recurrir a ellos como un último recurso.
David Servan-Schreiber (2007) recuerda una cena con cardiólogos patrocinada por un laboratorio farmacéutico en un restaurante dedicado a la mejor carne vacuna de los EEUU. Una de las asistentes pidió pescado diciendo que estaba controlando su nivel de colesterol. Este pedido fue recibido con burlas por parte de sus colegas: “¡Tómate tu Lipitor y no fastidies con tu dieta!” Dicho sea de paso, observa Servan-Schreiber, Lipitor es el medicamento más rentable de todos los tiempos. En su momento de mayor auge, se estimaba su ganancia en un millón de dólares por hora o nueve mil millones de dólares por año (193–194).
Según Philippe Even, los médicos no aprendieron a ejercer lo suficiente el pensamiento crítico y científico (Books, 2009, 22). No reconocen los problemas en la información médica que reciben: una droga similar (que suele ser más económica) puede compararse favorablemente con un placebo en los resultados de investigación, pero no siempre con drogas existentes que contienen las misma moléculas. Muchos profesores universitarios prestigiosos se dejan sobornar por los laboratorios farmacéuticos. Mientras tanto, la Administración de Alimentos y Drogas (FDA) es financiada en gran medida por la industria farmacéutica (Books, 2009, 19). El poderoso grupo de presión de la industria también ha tenido éxito en que se legalizara la publicidad en los EEUU (afortunadamente no en Europa, sin embargo). Las drogas genéricas costarían mucho menos a los pacientes, y también a la sociedad. Y a todos nos iría mejor con menos medicamentos asociados al “estilo de vida”, así como con medicamentos similares y más investigaciones relacionadas con enfermedades serias (incluyendo enfermedades que no reciben la debida atención) y una mejor educación para promover estilos de vida más saludables.
Para limitar el consumo de drogas (todo lo posible), las personas necesitan cuidarse, en particular a través de una alimentación adecuada, ejercicio, y una vida equilibrada. Para muchos, esto requiere una evaluación honesta y valiente de la propia salud física, emocional, mental y espiritual. Esto implica acciones disciplinadas más que intentos de encontrar soluciones rápidas. Los coaches globales pueden resultar de gran ayuda para estimular la autonomía más que una innecesaria dependencia de las drogas.
Pese a las preocupantes tendencias generales, en la industria farmacéutica hay algunos ejemplos alentadores. El Centro para la Ciudadanía Empresarial del Boston College (BCCCC por sus siglas en inglés) cita a Novo Nordisk: “Su plataforma ‘Cambiando la diabetes’ apoya la aspiración a largo plazo del laboratorio de vencer esta enfermedad mediante el desarrollo de mejores métodos de prevención, detección y tratamiento. En apoyo a la implementación de la Declaración sobre la Diabetes de las Naciones Unidas, los esfuerzos de la empresa se centran en estimular a los elaboradores de políticas de salud a darle una mayor importancia a la diabetes en sus propuestas, educando a los profesionales de la salud y a las personas con diabetes a mejorar el diagnóstico, la atención y el autocuidado, así como alentar la toma de consciencia en las comunidades para una mayor prevención de la diabetes” (2009, 33).
Lo que más me llama la atención es que, más allá de vender sus medicamentos contra la diabetes, Novo Nordisk promueve la prevención de la enfermedad patrocinando acciones educativas. Esta es una fuente de orgullo y significado para los empleados, muchos de los cuales son voluntarios fuera de su trabajo, transmitiendo a los niños mensajes acerca de la prevención de esta enfermedad y difundiendo la Resolución sobre Diabetes de Naciones Unidas (que, en particular, enfatiza la importancia de la dieta y de la actividad física).
El sector bancario: la crisis de 2008
Los EEUU vivieron una burbuja inmobiliaria desde 2001 hasta 2005. Para aumentar sus comisiones, los corredores de bolsa recurrieron a dar créditos a más y más personas que no estaban en capacidad de pagarlos. Al mismo tiempo, los bancos de inversión armaron paquetes de bonos con estos créditos. La posibilidad de lograr altos beneficios entusiasmó a muchos inversores, quienes olvidaron que los castillos de arena tienden a derrumbarse. Lehman Brothers desapareció y muchas instituciones bancarias tuvieron que ser rescatados con fondos estatales. La crisis financiera y la recesión económica que se produjeron pusieron en dolorosa evidencia que vivimos en un mundo interconectado.
Los ciudadanos quedaron impresionados por la tremenda codicia, la idea de que tenían derecho a actuar según su propia voluntad sin límite alguno, su irresponsabilidad y su soberbia. The Economist preguntó: “¿Qué tiene que suceder para que los banqueros sientan al menos algún remordimiento?” y observó, “Está diciendo que el 79% de los trabajadores de Wall Street que respondieron a una encuesta realizada por eFinancialCareers.com dijeron que en 2008 habían recibido un bono a pesar de la carnicería. Casi la mitad de ellos dijeron que estaban insatisfechos con la cantidad que recibieron.” (“Wall Street excess–Looting stars,” 2009).
Sin embargo, los banqueros no fueron los únicos culpables. A los funcionarios responsables de las regulaciones también les cupo responsabilidad. Por ejemplo, “la Securities and Exchange Commission (SEC), los principales reguladores de Wall Street, pasaron por alto las operaciones de inversión y asesoramiento de [Bernard] Madoff, aun cuando tenía recursos gerenciados que alcanzaban los 17,1 miles de millones de dólares a principios de 2008. El director de la SEC admitió que no prestaron la debida atención al caso Madoff, y no actuaron como debían a pesar de las advertencias recibidas hacía casi una década” (“The Madoff Affair—Dumb Money and Dull Diligence,” 2008).
La crisis fue un fenómeno complejo con muchos elementos disparadores interconectados, incluyendo decisiones políticas inadecuadas. “La Reserva Federal ignoró la burbuja inmobiliaria y mantuvo las tasas de interés de corto plazo demasiado bajas por demasiado tiempo. La determinación del mundo emergente de acumular reservas, especialmente la decisión de China de mantener baja su tasa de intercambio, produjeron una oleada de capital en EEUU. Se produjo una especie de tormenta perfecta en la cual se combinaron errores de política con excesos de Wall Street” (“Capitalism at Bay”, 2008).
La regulación insuficiente en el sector financiero fue un factor clave. Aun The Economist, un incansable defensor de la libertad económica, insistió:
Las finanzas requieren regulación. Siempre dieron lugar a pánico, quiebras y burbujas. Como el resto de la economía no puede funcionar sin ellas, los gobiernos siempre tuvieron una gran participación. Sin duda, las finanzas modernas presentan serios condicionamientos. Algunos bancos parecen suponer que los mercados deberían estar siempre en estado de liquidez. Las conductas de riesgo son recompensadas; las precavidas fueron castigadas. Incluso los mejores banqueros tomaron riesgos increíbles. Por ejemplo, para fines de 2007, Goldman Sachs, sin duda la más atrevida, tenía un billón de activos en un peligroso equilibrio de más de 43 miles de millones en acciones. La falta de regulación alentaba esta peligrosa forma de juego financiero. La innovación financiera sobrevolaba los organismos reguladores. De algún modo, el mundo terminó con 62 billones de swaps en default (CDSS en inglés) sin sustento en negociaciones. Ni siquiera los defensores del libre comercio más radicales podían encontrarle sentido a estos movimientos. (“Capitalism at Bay”, 2008)
De algún modo, muchos banqueros e inversores se convirtieron en especuladores y jugadores, perdiendo de vista un propósito más básico y significativo. Los bancos deberían estar en el lugar de encuentro entre aquellos individuos y empresas que invierten sus ahorros y merecen un beneficio razonable, y quienes piden dinero prestado para financiar proyectos. Idealmente, estos proyectos deberían proporcionar un real valor a la sociedad: económico, ambiental y social.
Tuve la oportunidad de coachear a un experto en inversiones financieras. Aplicamos el marco de referencia de perspectivas múltiples así como el “Proceso de coaching global” que describí en mi libro anterior. El coaching de John se produjo en relación con varios episodios y lo dedicamos a varios desafíos evolutivos. Durante el proceso, John elaboró un visión personal antes de la crisis financiera. Su autenticidad, que desplegó en su valiente travesía evolutiva, contrasta con la superficialidad de muchos de sus colegas que la crisis puso en evidencia.
John explica:
Nuestro equipo (de inversores) siempre tuvo una verdadera pasión por invertir en espacios