Joel Beeke

La espiritualidad puritana y reformada


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adoración.101Pronto comenzó a trabajar en versiones metrificadas de los Salmos, para usarlos en el culto público. El 16 de enero de 1537, poco después de su llegada a Ginebra, Calvino pidió a su consejo introducir el canto de los Salmos en el culto de la Iglesia. Aprovechó el talento de otros hombres, como Clement Marot, Louis Bourgeois y Teodoro Beza, para producir el salterio ginebrino. Esta obra tardaría veinticinco años en completarse. La primera colección (1539) contenía dieciocho salmos, seis de los cuales puso en verso Calvino. El resto fue hecho por el poeta francés Marot. Una versión extendida (1542) que contenía treinta y cinco salmos fue posterior, seguida por una de cuarenta y nueve salmos (1543). Calvino escribió el prefacio a ambas, recomendando la práctica del canto colectivo. Tras la muerte de Marot en 1544, Calvino alentó a Beza a poner en verso el resto de los salmos. En 1564, dos años antes de su muerte, Calvino se alegró de ver la primera edición completa del salterio ginebrino.102

      El salterio ginebrino está dotado de una excelente colección de 125 melodías, escritas particularmente para los Salmos por músicos destacados, de quienes Louis Bourgeois es el más conocido. Las composiciones son melódicas, distintivas y reverentes.103Expresan claramente las convicciones de Calvino de que la piedad se promueve más cuando se da prioridad al texto por encima de la melodía, al tiempo que se reconoce que los salmos merecen su propia música. Puesto que la música debía ayudar a la recepción de la Palabra, Calvino dice que debía ser “de peso, dignificada, majestuosa y modesta” –adecuándose a las actitudes de una criatura pecaminosa en la presencia de Dios.104Esto protege la soberanía de Dios en la adoración y permite una apropiada conformidad entre la disposición interna del creyente y su confesión externa.

      El canto de los Salmos es uno de los cuatro actos principales de la adoración eclesial, creía Calvino. Es una extensión de la oración. Es también la contribución vocal más significante del pueblo en el culto. Los Salmos se cantaban en los cultos de la mañana y de la tarde del domingo. Comenzando en 1546, una lista impresa indicaba qué salmos habían de ser cantados en cada ocasión. Los salterios eran asignados a cada culto conforme a los textos que se predicaban. En 1562, se cantaban tres salmos en cada culto.105

      Calvino creía que el canto colectivo subyugaba el corazón caído y reeducaba los afectos caprichosos en el camino de la piedad. Como la predicación y los sacramentos, el canto de los Salmos disciplina los afectos del corazón en la escuela de la fe y eleva al creyente a Dios. El canto de los Salmos amplifica el efecto de la Palabra en el corazón y multiplica la energía espiritual de la Iglesia. “Los Salmos pueden estimularnos a levantar nuestros corazones a Dios y despertarnos un ardor por invocar, así como exaltar con alabanzas, la gloria de su nombre”, escribe Calvino.106Con la dirección del Espíritu, el canto de los Salmos afina los corazones de los creyentes para la gloria.

      El salterio ginebrino fue una parte integral de la adoración calvinista durante siglos. Estableció el modelo para posteriores libros de Salmos reformados franceses, así como para aquéllos en inglés, holandés, alemán y húngaro. Como libro devocional, enardeció los corazones de miles, pero la gente que cantaba con él entendía que su poder no estaba en el libro o en sus palabras, sino en el Espíritu que imprimía aquellas palabras en sus corazones.

      El salterio ginebrino promovía la piedad estimulando una espiritualidad de la Palabra que era colectiva y litúrgica, y que deshacía la distinción entre liturgia y vida. Los calvinistas cantaban libremente los Salmos no sólo en sus iglesias, sino también en los hogares y lugares de trabajo, en las calles y en el campo.107El canto de los Salmos se convirtió en un “medio de auto-identificación hugonote”.108Este piadoso ejercicio se convirtió en un emblema cultural. En pocas palabras, como escribe T. Hartley Hall, “en versiones bíblicas o métricas, los Salmos, junto con las melodías majestuosas a las que pronto fueron unidos, son claramente el corazón y alma de la piedad reformada”.109

      Dimensiones prácticas

      Aunque Calvino veía la Iglesia como el vivero de la piedad, también enfatizaba la necesidad de la piedad personal. El cristiano se esfuerza por la piedad porque ama la justicia, anhela vivir para la gloria de Dios, y se deleita en obedecer la regla de justicia de Dios expuesta en la Escritura.110Dios mismo es el centro de la vida cristiana111–una vida que es, por tanto, llevada a cabo en la abnegación, particularmente expresada en llevar la cruz, al igual que Cristo–.112

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      Facsímil de la escritura de Calvino

      Para Calvino, esta piedad “es el principio, mitad y final de la vida cristiana”.113 Comprende numerosas dimensiones prácticas para la vida cristiana diaria, que son minuciosamente explicadas en la Institución, comentarios, sermones, cartas y tratados de Calvino. Aquí está la esencia de lo que Calvino dice sobre la oración, el arrepentimiento y la obediencia, así como sobre la vida cristiana piadosa, en los capítulos 6-10 del Libro 3 de la Institución de 1559.114

      La oración

      La oración es el principal y perpetuo ejercicio de fe y el elemento primordial de la piedad, dice Calvino.115La oración muestra la gracia de Dios al creyente cuando el creyente ofrece alabanzas a Dios y pide su fidelidad. Comunica piedad tanto privada como colectivamente.116

      Calvino dedicó el segundo capítulo más largo de la Institución (Libro 3, capítulo 20) a la oración, proporcionando seis propósitos para ella: acudir a Dios con cada necesidad, poner todas nuestras peticiones ante Dios, prepararnos para recibir los beneficios de Dios con humilde gratitud, meditar sobre la bondad de Dios, instaurar el espíritu apropiado de deleite en las respuestas de Dios a la oración, y confirmar su providencia.117

      Dos problemas aparecerán, probablemente, con la doctrina de la oración de Calvino. En primer lugar, cuando el creyente se somete, obedientemente, a la voluntad de Dios, no renuncia, necesariamente, a su propia voluntad. Antes bien, mediante el acto de la oración sumisa, el creyente invoca la providencia de Dios para que actúe en su favor. Así pues, la voluntad del hombre, bajo la guía del Espíritu, y la voluntad de Dios trabajan juntas en comunión.

      En segundo lugar, a la objeción de que la oración parece superflua a la luz de la omnisciencia y omnipotencia de Dios, Calvino responde que Dios ordenó la oración más para el hombre, como un ejercicio de piedad, que para sí mismo. La providencia debe ser entendida en el sentido de que Dios ordena los medios juntamente con los fines. La oración es, así pues, un medio para recibir lo que Dios ya se ha propuesto conceder.118La oración es un camino por el que los creyentes buscan y reciben lo que Dios ha determinado hacer por ellos desde la eternidad.119

      Calvino trata la oración como un don más que como un problema. La correcta oración está gobernada por reglas, dice. Éstas incluyen orar con:

      • un sincero sentido de reverencia

      • un sentido de necesidad y arrepentimiento

      • una renuncia a toda confianza en uno mismo y una humilde petición de perdón

      • una esperanza segura

      Todas estas reglas son repetidamente violadas incluso por los más santos del pueblo de Dios. No obstante, por amor a Cristo, Dios no abandona a los piadosos, sino que tiene misericordia de ellos.120

      A pesar de las faltas de los creyentes, la oración es requerida para el aumento de la piedad, pues la oración disminuye el amor propio y multiplica la dependencia de Dios. Como adecuado ejercicio de piedad, la oración une a Dios y al hombre –no en sustancia, sino en voluntad y propósito–. Al igual que la Cena del Señor, la oración eleva al creyente a Cristo y concede a Dios la debida gloria.

      Esta gloria es el propósito de las tres primeras peticiones de la oración del Señor, así como de otras peticiones que tratan de su creación. Puesto que la creación depende de la gloria de Dios para su preservación, toda la oración del Señor está dirigida a la gloria de Dios.121

      En la oración del Señor, Cristo