grupo de árboles y…
–Santa madre… –dejo de hablar al tiempo que Veronica se detiene a mi lado. La escena frente a nosotras es algo salido de una película de horror. Un fuego destella a unos pocos metros, pero lo que atrae mi atención es la chica en el suelo.
Cubierta de sangre.
3
Me toma un segundo más que a Veronica reconocer a la chica cubierta de sangre.
–Savannah –Veronica corre hacia adelante y cae de rodillas junto a su amiga de ojos desorbitados–. ¿Qué sucedió?
–No lo sé –la voz de Savannah se quiebra y seca las lágrimas de su rostro con una mano mientras sostiene la otra delicadamente sobre su pecho–. Vi otra fogata, así que me acerqué a ver quién estaba teniendo una fiesta aquí. Pero luego resbalé…
Miramos hacia el fuego a nuestras espaldas. No es un fogón como en el que dejé a Benton de pie. Este luce más como si alguien hubiera tallado un círculo en la tierra, tal vez de un metro o un metro y medio de diámetro, y lo hubiera encendido en llamas.
–Está bien. Todo estará bien –afirma Veronica, pero me mira como si pensara lo contrario. El aire está cargado de malicia. El fuego detrás de nosotras es violento y voraz. Incluso la tierra, un elemento normalmente calmo y tranquilo, se siente agitada.
Algo malvado sucedió aquí.
–¿De dónde sale la sangre? –pregunta Veronica–. ¿Te has lastimado?
–No es… –Savannah pierde la voz por las lágrimas. Yo espero, con las garras de la preocupación en mi piel–. No es mía –levanta la vista y mi mirada la sigue.
Los restos mutilados de un mapache cuelgan de una horca sobre nosotras. Un corte rojo forma una grotesca sonrisa sobre su estómago, de donde se derraman tripas y sangre hacia el suelo. Trozos de carne se aferran de sus costillas rotas y cuelgan suspendidos en el aire. Un trozo se libera y cae junto a Savannah. Mi estómago se retuerce. La bilis quema en mi garganta y debo tragar para evitar sentir nauseas.
Una mano toca mi espalda y me retraigo.
–Soy yo. Relájate –dice Veronica, con el ceño fruncido.
–¿Relajarme? Esta cubierta de sangre. Y Dios sabe de qué más –siento arcadas y me alejo más de Savannah, en dirección al fuego crepitante. Mi corazón sufre por la pobre criatura–. Tengo una mala sensación sobre esto.
–No me digas –sentencia Veronica, pero luego se detiene en sus pasos y llama mi atención–. Mira.
Sigo su dedo en punta.
–Lo sé. Vi el fuego. No estoy totalmente distraída.
–Entonces cierra la boca y mira realmente.
Olor a gasolina y a madera (y una cantidad no menor de pánico) ahogan el aire de mis pulmones cuando finalmente hago lo que dice.
No es un círculo lo que está tallado en la tierra y encendido en llamas.
Es un pentáculo.
Mis manos tiemblan y tropiezo lejos del fuego. Un pentáculo junto a un sacrificio de sangre puede significar dos cosas y ninguna es particularmente buena. O bien un Reg está incursionando en magia peligrosa…
O hay una Bruja de Sangre en Salem.
–¿Crees que ella nos haya seguido? –pregunto, con voz baja para que Savannah no escuche, pero no puedo ocultar el miedo. El pánico. Si no se trata de una broma Reg (por favor, por favor, que sea una broma Reg) entonces debe ser una Bruja de Sangre.
De los tres Clanes de brujas, las Brujas de Sangre son las únicas que utilizan sacrificios animales en su magia. Y no tienen la reputación de respetar la vida humana; sea de un Reg o de un miembro de un Clan.
Como acto reflejo, mis dedos frotan mi mentón. Casi puedo sentir el magullón allí, sanado tiempo atrás. El corte en mi piel. El…
–Ey, está bien –Veronica aparta la mano de mi rostro–. Ella no tiene idea de dónde vivimos. No es ella. Vamos, limpiemos esto –me libera y corre junto a Savannah–. ¿Puedes levantarte, dulzura? Tenemos que salir de aquí.
¿Dulzura? ¿Acaso Veronica y Savannah…? Hago a un lado el pensamiento. Tengo mayores preocupaciones en este momento que saber si mi ex tiene algo con una de las chicas más ardientes de Massachusetts.
–Eso creo –Savannah toma la mano extendida de Veronica–. Pero mi muñeca… Creo que está rota.
Crujen ramas a la distancia. Alguien llama mi nombre. Un segundo más tarde, Gemma y Nolan aparecen en el pequeño claro, seguidos de algunos de los compañeros de equipo de Nolan.
–Ah, gracias a Dios, aquí estás –Gemma se apresura y lanza sus brazos a mi alrededor–. Cuando no pude encontrarte junto al fogón, pensé que seguramente… –su voz se apaga al ver a Veronica sosteniendo el peso de Savannah–. ¿Qué sucede aquí? –levanta la vista y jadea–. ¿Y qué demonios es eso?
Nolan da un paso adelante y resbala en el charco de sangre. Un coro de improperios balbuceados llenan el aire tenso mientras que limpia sus hasta entonces inmaculadas Adidas en el césped. Detrás de nosotros, la multitud crece cuando nuestros compañeros de clases siguen al equipo de fútbol dentro del claro.
–Ja, ja, muy gracioso –Nolan no suena en absoluto divertido al analizar al grupo alcoholizado detrás de él–. Nos engañaste. La broma terminó.
Un murmuro recorre la multitud, pero nadie responde.
–No estoy bromeando, bastardos –algo violento destella en los ojos de Nolan–. Limpien esto. La broma acabó –cuando nuevamente nadie responde, prueba otro ángulo. Exhibe su sonrisa más encantadora y se aproxima a Savannah–. ¿Qué sucedió? ¿Quién te hizo esto?
Savannah cae en sus encantos.
–Vi el fuego y pensé que alguien había organizado una fiesta más tranquila. No vi la sangre hasta que fue demasiado tarde –acuna su brazo lastimado cuidadosamente sobre su pecho.
–¿Has visto algo más? –Para mi sorpresa, Savannah asiente.
–Vi a alguien salir corriendo.
–¿Fue alguien de la escuela? –El alivio me invade. Si una Bruja de Sangre hizo esto (si ella estuviera aquí), no hay modo de que hubiera permanecido aquí el tiempo suficiente como para que un Reg la viera. Tiene que ser una broma. Una broma cruel y muy grotesca.
Pero Savannah niega con la cabeza y acaba con mi sensación de seguridad.
–No vi su rostro. Estaba usando una capucha.
Con eso, Nolan rodea al público, moviéndose alrededor del límite del pentáculo en llamas.
–De acuerdo, ¿quién de ustedes ha intentado arruinar mi fogón, bastardos? –se detiene frente a Evan, que está usando una sudadera negra con capucha y un delineado incluso más grueso del que lucía en la tienda–. Parece que hemos encontrado a nuestro brujo. ¿Debemos preparar la horca?
Los compañeros de equipo de Nolan ríen, pero yo me estremezco por sus palabras. Por su significado. Aunque ningún Elemental ha muerto en los juicios de brujas de Salem, algunas Brujas Conjuradoras han perecido junto con los Regs acusados. La sonrisa perversa de Nolan me provoca deseos de golpear algo. Preferentemente a él.
Gemma se desliza más cerca de mí con una mueca.
–No puedo creer que besé a ese cretino, hace como cinco minutos.
–No más aventuras de verano para ti –digo y le ofrezco una mirada de disculpas.
–¿Qué