Joel Beeke

La espiritualidad puritana y reformada


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la fe carece de un carácter salvífico. Así pues, habla de fe no formada, fe implícita, la preparación de la fe, fe temporal, una ilusión de fe, una manifestación falsa de fe, tipos de sombra de fe, fe transitoria y fe bajo una capa de hipocresía.225

      El auto-engaño es una posibilidad real, dice Calvino. Puesto que los réprobos a menudo sienten algo muy similar a la fe de los elegidos,226el auto-examen es esencial. Escribe: “Aprendamos a examinarnos a nosotros mismos, y a indagar si aquellas marcas interiores por las que Dios distingue a sus hijos de los extraños nos pertenecen, a saber, la raíz viva de la piedad y la fe”.227Felizmente, los que son verdaderamente salvos son librados del auto-engaño mediante un apropiado examen dirigido por el Espíritu Santo. Dice Calvino: “Mientras tanto, los fieles son enseñados a auto-examinarse con solicitud y humildad, para que no aparezca una seguridad carnal en lugar de la certeza de la fe”.228

      Incluso en el auto-examen, Calvino enfatiza a Cristo. Dice que debemos examinarnos para ver si estamos colocando nuestra confianza sólo en Cristo, pues éste es el fruto de la experiencia bíblica. Anthony Lane dice que para Calvino el auto-examen no es tanto “¿estoy confiando en Cristo?” como “¿estoy confiando en Cristo?”229 El autoexamen siempre debe dirigirnos a Cristo y su promesa. Nunca debe hacerse sin la ayuda del Espíritu Santo, el único que puede arrojar luz sobre la obra salvadora de Cristo en el alma del creyente. Fuera de Cristo, la Palabra y el Espíritu, dice Calvino, “si te contemplas a ti mismo, es condenación segura”.230

      Así pues, la línea de razonamiento de Calvino procede de esta manera: (1) El propósito de la elección comprende la salvación. (2) Los elegidos no son escogidos por algo en sí mismos, sino sólo en Cristo. (3) Puesto que los elegidos son en Cristo, la seguridad de su elección y salvación nunca pueden encontrarla en sí mismos o en el Padre fuera de Cristo. (4) Antes bien, su seguridad ha de encontrarse en Cristo; por ende, la comunión con Él es vital.

      La pregunta sigue en pie, sin embargo: ¿Cómo disfrutan los elegidos de tal comunión? y ¿cómo produce esto seguridad? La respuesta de Calvino es neumatológica: el Espíritu Santo aplica Cristo y sus beneficios a los corazones y vidas de los pecadores culpables que han sido elegidos, por medio de los cuales tienen la seguridad, por la fe salvífica, de que Cristo les pertenece a ellos y ellos a Cristo. El Espíritu Santo especialmente confirma, en ellos, la fiabilidad de las promesas de Dios en Cristo. Así pues, la seguridad personal nunca es divorciada de la elección del Padre, la redención del Hijo, la aplicación del Espíritu y el medio instrumental de la fe salvífica.

      El Espíritu Santo tiene un papel enorme en la aplicación de la redención, dice Calvino. Como consolador, sello y arras personales, el Espíritu Santo asegura al creyente de su adopción: “El Espíritu de Dios nos da tal testimonio que, cuando es nuestro guía y maestro, nuestro espíritu es asegurado de la adopción de Dios. Pues nuestra mente, de sí misma, sin el precedente testimonio del Espíritu, nunca podría transmitirnos esta seguridad”.231La obra del Espíritu Santo subyace bajo toda seguridad de salvación, sin menoscabar el papel de Cristo, pues el Espíritu es el Espíritu de Cristo, que asegura al creyente llevándolo a Cristo y sus beneficios, y operando estos beneficios dentro de él.232

      La unidad de Cristo y el Espíritu tiene tremendas implicaciones para la doctrina de la seguridad. El fundamento de la seguridad es, supuestamente, las promesas de Dios en Cristo y/o en la Palabra de Dios, mientras que la causa de la seguridad es el Espíritu, que la opera en el corazón. Cornelis Graafland argumenta, sin embargo, que esta distinción es demasiado simplista, ya que el Espíritu siempre opera como el Espíritu de Cristo. Así pues, los elementos objetivos y subjetivos de la seguridad no pueden separarse tan fácilmente; la salvación objetiva en Cristo está ligada al sello subjetivo del Espíritu. Graafland concluye que “Cristo en y a través de su Espíritu es el fundamento de nuestra fe”.233

      Además, para Calvino, la objetiva confianza del creyente en las promesas de Dios como fundamento principal para la seguridad debe ser subjetivamente sellada por el Espíritu Santo para que haya una verdadera confianza. Los réprobos pueden reclamar las promesas de Dios sin experimentar el sentimiento (sensus) o conciencia de tales promesas. El Espíritu a menudo opera en los réprobos, pero de un modo inferior. Calvino dice que la mente de los réprobos puede ser momentáneamente iluminada de modo que parezcan tener un comienzo de fe. No obstante, “jamás reciben nada excepto una confusa conciencia de gracia”.234

      Por otro lado, los elegidos son regenerados con una semilla incorruptible.235Reciben beneficios subjetivos que los réprobos jamás gustan. Sólo ellos reciben las promesas de Dios como verdad en lo interior; sólo ellos reciben el testimonio que se puede llamar “el alumbramiento del Espíritu”; sólo ellos reciben el conocimiento experimental e intuitivo de Dios cuando Él se les ofrece en Cristo.236La fe en las promesas de Dios operada por el Espíritu efectúa una unión con Cristo.237Calvino dice que sólo en los elegidos “penetra este afecto…que nos transporta al cielo; por él somos admitidos en los recónditos tesoros de Dios”.238“Porque el Espíritu Santo no sella propiamente más que en los elegidos la remisión de los pecados, a fin de que tengan una particular certidumbre y se aprovechen de ello”.239Sólo los elegidos llegan a conocer una fe especial y un testimonio interior especial.

      Según Heribert Schtzeichel, un teólogo católico romano, el énfasis de Calvino en una fe especial y un testimonio especial recuerda la insistencia del Concilio de Trento en que la seguridad siempre es revelada de un modo especial.240Para el Concilio de Trento, sin embargo, la seguridad es especial y poco común; para Calvino la seguridad es especial y normativa, pues es parte de la esencia de la fe.241 Para Trento, la seguridad está separada de la Palabra; para Calvino, la seguridad siempre está relacionada con la Palabra. El testimonio seguro del Espíritu no añade a la Palabra mediante alguna visión mística o voz audible;242antes bien, acompaña a la Palabra. El sello del Espíritu es un testimonio personal, por medio del evangelio, de que las promesas de Dios son para el creyente personalmente. Dice Calvino: “La seguridad es algo por encima de la capacidad de la mente humana; es de parte del Espíritu para confirmar dentro de nosotros lo que Dios promete en su Palabra”.243 Los réprobos jamás experimentan tal seguridad, pues jamás gustan la unión de la verdad objetiva de la promesa de Dios y el sello subjetivo del Espíritu.

      Finalmente, sin embargo, cuando distingue a los elegidos de los réprobos, Calvino habla más sobre lo que el Espíritu hace en nosotros que lo que Cristo hace por nosotros, pues allí la línea de demarcación es más pronunciada. Habla mucho de experiencia interior, de sentimiento, de alumbramiento, de percepción, incluso de “violenta emoción”.244Aunque consciente de los peligros de una excesiva introspección, Calvino también reconoce que las promesas de Dios sólo son suficientes cuando son traídas por el Espíritu dentro del ámbito, experiencia y obediencia de la fe.245

      Para resumir la posición de Calvino, los tres miembros de la trinidad están implicados en la seguridad de la fe del creyente. Además, las obras de Cristo y el Espíritu Santo son complementarias. Cuando Calvino responde a Pighius que “Cristo es mil testimonios para mí”, está diciendo que Cristo es una fuente de seguridad poderosa, fundamental y principal para él, precisamente a causa de la aplicación que el Espíritu hace de Cristo y sus beneficios a él. De nuevo, cuando Berkower dice que la Institución de Calvino jamás se cansa “de repetir la advertencia contra todo intento de ganar seguridad fuera de Cristo y su cruz”,246esto debe entenderse en términos de la obra del Espíritu, ya que nadie puede asegurarse jamás de Cristo sin el Espíritu.247 El Espíritu Santo revela al creyente a través de su Palabra que Dios es un Padre con buena disposición, y lo capacita para abrazar las promesas de Cristo por la fe.

      Conclusión

      Estos cuatro principios operativos en Calvino –fe y experiencia, carne frente a espíritu, germen de fe frente a conciencia de fe, y estructura trinitaria– nos permiten sacar varias conclusiones:

      En primer lugar, el concepto de fe de Calvino incluye seguridad en la esencia y quintaesencia de la fe, sin demandar que el creyente sienta