Elyse Fitzpatrick

Venciendo el Temor, la Preocupación y la Ansiedad


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      Pero Sara luchaba con sus propios temores. Su esposo le había dicho sobre la promesa de Dios de darles un hijo y conforme pasaban los años y ella seguía estéril, se volvió más y más miedosa. No sólo el tiempo de su reloj biológico estaba avanzando, sino que ya se había detenido. La Biblia dice que su vientre “estaba muerto.” Y entonces, con miedo, decidió tomar el asunto en sus propias manos. Abraham necesitaba un heredero, ella anhelaba un hijo, así que se le ocurrió un plan. Ella le dio a su marido su sierva, Agar, para que la embarazara y se cumpliera la promesa. ¡Qué torbellino de problemas generaron sus acciones! De hecho, el problema entre los hijos de Israel y los hijos de Agar, que comenzó con el nacimiento de Ismael, el hijo de Agar, ha continuado por siglos.

      Después, el Señor llegó a visitar a Abraham. “De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo,” dijo. Sara, que escuchaba detrás de la puerta de la tienda, se rió. Ésta no fue una risa de gozo o alegría, fue la risa de la incredulidad y el cinismo. El Señor confrontó su risa de incredulidad y dijo, “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” Pero Sara negó que se estuviera riendo diciendo, “No me reí.” ¿Por qué? Porque tuvo miedo (Génesis 18:10-15).

      Abraham y Sara se muestran en las Escrituras como ejemplos de personas de fe. ¿Puedes ver cómo, por sí mismos, en sus propias fuerzas, no fueron tales grandes ejemplos? ¿Qué, entonces, los hace ejemplos de fe? La gracia de Dios. Gracia es el favor inmerecido de Dios hacia Sus hijos a pesar de sus fallas. En el capítulo 11 estudiaremos a conciencia el papel que juega la gracia en los miedos por vencer, pero por ahora sólo quiero que vislumbres lo fuerte y amoroso que Dios es. Él obró de maneras poderosas a través de Abraham y Sara a pesar de sus debilidades y Él puede hacer lo mismo a través de ti y de mí.

      “No soy lo suficientemente bueno” —Moisés

      La historia de Moisés es muy conocida por la mayoría de las personas. Fue rescatado de ahogarse por la hija del Faraón y criado en el palacio del Faraón como su hijo. Pero, cuando Dios comenzó a hablarle de liberar a Su pueblo, Moisés tomó el asunto en sus propias manos y mató a un egipcio que oprimía a uno de sus compañeros israelitas. Entonces Moisés tuvo que huir al desierto para salvar su vida. Los años pasaron y, con el tiempo, los sueños de Moisés de ser un libertador se desvanecieron. Después tuvo un encuentro con una zarza ardiendo. Mientras Dios le esbozaba Su plan para la liberación de Su pueblo, Moisés más se amedrentó. Ciertamente era intimidante pensar que debía volver a la nación más poderosa de la tierra y exigir la libertad de los esclavos. A medida que Moisés consideraba el llamado de Dios, su mente se llenó de temores—principalmente los temores de que no tendría éxito o de que no sería capaz de terminar la tarea. Considera lo que le dijo a Dios y ve si sus inquietudes resuenan en tu corazón.

      • “Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” (Éxodo 3:11)

      • “Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.” (Éxodo 4:1)

      • “Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! Nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.” (Éxodo 4:10)

      • “Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.” (Éxodo 4:13).

      Confía en Dios, No en Ti

      Yo verdaderamente me identifico con el temor de Moisés, ¿tú no? No puedo hacer eso...No soy buena hablando en público... pero si no me creen. ¿Puedes visualizarlo? Yo sí. De hecho, creo que he tenido ese tipo de conversación con el Señor. Dios estaba alentando a Moisés siempre. Le aseguró Su presencia y Su poder para cumplir Su voluntad. Pero todo lo que Moisés podía ver era su propia insuficiencia, temor e incredulidad.

      Observa que Dios no invirtió tiempo tratando de levantarle a Moisés la seguridad en sí mismo. Más bien, Dios seguía recordándole que debía poner su confianza en Él. Siempre que pasamos tiempo tratando de convencernos de que realmente somos mejores o más fuertes o más sabias de lo que sabemos que somos, estamos condenadas al fracaso. Dios no quiere que crezcamos en la seguridad en nosotras mismas. Quiere que pongamos toda nuestra confianza en Él. Después de todo, Él es el único lo suficientemente poderoso para vencer a los faraones en nuestras vidas.

      A medida que Moisés crecía en su confianza en el Señor, Dios lo usó para lograr una gran liberación. De hecho, Moisés se conoce hoy como uno de los mayores líderes de la historia bíblica. Pero eso no fue porque él fuera un hombre valiente por su cuenta, ¿verdad? Fue sólo por el gran poder de Dios y Su determinación de cumplir Su propósito. Y lo que Dios hizo por Moisés, lo puede hacer por ti. Puedes descansar sabiendo que si Dios te está llamando a hacer algo, incluso si es sólo ser lo suficientemente valiente para ir a la iglesia o hablarles a las personas, entonces Su gracia también será efectiva en tu vida.

      La Clase Equivocada del Temor de Dios

      Los hijos de Israel habían sido esclavos en Egipto más o menos por 400 años cuando Moisés los libertó de la esclavitud y los llevó en un viaje por el desierto que los llevaría a la Tierra Prometida. Tres meses después, Dios le dijo a Moisés que le dijera al pueblo que se presentaría a ellos. Moisés le dijo al pueblo sobre de los límites que tendrían que respetar porque la presencia de Dios, que infunde temor reverencial, iba a estar cerca de ellos. Con mucho gusto aceptaron encontrarse con Dios. Pero cuando vieron realmente la manifestación de Dios tan cerca, se llenaron de terror.

      Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: “Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos”. Y Moisés respondió al pueblo: “No temáis;....” Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios. Éxodo 20:18-21

      ¿No es interesante que Moisés les diga a las personas que no tengan miedo? La gracia de Dios había obrado poderosamente en su corazón, ¿no es así? Si usas tu imaginación, no tendrás mucho problema para entender por qué los israelitas respondieron de la forma en que lo hicieron. Sus sentidos estaban saturados con los truenos, los relámpagos, las ruidosas bocinas, el humo, la tierra temblando bajo sus pies. Si hubiera sido uno de ellos, posiblemente me hubiera ido a toda prisa también. Las personas tenían miedo de Dios y decidieron que sería mejor dejar que Moisés tratara con Él a solas. Entonces Moisés les podía dar el reporte a ellos. Este Dios, Jehová, era demasiado escalofriante e incontrolable para ellos. Como lo dijo el escritor C. S. Lewis sobre el león Aslan, que representa a Jesucristo en la serie de libros de Lewis, Las Crónicas de Narnia, “Él no es un león manso.”8 Este miedo servil que sentían hacia Dios engendraría más miedo, pecado y el ocultarse de Él. Sería la fuente de múltiples tristezas y fracasos.

      En el capítulo 9 voy a hablar sobre la clase correcta del temor de Dios—la clase de temor que nos atrae hacia Él en vez de alejarnos. Lo que llamaremos temor piadoso se manda en muchos lugares en la Biblia, como veremos. El temor piadoso es también uno de los pasos claves para vencer lo que llamaremos de aquí en adelante temor pecaminoso. Por favor recuerda que al llamarle a nuestro miedo pecaminoso, no te estoy condenando. Más bien, estoy tratando de ayudarte a ver con claridad el plan de Dios para cambiarte y liberarte. Este cambio comienza con que reconozcas tu necesidad de un Salvador... y realmente ninguna de nosotras hacer eso hasta que veamos que todas somos pecadoras necesitadas del perdón y la gracia.

      Ayudarte a ver la pecaminosidad de tu miedo puede parecer cruel. Después de todo, ¡tal vez crees que no necesites algo más qué temer! ¿Deberías ahora temer a la ira o a la desaprobación de Dios? Una de las metas de este libro es ayudarte a diferenciar entre el temor que es bueno o piadoso y el temor que es malo o pecaminoso. Quiero fomentar en ti la buena clase de temor—aprenderás que esta clase de temor, junto con el amor y la gracia, es el que romperá las cadenas que te atan tan fuerte hoy. Así