Esta frase es una de esas frases radicales que se encuentran a menudo en Ser y tiempo. Esas frases radicales son breves resúmenes de lo que figurativamente podríamos llamar las columnas que sostienen el edificio de esta obra. Con la frase anteriormente señalada se quiere decir que el ser del Dasein está vuelto sobre sí mismo en una comprensión que no es todavía ningún conocimiento explícito. A esta vuelta comprensora sobre sí mismo, Heidegger la denomina existencia. “El Dasein –nos dice– existe”.
Por otra parte, el Dasein es “el ente que soy cada vez yo mismo”. Este-ser-cada-vez-mío es la condición de posibilidad de lo que Heidegger va a llamar la propiedad e impropiedad. ¿Por qué? Porque sólo un ente que es suyo, que se pertenece a sí mismo, puede dejarse llevar por el sujeto impersonal de la existencia cotidiana, que es el “se” o el “uno” (das Man), o bien, liberarse de la dictadura del uno para vivir desde lo más íntimo de su propio ser.
La frase final del párrafo 1 nos plantea un problema de interpretación. La frase dice: “El Dasein existe siempre en uno de estos modos [entiéndase: bien en la impropiedad o bien en propiedad], o en la indiferencia modal de ellos”. El problema interpretativo que se nos presenta es el de precisar cuál es la indiferencia modal entre la impropiedad y la propiedad. ¿Existe algún estado intermedio entre la impropiedad y la propiedad? ¿A qué se refiere Heidegger en esta frase? No es tan fácil contestar a esta pregunta. Quizás el Dasein puede vivir en un estado en el que no se distinguen los modos de la propiedad y la impropiedad. Pensamos que la distinción entre ambos modos no se da tan claramente en la existencia humana. Para vivir desde la propiedad se debe tener alguna aprehensión de la impropiedad, y recíprocamente. Al Dasein también podría serle absolutamente indiferente ser lo uno o lo otro. Y esto es lo que Heidegger llama “indiferencia modal de ellos”. Es muy posible que esta indiferencia modal de la propiedad e impropiedad se dé en edades muy tempranas de la vida humana o también en ciertas formas de vida primitiva de la humanidad.
2. En el párrafo 2 se añade a lo anterior que estos caracteres que se habían aclarado en el párrafo 1 deben ser vistos y comprendidos a priori sobre la base de la constitución de ser que nosotros llamamos el estar-en-el-mundo. El párrafo 2 termina con una frase lapidaria que deberemos tener presente siempre a lo largo de nuestra lectura de Ser y tiempo. Esta frase dice: “El punto de partida adecuado para la analítica del Dasein consiste en la interpretación de esta estructura”. Obviamente que al hablar de “esta estructura” se refiere a la estructura del estar en-el-mundo. Mucho más adelante, en la página 351, Heidegger nos dice, a propósito del estar-en-el-mundo, lo siguiente: “La investigación tuvo que empezar con la caracterización de este fenómeno [del estar-en-el-mundo], a fin de asegurar desde el comienzo un horizonte fenoménico suficiente, frente a las preconcepciones ontológicas inadecuadas y ordinariamente tácitas acerca del Dasein” (página.381).
3. Hay que aclarar, en primer lugar, que la expresión “estar-en-el-mundo”, donde se juntan las palabras por medio de guiones, indica, precisamente, por este mismo hecho, que dicha expresión mienta un fenómeno unitario. Sin embargo, esta unidad del fenómeno no excluye una multiplicidad de momentos estructurales constitutivos. Heidegger va a enumerar tres de estos momentos, que se detallan en los párrafos 4, 5 y 6.
4. El primero de ellos es el “en-el-mundo”. En relación con este momento surge para la analítica existencial la tarea de averiguar cuál es la estructura ontológica del mundo o, como dice Heidegger, de determinar la idea de la mundanidad en cuanto tal. Es lo que se desarrollará en el Capítulo Tercero.
5. El segundo momento estructural lo constituye el ente que existe en la forma del estar-en-el-mundo. Dicho de otra manera: es el “quién” del Dasein. A propósito de este quién será necesario determinar fenomenológicamente cuál es el quién de la cotidianidad del Dasein. Es lo que se hará en el Capítulo Cuarto de esta sección.
6. El tercer momento estructural del estar-en-el-mundo es el estar-en en cuanto tal. En el Capítulo quinto se aclarará la constitución ontológica de este “en”. Es importante tener en todo momento presente que cada vez que se considere uno de estos tres momentos estructurales se estará implicando, al mismo tiempo, los otros dos; es decir, “cada vez se tendrá en vista el fenómeno completo”. Una advertencia de Heidegger nos señala que, si bien el estar-en-el-mundo es una estructura necesaria del Dasein, no es, sin embargo, una estructura suficiente para determinar plenamente su ser.
Antes de entrar en el análisis particular de cada uno de los tres fenómenos mencionados, cosa que se hará en los capítulos tercero, cuarto y quinto, Heidegger intenta una “caracterización orientadora” del momento mencionado en tercer lugar; vale decir, del estar-en.
7. El párrafo 7 empieza esta caracterización del estar-en. Lo primero que nos dice es cómo no debemos comprender esa expresión. Es sumamente importante leer la nota del traductor correspondiente a este pasaje, que se halla en la página 464, primer asterisco.
Habitualmente entendemos el estar-en en un sentido espacial: el agua está en el vaso, el traje que está en el armario. De una manera análoga, el hombre estaría en el mundo, donde “mundo” significa el universo, es decir, la totalidad de las cosas que hay. Heidegger define este modo del estar-en diciendo que en él se supone que estos entes que están-en o que contienen a los que están dentro de ellos, tienen la forma de ser que Heidegger llama la Vorhandenheit; esto es, el estar-ahí-delante. “El estar-ahí ‘en’ un ente que está-ahí, el co-estar ahí con algo del mismo modo de ser, en el sentido de una determinada relación de lugar, son caracteres ontológicos que nosotros llamamos categoriales, un género de caracteres que pertenecen al ente que no tiene el modo de ser del Dasein”.
8. En el párrafo 8 se precisa el verdadero sentido del estar-en cuando se lo emplea existencialmente, como es el caso del estar-en-el-mundo como estructura ontológica fundamental del Dasein. En este sentido, “el estar-en mienta una constitución de ser del Dasein y es un existencial.” ¿Qué significa este estar-en existencial? Aquí el “en” no tiene la significación de una relación espacial entre dos entes, sino que significa habitar, quedarse en, residir y además, estar familiarizado con aquello donde se habita. Recuérdese que “estar familiarizado” significa tener una especie de conocimiento no teórico, sino vital de las cosas con las que se está familiarizado, tener una especie de conocimiento connatural de esas cosas. Heidegger termina el párrafo 8 con las siguientes palabras: “estar-en es, por consiguiente, la expresión existencial formal del ser del Dasein, el cual tiene la constitución esencial del estar-en-el-mundo”. ¿Qué quiere decir esta frase? ¿Qué significa: “la expresión existencial formal del ser del Dasein”? Lo que Heidegger quiere decir es que el ser mismo del Dasein es un estar fuera de sí en el horizonte del mundo. El ser del Dasein consiste en la abertura a ese campo “visual” que es el horizonte del mundo. En ese horizonte, el Dasein se mueve familiarmente como quien se mueve en la casa en que habita.
Habitar es muy distinto de estar-dentro-de. Habitar es moverse entre las cosas y moverse con familiaridad, como quien conoce muy bien esas cosas, como quien las tiene presentes. El hombre habita la casa; en cambio, los muebles no habitan la casa, sino que están en ella. Habitar, en latín habitare, viene del verbo habeo, que quiere decir “tener” no en el sentido de poseer, sino en el sentido de “tener bien agarrado”. Habitar es algo así como un se habere, que significa “tenerse a sí mismo”. Sólo a quien se tiene a sí mismo se le pueden hacer presentes las cosas. Y cuando este sí-mismo existe fuera de sí mismo, el tenerse a sí mismo se convierte en tenerse a sí mismo en las cosas del mundo. Y es por ese motivo que Heidegger dice que el ser del Dasein “tiene la constitución esencial del estar-en-el-mundo”.
9. Como el habitar implica no sólo un existir en el “fuera” que es el mundo, sino al mismo tiempo un moverse entre las cosas, Heidegger empieza el párrafo 9 con una referencia a ese estar en medio de las cosas, que sin embargo, en el texto de Heidegger está expresado con la frase “estar en medio” del mundo. Obviamente mundo debiera estar aquí entre comillas porque no se refiere al horizonte del mundo, sino a las cosas intramundanas, como queda absolutamente claro por el contexto. No se olvide, pues, que el estar en-el-mundo es, por un lado, un estar en la abertura que es el horizonte del mundo, y por otro, un estar en medio de las