Romanti Ezer Veloz

Caos en el Cristianismo


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      7 En ese momento, se les abrieron los ojos, y de pronto sintieron vergüenza por su desnudez. Entonces cosieron hojas de higuera para cubrirse.

      8 Cuando soplaba la brisa fresca de la tarde, el hombre y su esposa oyeron al Señor Dios caminando por el huerto. Así que se escondieron del Señor Dios entre los árboles.

      9 Entonces el Señor Dios llamó al hombre:

      —¿Dónde estás?

      10 El hombre contestó:

      —Te oí caminando por el huerto, así que me escondí. Tuve miedo porque estaba desnudo.

      11 —¿Quién te dijo que estabas desnudo? —le preguntó el Señor Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que te ordené que no comieras?

      12 El hombre contestó:

      —La mujer que tú me diste fue quien me dio del fruto, y yo lo comí.

      13 Entonces el Señor Dios le preguntó a la mujer:

      —¿Qué has hecho?

      —La serpiente me engañó —contestó ella—. Por eso comí.

      14 Entonces el Señor Dios le dijo a la serpiente:

      «Por lo que has hecho, eres maldita

      más que todos los animales, tanto domésticos como salvajes.

      Andarás sobre tu vientre,

      arrastrándote por el polvo durante toda tu vida.

      15 Y pondré hostilidad entre tú y la mujer,

      y entre tu descendencia y la descendencia de ella.

      Su descendiente te golpeará la cabeza,

      y tú le golpearás el talón».

      16 Luego le dijo a la mujer:

      «Haré más agudo el dolor de tu embarazo,

      y con dolor darás a luz.

      Y desearás controlar a tu marido,

      pero él gobernará sobre ti».

      17 Y al hombre le dijo:

      «Dado que hiciste caso a tu esposa y comiste del fruto del árbol

      del que te ordené que no comieras,

      la tierra es maldita por tu culpa.

      Toda tu vida lucharás para poder vivir de ella.

      18 Te producirá espinos y cardos,

      aunque comerás de sus granos.

      19 Con el sudor de tu frente

      obtendrás alimento para comer

      hasta que vuelvas a la tierra

      de la que fuiste formado.

      Pues fuiste hecho del polvo,

      y al polvo volverás».

      Que trágica historia, todo mal, todo un caos, todo un problema, todo hecho un desastre. Todo se fue a la basura, por una crisis de Egoísmo.

      ¿Ahora entiendes lo que quiero decirte?

      No es difícil no ser egoísta pero, ¿sabes?, es más sencillo y más placentero serlo. Es por eso que estamos llenos de eso, es por eso que cada vez hay más familias en problemas, es por eso que a veces hay Iglesias que se separan, o peor aun, Iglesias peleadas, que no conviven porque según ellas una tiene mejor “doctrina” que otra.

      Si tan solo nos diéramos cuenta de que realmente estamos perdiendo la confianza de Dios con nuestros ataques, seriamos capaces de solucionar nuestro problema, pero lo único que hacemos es dejar que siga creciendo cada día más.

      Y entre más crece, más nos alejamos, más nos bloqueamos, más nos hundimos.

      Jesús es el mejor ejemplo y él nos ayuda con nuestro problema. De hecho, él tiene soluciones muy claras a nuestra necesidad, es como un doctor que tiene todo tipo de medicina para todo tipo de enfermedad, es maravilloso.

      La cuestión aquí es si realmente queremos la medicina, porque cuando nos sentimos enfermos, la mayoría de nosotros lo que menos queremos son los famosos “piquetes” porque duelen, y nos lastiman, a veces tanto que nos cuesta trabajo caminar.

      Pero lo que ignoramos es que es la solución más rápida y efectiva para nuestra enfermedad.

      Así Jesús, él tiene exactamente lo que necesitamos.

      Pero te advierto que cuesta muchísimo trabajo poder someternos al tratamiento que nos ayudará a controlar nuestro egoísmo, se trata de un reto, de una decisión.

      Si crees que tienes un problema, y quieres saber cómo Jesús puede ayudarte, estás en el lugar correcto, sigue leyendo.

      Si crees que no tienes un problema con esto, te felicito. Son pocas las personas que no batallan con esto. Pero sé que, en algún momento, fuiste o has sido egoísta, y le agradezco a Dios porque te ha ayudado a sobrellevar ese problema.

      Antes de seguir, ora a Dios, arrodíllate allí donde estas, o busca algún otro lugar. Dile a Dios que estás dispuesto a doblegar tu egoísmo, pero díselo de corazón, reconoce que tienes un problema y que él es el único que tiene la solución.

      ¿Estás listo? ¡Empecemos!

      Recuerdas aquella historia, ¿no? Un gran Rey, un hombre que lo tenía absolutamente todo, y en parte aquí empieza algo mal.

      Cuando aparentemente tenemos todo, y pensamos que todo lo tenemos porque nos hemos esforzado tanto para conseguirlo…

      Hum, sí, y no.

      Sí porque Dios te ha dado las fuerzas para poder trabajar de alguna u otra manera y que tú puedas obtener eso.

      No, porque no eres tú quien domina el tiempo, tus fuerzas y sobre todo tu vida, como te acabo de mencionar, todo es porque Dios te lo permite, y si alguna cosa tienes, es porque Dios así lo ha permitido.

      Este rey pensaba como muchos de nosotros pensamos hoy en día. Mientras tengamos todo nosotros, lo que pase a nuestro alrededor, nos interesa poco, o nada.

      Un día el rey paseando por su palacio, alzó sus ojos y vio todo lo que tenía, vaya error.

      Dice la Biblia, allí en Daniel 4 (NVT), que habló el rey y dijo:

      30 ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?

      31 aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: “A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti;

      32 y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.

      33 en la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.

      ¡Qué vergüenza!

      De verdad, nada de esto tenia que pasar; bueno, al menos así lo pienso yo, aunque esta historia esté en la Biblia para enseñarte algo muy especial.

      En la mañana despiertas y estás en un palacio, pero por la tarde estás entre los animales, actuando como ellos.

      No olvidemos 2 cosas: