Joel Beeke

La espiritualidad puritana y reformada


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recepción de ellos.

      2. Entender que, si tenemos pocas posesiones, debemos soportar nuestra pobreza pacientemente para que no caigamos en deseos desordenados.

      3. Recordar que somos administradores del mundo en que Dios nos ha colocado. Pronto tendremos que darle cuenta de nuestra administración.

      4. Saber que Dios nos ha llamado para sí mismo y su servicio. A causa de este llamamiento, nos esforzamos por cumplir con nuestras tareas en su servicio, para su gloria y bajo su ojo vigilante y benevolente.145

      La obediencia

      Para Calvino, la obediencia incondicional a la voluntad de Dios es la esencia de la piedad. La piedad vincula el amor, la libertad y la disciplina sujetándolos todos a la voluntad y Palabra de Dios.146El amor es el grandioso principio que impide que la piedad degenere en el legalismo. Al mismo tiempo, la ley proporciona el contenido para el amor.

      La piedad incluye reglas que gobiernan la respuesta del creyente. Privadamente, estas reglas toman la forma de la abnegación y el llevar la cruz; públicamente, son expresadas en el ejercicio de la disciplina eclesial, lo que Calvino puso en práctica en Ginebra. En cualquier caso, la gloria de Dios impone la obediencia disciplinada. Para Calvino, el cristiano piadoso no es ni débil ni pasivo, sino dinámicamente activo en el seguimiento de la obediencia, muy similar a un corredor de distancias, un colegial diligente o un guerrero heroico, sometiéndose a la voluntad de Dios.147

      En el prefacio de su comentario a los Salmos, Calvino escribe: “Ésta es la verdadera prueba de nuestra obediencia, en la que, diciendo adiós a nuestros afectos, nos sujetamos a Dios y permitimos que nuestras vidas sean de tal manera gobernadas por su voluntad que cosas muy amargas y duras para nosotros –porque vienen de Él– se tornan dulces”.148“Dulce obediencia”: Calvino acogió de buen agrado tales descripciones. Según I. John Hesselink, Calvino describió la vida piadosa con palabras como “dulce”, “dulcemente” o “dulzura” cientos de veces en su Institución, comentarios, sermones y tratados. Calvino escribe sobre la dulzura de la ley, la dulzura de Cristo, la dulzura de la consolación en medio de la adversidad y la persecución, la dulzura de la oración, la dulzura de la Cena del Señor, la dulzura de la divina oferta gratuita de la vida eterna en Cristo, y la dulzura de la gloria eterna.149

      Escribe sobre el dulce fruto de la elección, además, diciendo que finalmente este mundo y todas sus glorias pasarán. Lo que nos da seguridad de salvación y esperanza de la vida que ha de venir es que hemos sido “escogidos en Cristo desde antes de la fundación del mundo” (Ef. 1:4).150Jamás seremos claramente persuadidos…de que nuestra salvación emana del manantial de la misericordia gratuita de Dios hasta que conozcamos el dulce fruto de la elección eterna de Dios”.151

      Conclusión

      Calvino se esforzó por vivir él mismo la vida de pietas –teológica, eclesiástica y prácticamente–. Al final de la vida de Calvino, Teodoro de Beza escribió: “Habiendo sido espectador de su conducta durante dieciséis años…, puedo ahora declarar que en él todos los hombres pueden ver un muy bello ejemplo del carácter cristiano, un ejemplo que es tan fácil de calumniar como difícil de imitar.152

      Calvino nos muestra la piedad de un ferviente teólogo reformado que habla desde el corazón. Habiendo gustado la bondad y gracia de Dios en Jesucristo, siguió la piedad buscando conocer y hacer la voluntad de Dios cada día. Tuvo comunión con Cristo, practicó el arrepentimiento, la abnegación y el llevar la cruz, y se involucró en importantes mejoras sociales.153Su teología se concretó en la piedad sincera centrada en Cristo.154

      Para Calvino y los reformadores de la Europa del siglo XVI, doctrina y oración, así como fe y adoración, están íntegramente relacionados. Para Calvino, la Reforma incluye la reforma de la piedad ( ) o espiritualidad tanto como una reforma de la teología. La espiritualidad que había sido enclaustrada entre los muros de los monasterios durante siglos se había colapsado. La espiritualidad medieval quedó reducida a una devoción célibe, ascética y penitente en el convento o monasterio. Pero Calvino ayudó a los cristianos a entender la piedad en términos de vivir y actuar cada día conforme a la voluntad de Dios (Ro. 12:1-2), en medio de la sociedad humana. Mediante la influencia de Calvino, la espiritualidad protestante se centró en cómo vivir la vida cristiana en la familia, el campo, la fábrica y el mercado.155Calvino ayudó a los protestantes a cambiar por completo el centro de la vida cristiana.

      La enseñanza, predicación y catequismo de Calvino fomentó el crecimiento de la relación entre los creyentes y Dios. La piedad significa experimentar la santificación como una obra divina de renovación expresada en arrepentimiento y justicia, que progresa mediante el conflicto y la adversidad, de manera similar al ejemplo de Cristo. En tal piedad, la oración y la adoración son centrales, tanto en privado como en la comunidad de los creyentes.

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      Calvino dirigiéndose al consejo de la ciudad de Ginebra por última vez

      La adoración de Dios siempre es principal, pues nuestra relación con Dios tiene preferencia sobre todo lo demás. Esta adoración, sin embargo, se expresa mediante el modo en que vive el creyente su vocación y trata a su prójimo, pues nuestra relación con Dios se ve más concretamente en la transformación de toda relación humana. La fe y la oración, puesto que transforman a cada creyente, no pueden ocultarse. En última instancia, por tanto, deben transformar a la Iglesia, la comunidad y el mundo.

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      La última visita de Guillermo Farel a Calvino en su lecho de muerte

      La doctrina de Calvino de la seguridad de la fe está repleta de paradojas que, a menudo, han sido malinterpretadas, incluso por eruditos de Calvino. Por ejemplo, William Cunningham (1805-1861), un fiel erudito calvinista, escribe: “Calvino nunca se contradijo tan llana y palpablemente como [cuando], en inmediata relación con la definición dada por él de la fe salvífica, hizo afirmaciones, con respecto a la condición de la mente que puede existir en los creyentes, que no pueden reconciliarse con la definición formal”.156

      Después de presentar, brevemente, la visión de Calvino de la fe y la seguridad, y su paradójica relación, me centraré en cuatro principios desde los que opera Calvino. Cada cual ayudará a dar sentido a las aparentes contradicciones de Calvino sobre la seguridad. Combinados, estos principios confirman la tesis de que Calvino realmente desarrolló una doctrina bíblica de la seguridad que confirma las experiencias espirituales al inicio y a lo largo de la vida de fe.157

      La naturaleza y definición de la fe

      La doctrina de Calvino de la seguridad afirma los principios básicos de Martín Lutero y Ulrico Zwinglio, y manifiesta énfasis propios. Al igual que Lutero y Zwinglio, Calvino dice que la fe nunca es, meramente, asentimiento (assensus), sino que implica tanto conocimiento (cognitio) como confianza (fiducia). Afirma que conocimiento y confianza son dimensiones salvíficas de la fe, antes que cuestiones nocionales. Para Calvino, la fe no es la suma de conocimiento histórico y asentimiento salvífico, como algunos de sus sucesores enseñarían, sino que la fe es un conocimiento salvífico y cierto unido a una confianza salvífica y segura.158

      Calvino sostuvo que el conocimiento es fundamental para la fe. El conocimiento descansa sobre la Palabra de Dios, que es esencialmente las Sagradas Escrituras, así como el evangelio y su proclamación.159La fe se origina en la Palabra de Dios. La fe descansa firmemente en la Palabra de Dios; siempre dice amén a las Escrituras.160Por ende, la seguridad debe buscarse en la Palabra y fluye de la Palabra.161La seguridad es tan inseparable de la Palabra como los rayos lo son del sol.

      La fe también es inseparable de