Isabel Sterling

Estas brujas no arden


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en llamas. Mientras se arrodilla, Veronica me alcanza y entierra sus uñas en mi piel desnuda.

      Arranco mi brazo de su agarre. ¿Qué? Digo la palabra con mis labios para no molestar a lady Ariana.

      Veronica señala el pentáculo de cenizas con su cabeza. Sus ojos se amplían cuando lady Ariana coloca una mano sobre la tierra.

      Y entonces lo recuerdo.

      Veronica utilizó su magia para ayudar a extinguir el fuego.

      Veo el instante en el que lady Ariana siente la magia en las cenizas. Sus ojos se nublan; una abrupta ráfaga de viento rompe contra nosotras y me impulsa un paso atrás.

      Y luego la tierra nos devora enteras.

      –Estoy decepcionada de ustedes. –Se acerca con pasos lentos y deliberados. Nos mira desde arriba, donde nos encontramos enterradas en la tierra–. Especialmente de ti, Veronica. ¿Cómo te atreves a utilizar tus dones en presencia de no-brujos?

      Nuestros padres palidecen. La mandíbula de mi madre cae.

      Aunque la mayor parte de la ira de lady Ariana está enfocada en Veronica, el pánico cierra mi pecho. Todos mis instintos me gritan que hunda los dedos en la tierra y me libere, pero eso es exactamente lo que ella quiere. Así que permanezco quieta.

      El poder crepita alrededor de nuestra alta sacerdotisa y es como si todos los elementos tendieran hacia ella, ávidos de su energía. La suave brisa se convierte en ráfaga. El césped aplastado a su alrededor vuelve a elevarse a su altura normal, vibrante y verde. Tomo aire de golpe cuando la tierra alrededor de mis piernas se ajusta y asciende hasta cortarme la respiración.

      –Exijo una explicación –la voz de Ariana es baja, pero aun así penetra el aire, se cuela en mis oídos y hace que su desaprobación sea imposible de ignorar–. No encuentro rastros de magia de Sangre. Así que, vuelvo a preguntar, niña. ¿Por qué has utilizado tu magia tan descuidadamente?

      Veronica se tensa a mi lado. Un lamento ahogado sale de sus labios y se esfuerza por inhalar mientras que la tierra se ajusta sobre su pecho. Sus padres intercambian una mirada de preocupación, pero no intervienen. Nadie interviene cuando una alta sacerdotisa disciplina a su aquelarre.

      –No lo habría hecho de haber tenido otra opción –responde entre jadeos.

      –El altruismo no es una excusa para romper las leyes del Consejo.

      –Pero…

      –El Consejo no da lugar a excepciones. Nuestra sola existencia exige absoluto secreto. –Lady Ariana suspira como si estuviera a punto de hacer algo que le resulta desagradable.

      –¡Espera! –Lucho contra la tierra, pero no cede–. No es su culpa. No tenía opción. Esos chicos, estaban peleando y casi ruedan sobre las llamas. Nadie la notó. Lo juro.

      –¿Estos «chicos» eran Regs?

      –Bueno, sí. –La tierra se ajusta a mi alrededor.

      Una sonrisa triste suaviza su rostro arrugado y noto un destello de algo que nadie más ve en ella. El amor, y la decepción, de mi abuela.

      –Espero más de ti, Hannah. La última vez que las brujas se volvieron descuidadas con su magia, los Regs se levantaron en contra nuestra. Los Cazadores de brujas mataron a cintos antes de que formáramos el Consejo y los venciéramos. Asesinaron a Conjuradores en este mismo pueblo. Tú lo sabes.

      –Lo sé –protesto. No soy yo quien necesita una lección de historia–. No utilizamos nuestra magia en público. No nos arriesgamos por los Regs. No es nuestra responsabilidad salvarlos de sí mismos –digo, repetición de su recordatorio semanal en las reuniones del aquelarre.

      –Puede que lo sepas, Hannah, pero no lo entiendes. –Mi abuela suspira y vuelve a convertirse en lady Ariana, alta sacerdotisa de uno de los aquelarres Elementales más grandes de América–. Lo aprenderás. A tiempo.

      No me gusta cómo suena eso.

      –Veronica, nuestra próxima lección privada se retrasará un mes.

      –¿Un mes? –A mi lado, Veronica palidece–. Pero nuestra próxima lección no será hasta agosto. Si le suma un mes, ¡habré partido a la universidad!

      –Debiste haber pensado en eso antes de decidir hacer uso de tu magia tan descuidadamente. Agradece que no te envíe a la universidad con un hechizo de atadura. –La amenaza de lady Ariana pende en el aire y revuelve mi estómago a pesar de que no está dirigida a mí. La idea de utilizar un anillo de atadura otra vez, de tener la magia fuera de mi alcance, es intolerable–. Hannah, compartirás el castigo de Veronica. Retrasaré tu iniciación final treinta días.

      –¡Pero yo no he hecho nada! –Toda la magia que he ansiado aprender toda mi vida (mensajes aéreos, predicciones y creación de fuego) se aleja más de mi alcance.

      –¿No es algo duro, madre? –pregunta mi padre en mi defensa–. Hannah nos contó del ritual Reg esta mañana.

      –¿Ha mencionado la trasgresión de Veronica? –La expresión de lady Ariana permanece impasible. Como mi padre no responde, niega con la cabeza–. No puedo mostrar favoritismo por ella, Tim, al igual que no he podido hacer lo mismo por ti. Ella y Veronica compartirán el mismo castigo. Y por su exabrupto, quedará fuera de la reunión de esta semana también.

      Enfado y amarga decepción se encienden en mi interior y requiere de cada pizca de autocontrol el mantener mi boca cerrada. Contener las lágrimas que queman en mis ojos. Lanzo una mirada furiosa a Veronica, cuyo exabrupto no provocó la extención de su sentencia, pero no oso decir nada. Con mi suerte, perdería otra semana de lecciones por respirar demasiado fuerte.

      –Vamos. –Lady Ariana empuja a nuestros padres de regreso a los automóviles–. Las niñas necesitan tiempo para considerar sus acciones. –Me mira sobre su hombro y noto un breve rastro de amor familiar–. Buena suerte.

      5

      Estamos atrapadas.

      Requiere de cada pizca del control que me han inculcado toda mi vida el mantener el pánico a raya. Apelo a la tierra, para intentar convencerla de que me deje ir, pero aún está saturada con el poder de mi abuela. Su magia es fuerte. Inflexible. Al igual que ella.

      No iremos a ningún lugar.

      –Esto es ridículo –protesta Veronica cuando está segura de que estamos solas–. Tengo tres fiestas de graduación esta noche. Esto arruinará mi manicura.

      Cierro los ojos (en parte para evitar ponerlos en blanco por las prioridades detestables de Veronica) y presiono contra el poder de la tierra, le suplico que se mueva, que se afloje, que me libere de su control.

      –Sí, bueno, quizás no deberías haber utilizado tu magia en público. Te has vuelto descuidada.

      –Bueno, si no estuvieras tan irracionalmente asustada de las Brujas de Sangre, lady Ariana nunca lo habría descubierto. –Veronica maldice al forcejear con la tierra inmóvil–. Esto es tan culpa tuya como mía.

      –No es irracional temer a alguien que ha intentado matarte –replico y ella finalmente cierra la boca. Vuelvo a intentar con el poder de la tierra, pero soy como una hormiga queriendo mover una montaña. No ayuda que la tierra siempre haya sido mi elemento más débil.

      Veronica no parece estar teniendo mejor suerte. Forcejea y protesta, pero permanece firmemente enraizada en la tierra.

      Mientras presionamos a nuestra magia para desenterrarnos de nuestras tumbas verticales, mi mente regresa a anoche. ¿Qué razón podría tener un Reg para hacer esto? ¿Qué esperaba lograr? Y luego, la mayor pregunta: ¿quién fue?

      Evan aún parece ser el mayor sospechoso, dadas sus compras en el Caldero,