantadas, perdidas, y separadas de Dios.

      Necesitamos convertirnos en personas con vivacidad del evangelio.

      ¿Cómo adquirimos la fluidez?

      Puedes adquirir fluidez en un idioma cuando pasas de meramente traducir un idioma desconocido a uno que es más familiar, para interpretar toda la vida a través de ese nuevo idioma. La fluidez ocurre cuando puedes pensar, sentir, y hablar en un idioma. En un sentido el nuevo idioma se convierte en el filtro a través del cual percibes el mundo y ayudas a otros a percibir tu mundo y el suyo.

      Yo pasé el segundo semestre de mi último año de estudios universitarios estudiando en España, para cumplir con mi requisito de idiomas. Antes de dejar Míchigan, tomé un curso de español básico, en el que aprendí algunos principios básicos de gramática y frases comunes. Era similar a las preparaciones de nuestro equipo misionero. Sin embargo, yo no iba a ir sólo una semana a servir con un grupo de estudiantes de habla inglesa. Iba a tomar clases universitarias en España, en donde la mayoría de mis interacciones sería en español por más de cuatro meses.

      Vivía en una casa en donde la madre anfitriona no hablaba nada de inglés. Algunos de mis profesores sólo hablaban español, y la mayoría de las personas de la ciudad en la que vivía no hablaban inglés en lo absoluto. Durante el primer mes, cada noche llegaba exhausto a mi cama. La comunicación era algo desgastante. Tenía que escuchar atentamente a las personas cuando hablaban español (que al principio lo hacían bastante rápido), tenía que procesar cada palabra y cada frase, traducir al inglés, pensar en inglés lo que quería decir, traducirlo al español en mi cabeza, y decirlo al mismo tiempo que trataba de recordar cómo maniobrar mi boca para decir cada palabra correctamente. ¡Era agotador! Así que, durante ese tiempo, aprendí a escuchar mucho y a hablar muy poco, porque hablar era simplemente muy cansado.

      Después de algunos meses de estar inmerso constantemente en el español en toda clase de actividades—escuchándolo en cada lugar al que iba, leyéndolo en cada señalamiento, escuchando la radio y la televisión en español, y hablándolo la mayor parte del día—me desperté un día dándome cuenta de que había estado soñando en español. Algo había cambiado. Se volvió algo normativo para mí ver algo y describirlo en mi cabeza con palabras e ideas en español.

      Gradualmente, dejé de traducir cada palabra y cada frase, porque comencé a pensar en español. Incluso recuerdo haberles llamado a mis padres en Míchigan y, sin pensarlo, hablarles en español hasta que ellos me interrumpieron para recordarme que ellos no entendían lo que estaba diciendo.

      Me había vuelto fluido en el español.

      Inmersión en el evangelio

      Yo creo que ese es el tipo de fluidez que Dios quiere que Su pueblo experimente con el evangelio. Él quiere que ellos sean capaces de traducirle al mundo a su alrededor y al mundo que está dentro de ellos, a través de los lentes del evangelio—las verdades de Dios reveladas en la persona y la obra de Jesús. Las personas con fluidez en el evangelio piensan, sienten, y perciben todo a la luz de lo que ha sido cumplido en la persona y la obra de Jesucristo.

      Ellos ven el mundo de una manera diferente. Piensan diferente. Sienten diferente.

      Cuando ellos escuchan a las personas, ellos piensan: “¿Cómo es que eso se alinea con las verdades del evangelio? ¿Qué cosa acerca de Jesús y Su obra puede ser una buena noticia para esta persona hoy? ¿Cómo puedo llevar la esperanza del evangelio a esta vida o a esta situación, de manera que esa persona experimente la salvación y Jesús sea glorificado?”

      Cuando ellos ven películas, ven los temas del evangelio, y también son capaces de identificar cuales temas representan un falso evangelio. Ellos comienzan a evaluar las narrativas de la cultura a su alrededor a la luz de la historia de los propósitos redentores de Dios en Cristo Jesús, y aprenden a percibir en dónde Dios puede ya estar obrando a su alrededor, preparando