Joel Beeke

La espiritualidad puritana y reformada


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y amén”.162La fe descansa en el conocimiento bíblico y en las promesas que apuntan a Cristo y se centran en Cristo. La fe verdadera recibe a Cristo como es revestido en el evangelio y ofrecido, de gracia, por el Padre.163

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      Ulrico Zwinglio

      Así pues, la fe verdadera se centra en las Escrituras en general y, en particular, en la promesa de la gracia de Dios en Cristo. Calvino hace, en gran medida, de las promesas de Dios el fundamento de la seguridad, pues estas promesas están basadas en la misma naturaleza de Dios, que no puede mentir. Puesto que Dios promete misericordia a los pecadores en su miseria, la fe se apoya en tales

      promesas.164Las promesas son cumplidas por Cristo. Por tanto, Calvino dirige a los pecadores a Cristo y a las promesas como si fueran sinónimos.165Si se entiende adecuadamente, la fe descansa y se apropia de las promesas de Dios en Cristo que se hacen conocidas en la Escritura.166

      Puesto que la fe adquiere su carácter de la promesa en que descansa, toma el sello infalible de la misma Palabra de Dios. En consecuencia, la fe posee la seguridad en su misma naturaleza. Seguridad, certeza, confianza –tal es la esencia de la fe. Esta fe segura en sí misma y para el creyente es el don del Espíritu Santo a los elegidos. El Espíritu convence al pecador elegido de la fiabilidad de la promesa de Dios en Cristo y le concede fe para recibir esa Palabra.167

      En resumen, para Calvino la fe cierta implica, necesariamente, conocimiento salvífico, las Escrituras, Jesucristo, las promesas de Dios, la obra del Espíritu Santo y la elección. Dios mismo es la seguridad de los elegidos. La seguridad está gratuitamente fundamentada en Dios.168

      En consecuencia, la definición formal de la fe de Calvino se lee de este modo: “Por tanto, podemos obtener una definición perfecta de la fe si decimos que es un conocimiento firme y cierto de la voluntad de Dios respecto a nosotros, fundamentado sobre la verdad de la promesa gratuita hecha en Jesucristo, revelada a nuestro entendimiento y sellada en nuestro corazón por el Espíritu Santo”.169En esencia, Calvino acentúa que la fe es la seguridad de la promesa de Dios en Cristo, e implica a todo el hombre en el uso de la mente, la aplicación al corazón y la rendición de la voluntad.170

      La seguridad de la esencia de la fe

      Más concretamente, Calvino argumenta que la fe implica algo más que creer objetivamente en la promesa de Dios: implica seguridad personal y subjetiva. Al creer en la promesa de Dios a los pecadores, el verdadero creyente reconoce y

      celebra que Dios es gracioso y benevolente para con él en particular. La fe es un conocimiento seguro “de la voluntad de Dios respecto a nosotros…, revelada a nuestro entendimiento…, sellada en nuestro corazón”.171 La fe recibe la promesa del evangelio como algo más que una abstracción impersonal: es inseparable de la certeza personal. Calvino escribe: “Lo esencial de la fe consiste en que no pensemos que las promesas de misericordia que el Señor nos ofrece son verdaderas solamente fuera de nosotros; sino más bien que, al recibirlas en nuestro corazón, las hagamos nuestras”.172

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      El joven Calvino exponiendo la Biblia a una familia en Bourges

      Así pues, como observa Robert Kendall, Calvino reiteradamente describe la fe como “certeza (certitudino), una firme convicción (solido persuasio), seguridad (securitas), firme seguridad (solida securitas) y plena seguridad (plena securitas).173Si bien la fe consiste en conocimiento, también se caracteriza por una ferviente seguridad que es “una posesión cierta y segura de las cosas que Dios ha prometido”.174

      Calvino enfatiza también, a través de sus comentarios, que la seguridad forma parte de la fe.175Dice que aquél que cree pero carece de la convicción de que es salvo por Dios, no es un verdadero creyente, después de todo. Escribe:

      En conclusión, no hay nadie verdaderamente creyente sino aquél que, absolutamente persuadido de que Dios es su Padre propicio y benévolo, se promete de la liberalidad de este su Dios todas las cosas; y aquél que, confiado en las promesas de la benevolencia de Dios para con él, concibe una indubitable esperanza de su salvación…Afirmo, pues, que solamente es creyente el que confiado en la seguridad de su salvación no se preocupa en absoluto del Diablo y de la muerte, sino que osadamente se burla de ellos.176

      Calvino dice que los verdaderos creyentes deben saber y saben que lo son: “Permanezca, entonces, firme esta verdad: que nadie puede llamarse hijo de Dios si no sabe que lo es. Esta seguridad tan grande, que se atreve a triunfar sobre el diablo, la muerte, el pecado y las puertas del infierno, debiera morar en lo profundo del corazón de todos los santos, pues nuestra fe no es nada a menos que estemos seguros de que Cristo es nuestro, y de que el Padre es en Él propicio para con nosotros”.177Haciendo una exégesis de 2 Corintios 13:5, Calvino incluso afirma que quienes dudan de su unión con Cristo son reprobados: “[Pablo] declara que son reprobados todos los que dudan de que profesan a Cristo y son parte de su cuerpo. Consideremos, por tanto, fe adecuada sólo la que nos lleva a reposar seguros en el favor de Dios, sin opiniones vacilantes, sino con una seguridad firme e inquebrantable”.

      Este tipo de afirmación llevó a William Cunningham y Robert Dabney a acusarlo de imprudencia.178Diversos pasajes de la Institución, comentarios y sermones de Calvino, sin embargo, también presentan un formidable número de afirmaciones igualmente intensas y tajantes.

      La fe y la seguridad frente a la incredulidad

      A través de su elevada doctrina de la fe, Calvino repite estos temas: con dificultad muere la incredulidad; la seguridad a menudo es probada por la duda; severas tentaciones, luchas y contiendas son la norma; Satanás y la carne arremeten contra la fe; la confianza en Dios es asediada por el temor.179Calvino de sí mismo reconoce que la fe no se retiene sin un severo combate contra la incredulidad, ni está libre de dudas y ansiedad. Escribe: “La fe siempre está mezclada, en todos los hombres, con la incredulidad… Pues la incredulidad está tan hondamente arraigada en nuestros corazones, y tan inclinados nos sentimos a ella que, aunque todos confiesan que Dios es veraz, ninguno se convence de ello sin gran dificultad y grandes luchas. Principalmente cuando llega el momento de la prueba y cuando las tentaciones nos oprimen, las dudas y vacilaciones descubren el vicio que permanecía oculto”.180

      Según Calvino, la fe debiera ser segura, pero no existe una seguridad perfecta en esta vida. El creyente no estará completamente sano de la incredulidad hasta que muera. Aunque la fe misma no puede dudar, la fe es constantemente asaltada por la tentación de la duda.181El cristiano se esfuerza, pero nunca logra del todo una seguridad ininterrumpida.

      Calvino concede diversos grados de fe. Aunque fuentes secundarias a menudo le quitan importancia, Calvino usa conceptos como “infancia de la fe”, “comienzos de la fe” y “fe débil” con más frecuencia incluso que Lutero.182Toda fe comienza en la infancia, dice Calvino. Escribe: “La paciencia de Cristo es grande al considerar discípulos a aquéllos cuya fe es tan pequeña. Y, de hecho, esta doctrina se extiende a todos nosotros en general; pues la fe que ahora es plenamente madura tuvo su infancia al principio, y tampoco es tan perfecta en ninguno como para que no le sea necesario hacer progreso en ella”.183

      Exponiendo el proceso de maduración de la fe más que sus secretos comienzos o realización final, Calvino afirma que la seguridad es proporcional al desarrollo de la fe. Más concretamente, presenta al Espíritu Santo no sólo como el iniciador de la fe, sino también como la causa y sustentador de su crecimiento.184La fe, el arrepentimiento, la santificación y la seguridad son todos progresivos.185

      Exponiendo Juan 20:3, Calvino parece contradecir su afirmación de que los verdaderos creyentes saben que lo son, cuando testifica que los discípulos no eran conscientes de su fe al acercarse a la tumba vacía: “Habiendo tan poca fe o, más bien, casi ninguna fe, tanto en los discípulos como en las mujeres, es asombroso