Romanti Ezer Veloz

Caos en el Cristianismo


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con alguien lo que tienes, hazlo.

      2.- Es importante que reconozcas quién te ha dado lo poco o mucho que tienes. Como te lo dije anteriormente, no eres tú quien domina tu fuerza, mente y vida.

      Es Dios totalmente, quien te permite vivir y hacer las cosas que tienes que hacer, por eso, de verdad toma estas 2 cosas en cuenta.

      Para Nabucodonosor no era tan importante ni relevante eso. Él era el rey. Quizá tú y yo podríamos pensar: “¿Y qué tiene de malo? Él era el Rey, ¿no?”

      Sí, pero no por eso se podía jactar de esa manera.

      No pensó acaso que Dios esta en todo lugar, y eso también se nos olvida a nosotros.

      Hay una ley en la Biblia, y creo que más de alguna vez la has escuchado, o leído: “Todo el que se enaltece será humillado”. No lo creemos hasta que nos pasa, y te lo digo por experiencia.

      A la edad de 7 años aprendí a tocar la guitarra, Dios me dio ese talento, el cual le agradezco bastante que me lo haya dado.

      Mi papá era Pastor de la Iglesia, y a todos les admiraba que un niño de 7 años tocara la guitarra bien, inclusive, llegamos a ir a tocar varias veces a diferentes Iglesias de Monterrey, SLP, Aguascalientes, Veracruz, etc.

      Consciente o inconscientemente, el ego se te va subiendo, y más en un niño de 7-8 años, donde controlarlo es casi imposible.

      ¿A quién no le gusta ser aplaudido?

      ¿A quién no le gusta ser reconocido? Que la gente hable bien de ti.

      “Qué bonito tocas la guitarra”, me decían, “qué bonito requinteas”, y pues sí, me gustaban mucho ese tipo de comentarios, pero llegó el momento en que tocar ya no era para Dios, sino para que me reconocieran, para que hablaran de mí, para que la gente me viera, y qué error estaba cometiendo.

      Pero como te explico, era algo que, a esa edad, es casi imposible controlarlo. Si un adulto o joven mayor batalla y le es difícil controlarlo, más un niño.

      Un día, tocaba cantar en nuestra Iglesia local, y ahí fue donde Dios me hablaría. Nunca imaginé que Dios me tuviera que enseñar así, terminé avergonzado ese día, deseando que nunca hubiéramos pasado a cantar. Pero yo no conocía los planes de Dios, así que pasé, como normalmente pasaba.

      Nuestro templo tenía una plataforma (altar) que aproximadamente tenía 35-45 cm de alto, tenían también unas escaleras, pero no sé por qué ese día se me ocurrió no subir por las escaleras.

      Subí sin usar las escaleras, y me tropecé yo mismo, y caí, delante de toda la congregación.

      La vergüenza de ese día, no puedo describirla, pero fue una vergüenza que no he sentido más en mi vida.

      Después de esa caída, a la gente le causó gracia, porque obviamente fue una caída muy graciosa, lo admito. Pero aprendí que no tenía porque levantarme el cuello, entendí que Dios es quien debe llevarse los créditos, porque él me patrocina, él es quien me dio esta habilidad.

      Después de ese día, he recibido halagos de parte de gente que admira o reconoce de alguna manera el trabajo que hago y el talento que tengo, pero he sabido reconocer yo también que todo es por gracia de Dios.

      Sé que quizá dirás: “Pero solo fue una caída, ¿a poco por eso vas a decir que Dios te habló?”

      Amigo, si no eres sensible a la voz de Dios, nada llamará tu atención, y pensaras que las cosas que pasan en tu vida son simple casualidad, pero no es así. Pensarás que todo te pasa porque te tenía que pasar, incluso pensarás que es algo que a todos les tiene que pasar.

      ¿Caerse?

      A todos les pasa, ¿no?

      ¡Claro que sí! Pero no te caes frente a una congregación, cuando pasas a cantar un canto especial, teniendo 7-8 años, cuando crees que nada se haría sin ti, sin tu requinto.

      Solo hay una manera de decirlo, y es: “Dios me habló, y aprendí”.

      No seas apático, no seas cerrado a la voz de Dios, ni indiferente porque, ¿sabes?, el egoísmo te cierra, te ciega de una manera que ni siquiera te das cuenta. Y es cuento de no terminar, ¿y sabes por qué no termina? Porque tu egoísmo no te permite terminar este cuento.

      Si solamente fueras sensible a la voz de Dios, quizá ya hubieras entendido que tienes un problema, que tarde o temprano te va a cobrar factura, no dudes ni un segundo que vas a pagar por ese problema.

      El egoísmo te va a cobrar amistades, te cobrará tus hijos, tu familia. No dudes también que a veces tu egoísmo te va a cobrar el lugar donde te congregas, de verdad es algo urgente que puedes solucionar.

      Arréglalo ya, es sencillo.

      1.- No pienses solamente en ti, piensa en los demás (como Jesús lo haría).

      En todo actúa así, piensa primero en los demás, en sus necesidades, sus problemas y cómo puedes ayudarles, y así podrás atacar y vencer ese mal.

      Es sencillo si quieres y decides hacerlo. Aunque es más sencillo ver solamente por ti, sigue siendo fácil dejar a un lado nuestro egoísmo.

      Empieza haciendo cosas fáciles, pregunta a las personas qué necesitan, no sabes si algún amigo, hermano o quizá tus padres, tu esposa o esposo está pasando por un mal momento, y puedes hacer algo.

      Te sentirás bien, porque hacer lo bueno siempre trae satisfacción.

      Tu vida tomará un rumbo distinto, y te resultara más fácil no ser egoísta con las personas que te rodean.

      Dejemos un poco ese tema, pero hay uno igual de importante que también nos está atacando, a los cristianos de hoy en día.

      Es igual de peligroso, y también es muy común.

      No sé qué pensar cuando veo que todo esto es como algo que comúnmente vivimos, y ya se nos hace tan normal, es decir, algo tan natural, en donde quizá hoy en día nos sorprendería que este tema, o estos temas se tocaran así, como tratando de atacarlos, porque es algo que sin duda nos quiere destruir como personas, como cristianos, como seres humanos.

      Ahora, quiero dejar en claro que los temas que estamos tratando o trataremos, quizá ya escuchaste de ellos. La pregunta es: ¿Has hecho algo para eliminarlos de tu vida, o tal vez para reducirlos un poco más?

      Creo que la respuesta es simple.

      No hace falta, de verdad, que un libro como este te convenza de que hay cosas que nos destruyen sin darnos cuenta, se trata de que te des cuenta de que quizá tu vida personal, tu familia, tus amistades están a punto de estallar por no tratar de hacer algo a tiempo.

      ¿Has escuchado acerca de la Envidia?

      Creo que sí, no es un tema para nada nuevo. Tal vez es tan viejo que, como mencioné ahorita, es muy normal ver a una persona envidiosa.

      Este problema está por todos lados, por todas partes, en la mayoría de la gente, allí esta, y allí estará. La envidia, que tanto se ha encargado igual que el egoísmo de destruir muchas vidas.

      ¿Te has puesto a pensar qué sería de este mundo si la gente no fuera envidiosa? Es una pregunta hipotética, la cual no puede ser posible, porque realmente es sumamente complicado que esto fuera real.

      Pero… ¿Qué pasaría si tan solo hubiera menos envidia en este mundo?

      Si tu vecino del lado derecho de tu casa fuera menos envidioso de lo que es, o si tu familia fuera un poco menos envidiosa de lo que es, incluso, si tú fueras menos envidioso de lo que ahora eres, tu casa, tu iglesia, sería muy diferente.

      Pero pasa lo mismo que el problema pasado: no queremos reconocer que tenemos actitudes de envidia.

      Esta actitud se hace más común cada vez en nuestra vida, de tal manera que se vuelve nuestro estilo de vida. Nos la pasamos