muerde su labio inferior. Por un segundo pienso que dirá algo más, pero niega con la cabeza y desaparece en la parte trasera de la ambulancia.
Mi pecho duele al verla así. Vulnerable. Temerosa. Y no intentando hacer mi vida miserable. Es mucho más fácil lidiar con todas las emociones que se arremolinan en mi interior (la traición, el dolor, la atracción persistente) cuando estamos peleando.
–¿Hannah? –Gemma se acerca y me rodea con sus brazos–. ¿Estás bien?
–Lo estaré –absorbo su calor y veo como la ambulancia se aleja. Alguien descolgó al mapache masacrado, lo embolsó y se lo llevó. No estoy segura de qué sucedió con Nolan o Evan después de la pelea. No vi a ninguno de los dos esposado, así que probablemente sea una buena señal.
Gemma y yo intentamos marcharnos temprano con el resto de nuestros compañeros, pero alguien le ha dicho a los policías que fui yo quien encontró a Savannah. No importa que Veronica y yo la hayamos encontrado juntas. Veronica logró marcharse en una ambulancia mientras que yo estoy atascada aquí, con la sangre del mapache.
Que suerte la mía.
Estoy a punto de preguntar a uno de los oficiales si podemos marcharnos, cuando un hombre de pelo castaño corto y una contextura alta y esbelta se dirige a nosotras. A diferencia de los demás policías, él no viste uniforme. Luce un traje gris oscuro con zapatos de vestir negros. No es precisamente un atuendo apropiado para un fogón en el bosque.
–Buenas noches, señoritas. Soy el detective Archer. ¿Cuál de ustedes es la señorita Walsh? –golpetea un bolígrafo sobre su pequeño anotador. Debe ser una noche tranquila si envían a un detective por esto.
–Yo soy Hannah Walsh –respondo y suelto la mano de Gemma, al tiempo que me recuerdo respirar. Dejo que mi conversación previa con Veronica calme mis nervios. Nada de lo ocurrido esta noche tiene que ver con los Clanes. No se trata de una Bruja de Sangre. Estamos a salvo.
–¿Usted encontró a la señorita Clarke esta noche?
Asumo que se refiere a Savannah. En realidad no conozco su apellido.
–Sí. Veronica y yo escuchamos sus gritos sobre la música. Resultó que yo llegué aquí primero. Pero como por un segundo. Como máximo.
El detective me observa como si esperara que dijera algo más. Su atención es perturbadora; punza mi piel y me hace temblar.
–No sé qué más puedo decirle. Llegamos apenas un momento antes que los demás –agrego cuando él sigue sin hablar.
–¿Y ha reconocido el símbolo quemado en la tierra? –pregunta el detective Archer luego de escribir algo en su pequeño anotador.
–Emm…
¿Qué tanto es peligroso admitir? Soy una mentirosa terrible, siempre lo he sido. Algunos dicen que es una cualidad admirable, pero esas personas no deben tener verdaderos secretos que guardar.
–Sí, claro. Por supuesto –respondo cuando el silencio se extiende por demasiado tiempo–. He vivido en Salem toda mi vida. Reconozco un pentáculo al verlo.
–¿Y está al tanto de que un pentáculo es un símbolo de brujería? –El detective me observa, sin parpadear. Me descubro poniendo los ojos en blanco, pero no tan rápido como para evitarlo. Gemma clava un codo en mis costillas y el detective tuerce una ceja.
–Lo siento, es solo que… Salem. Juicios a las brujas. Todo eso viene con el territorio.
–Muy bien entonces, es bueno haberme encontrado con una experta en mi primer caso. –El detective Archer interrumpe sus anotaciones por un segundo y me mira.
–No soy una experta –las palabras escapan de mi boca antes de notar que estaban en mi cabeza. Apenas he hablado. ¿Cómo es que él…? Luego registro su sarcasmo, seguido por el resto de su oración y la pena arde en mis mejillas–. ¿Es nuevo aquí?
El detective asiente rápidamente y regresa a sus notas, en donde vuelve algunas páginas atrás.
–¿Puede explicar por qué usted y sus amigos han intentado ocultar evidencia?
–Nosotros no…
–¿No han destruido el pentáculo en llamas?
Miro a Gemma, pero ella sigue inquieta y no ha hablado. Intento actuar como si toda esta conversación no se acercara tanto a la realidad.
–No queríamos que los chicos rodaran sobre las llamas y se prendieran fuego. No pensé que fuera evidencia.
–Correcto. La pelea entre Nolan Abbott y Evan Woelk. ¿Tiene idea de si alguno de ellos podría estar involucrado en el sacrificio? –El detective Archer sostiene su bolígrafo apuntado y listo.
–No lo sé. Realmente no nos movemos en los mismos círculos. –Echo un vistazo al pentáculo y entonces lo recuerdo. Evan visitó la tienda hoy. Pudo haber utilizado el átame para matar al animal…
–Eh, ¿señor? –A mi lado, Gemma tiembla–. ¿Podemos ir a casa ahora?
–Tal vez –el detective mira a Gemma–. ¿Tiene algo que agregar, señorita…?
–Goodwin –responde–. Gemma Goodwin. Y no. Llegué aquí detrás de Hannah. Yo fui quien llamó a la ambulancia –acomoda el pelo detrás de su oreja y agita sus pestañas. Amo a la chica, pero sí que es una lamebotas algunas veces.
El detective Archer pasa la página de su pequeño anotador y escribe algo. Cada segundo que pasa se siente como una hora y busco el móvil en mi bolsillo. Es tarde. Realmente tarde.
–Eh… ¿detective? Nos pasaremos de nuestro límite horario si no nos vamos pronto. –No he tenido un límite horario en años, pero suena como una excusa bastante normal para el detective.
–Correcto, por supuesto –hace algunas preguntas más, se asegura de que Gem no conduzca y nos deja seguir nuestro camino.
Gemma y yo caminamos en silencio hacia mi automóvil. No es hasta que nos encontramos seguras en el camino que Gemma habla:
–¿Qué crees que haya pasado allí? –su voz es un susurro, apenas audible sobre la música suave que sale de los parlantes.
–No lo sé –aferro el volante. Hay tantas posibilidades desarrollándose en mi mente. ¿Fue Evan? Si lo fue, ¿qué propósito pudo haber tenido para hacer un ritual como ese? Y, si Veronica se equivoca, si no fue un Reg, tenemos problemas más graves que un fogón arruinado.
–Ese pobre mapache –Gemma descansa su cabeza contra la ventana y sus párpados se cierran lentamente–. Espero que se trate de un evento aislado.
–Crucemos los dedos. –Apago las luces altas cuando otro vehículo aparece a la vista y, para cuando vuelvo a encenderlas, Gem ya está dormida.
En la oscuridad, solo con la luz de la luna y las de mi automóvil para guiarnos, un miedo helado recorre mi columna. Me esfuerzo en convencerme por completo de que se trató de un Reg. De que fue Evan, que llevó su apariencia gótica demasiado lejos e incursionó en el lado más destructivo de las artes paganas.
Porque si hay una Bruja de Sangre en el pueblo…
Nadie está a salvo.
4
El golpe de sartenes y el olor a tocino frito me arrancan de un sueño inestable. Fragmentos de pesadillas se aferran a los límites de mi consciencia, pero se disuelven como el humo al intentar enfocarme en ellos.
Considerando la situación, probablemente sea lo mejor.
Gemma se extiende en el colchón inflable debajo de mí. Hubo un tiempo en el que nos turnábamos para dormir en la casa