creencias, emociones, y acciones, lo cual los lleva a una mayor semejanza a Cristo cada día.
Ellos siguen creciendo en Cristo en cada aspecto, porque están aprendiendo a escuchar y hablar las verdades de Jesucristo en todo.
Están adquiriendo fluidez en el evangelio.
El evangelio se está volviendo su lengua nativa, porque fue a través del evangelio que ellos nacieron de nuevo. Es por medio del evangelio que ellos se encuentran creciendo en Cristo. Y ellos están convencidos de que el evangelio los va a sostener hasta el final y los va a perfeccionar en la verdadera imagen de Cristo.
Para usar lenguaje teológico, el evangelio se está volviendo su lengua nativa porque ha provocado su regeneración, justificación, y adopción; y está provocando su santificación; y en última instancia provocará su glorificación. El evangelio es el inicio, la mitad, y el final de su nueva vida en Cristo.
El evangelio es todo para ellos.
Pero la fluidez del evangelio no se adquiere sólo en el salón de clases de las reuniones del domingo por la mañana. En otras palabras, las personas no adquieren fluidez a través de clases o a través de escuchar de manera pasiva las predicaciones—ni tampoco leyendo un libro.
Sino que adquieren esa fluidez por medio de la inmersión en la cultura de hablar el evangelio.
Necesitas recibir un entrenamiento formal en los fundamentos del evangelio, así como aprender un idioma requiere de conocer las bases de la gramática, el vocabulario, y las estructuras de las oraciones. Por esa razón, le dedico la siguiente sección de este libro al “evangelio”, para establecer los principios básicos de éste. Necesitas conocer los fundamentos del evangelio en el orden correcto para que adquieras fluidez en el evangelio.
Sin embargo, el entrenamiento formal por sí mismo no hace que te vuelvas fluido. Eso sólo ocurre a través de la inmersión en una cultura en la que se habla el evangelio, y a través de la práctica constante. Tienes que conocerlo, escucharlo constantemente, y practicar la manera de proclamarlo. Por eso, las tres secciones finales tienen los títulos: “El evangelio en mí”, “El evangelio con nosotros”, y “El evangelio para otros”.
La fluidez del evangelio empieza en ti, después se ejercita con una comunidad, y finalmente se expresa al mundo que necesita escuchar acerca de Jesús.
Tu desarrollo constante en el evangelio ocurre de la mejor manera a través de involucrarte en una iglesia que proclama el evangelio—un grupo de personas que se reúnen constantemente para escuchar la buena noticia de Jesús hablada. Por favor, si quieres crecer en la fluidez del evangelio, reúnete con una iglesia que constantemente predica la buena noticia de Jesucristo. También estoy convencido de que las personas necesitan participar a lo largo de la semana en una comunidad evangélica o una misión, o en una comunidad misional,1 donde los miembros consistentemente lleven el evangelio y lo compartan unos con otros en sus propias vidas y en las vidas de aquellos que todavía no creen en Jesús.
Cada vez que inicio una nueva comunidad misional, comienzo por pedirle a las personas que compartan sus historias. Las animo a que escuchen con “oídos de evangelio” lo que la gente cree que los ha salvado y los está salvando. También los animo a escuchar en busca de quién o qué es el héroe de cada historia.2 y paso varias semanas estableciendo los fundamentos del evangelio, asegurándome que las personas entiendan el evangelio, qué es lo que hace, y cómo es que se aplican las verdades de Jesús en las actividades cotidianas de la vida. Al igual que mi curso básico de español mientras estaba en la universidad, si las personas han de adquirir fluidez al momento de hablar del evangelio, tengo que establecer en ellas los fundamentos del evangelio.
Después animo a los miembros del grupo a que nunca se conformen con tener un tiempo juntos en el que no escuchen bien y no busquen oportunidades para hablar de Jesús en las conversaciones que tienen o en las situaciones que están enfrentando. No es una buena noche de comunidad cristiana si Cristo no está presente en nuestros pensamientos y conversaciones. Necesitamos tener conversaciones acerca de Jesús cada vez que nos reunimos. Él es la única razón por la cual existimos y funcionamos en este mundo.
La fluidez en un idioma requiere de una inmersión en una comunidad de personas que hablan esa lengua constantemente. La fluidez en el evangelio requiere de una inmersión en una comunidad de personas que estén tan saturadas del evangelio de Jesucristo que no puedan evitar hablar de las verdades de Jesús, sin importar a dónde vayan o en qué situación se encuentren.
Hablando de Jesús siempre
Hace muchos años, una joven estuvo durante el verano con nosotros para cumplir un requisito de su internado en la universidad. Al final del verano, nuestro equipo de liderazgo le organizó una fiesta de despedida. Durante la fiesta, le dimos un momento para que reflexionara acerca del tiempo que pasó con nosotros. Uno de nuestros líderes le preguntó qué había sido diferente a lo que ella esperaba.
Ella se detuvo por un momento y después dijo: “Bueno, esto puede sonar un poco extraño, pero lo que más me sorprendió fue lo mucho que hablan de Jesús. Es decir, ya sé que creemos en Jesús y que se supone que todo se debe tratar de Jesús, pero ustedes hablan de Él todo el tiempo. Cada día, en cada reunión, en cada situación— siempre están hablando de Jesús.
“Al principio yo creí que eran extraños. Después, comencé a pensar que tal vez se trataba de algo mal en mí—que no conocía y amaba realmente a Jesús. La iglesia de donde vengo habla acerca de Jesús aquí y allá—especialmente cuando tenemos un domingo evangelístico. Sin embargo, la mayoría de la enseñanza se trata de nosotros—de lo que tenemos que hacer y cómo necesitamos cambiar. Puede ser que escuchemos tres ideas clave acerca de cómo administrar mejor nuestro tiempo, o cinco principios para involucrarnos en el servicio. Pero no escuchamos a Jesús siendo predicado cada semana a través de cada texto de la Biblia, y en realidad no hablamos de Jesús cada vez que estamos juntos.
“Para ser honesta, cuando estuve con ustedes, comencé a cuestionar si verdaderamente era salva. Y, bueno, no estoy segura de cómo decir esto, pero creo que finalmente comencé a conocer y a amar a Jesús durante este verano con ustedes. ¡Simplemente era imposible escaparse de escuchar entre ustedes cuán grande es Jesús!”
Nos animó mucho el escuchar eso.
La fluidez del evangelio se desarrolla al estar inmersos en una comunidad que está saturada de Jesús. Una comunidad saturada de Jesús conoce y habla del evangelio cada día en cada situación, de manera que todas las partes de nuestra vida crecen en Cristo, y con el tiempo son transformados plenamente por la sumisión a Jesucristo, Quien es todo para nosotros (Efesios 1:22–23; 4:15; Colosenses 1:15–20).
Así es como se adquiere la fluidez del evangelio, pero comencemos con lo que es el evangelio.
¿Qué es el evangelio?
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