sabremos. En cualquier caso, la asamblea suspendió la sesión y se volvió a convocar para el día siguiente. Luego, frente a las mismas preguntas, Lutero ofreció una respuesta incisiva: algunas de las obras trataban sobre cuestiones de piedad y moralidad que incluso a sus oponentes les habían gustado, y por lo tanto no debería ser el único en retractarse de sus contenidos; algunas criticaban al papado, pero el papado era notoriamente corrupto y destruía muchas almas, por lo que no podía retractarse de ellas; y algunas atacaban a individuos que defendían la tiranía romana pero, si bien ocasionalmente eran excesivas en el uso del lenguaje, eran fundamentalmente acertadas y no podía retractarse.
Eck se negó a aceptar estos argumentos. Luego, al final de un intercambio vigoroso, Lutero pronunció su famoso discurso (que probablemente no terminó con la afirmación “¡Esta es mi posición! no puedo hacer otra cosa.”):
A menos que sea convencido por el testimonio de las Escrituras o por razones claras (ya que no confío ni en el papa ni en los concilios, dado que es bien sabido que a menudo se han equivocado y se han contradicho), estoy obligado por las Escrituras que he citado y mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. No puedo y no me retractaré de nada, ya que no es seguro ni correcto ir en contra de la conciencia.10
Después de esta dramática presentación, Lutero fue conducido afuera del salón al tiempo que la delegación española gritaba que debía ser quemado en la hoguera. Sin embargo, no sería ese el caso. Cuando salía de Worms para regresar a Wittenberg, fue rodeado por un grupo de hombres armados y secuestrado. Después de casi cuatro años siendo el centro de atención tanto de la iglesia como del imperio, Lutero desaparecería de la vista pública por más de medio año.
Sir George, Caballero residente del Wartburg
Lutero pasó el resto del 1521 de incógnito en Wartburg, el castillo medieval en la cima de la montaña sobre la ciudad de Eisenach. Dejándose crecer la barba y vestido de caballero, disfrutó de un breve tiempo relativamente pacífico, aunque fue allí donde desarrolló estreñimiento crónico, lo cual se convertiría en una especie de obsesión.
Mientras estaba en Wartburg, Lutero se dedicó a producir numerosos escritos teológicos que indicaban el camino que estaba recorriendo su mente. Allí abordó el tema de los votos religiosos y respondió a las fuertes críticas del teólogo católico Latomus. El primer tema fue provocado por el hecho de que, en mayo de 1521, los sacerdotes comenzaron a casarse, lo cual requería que los líderes de la Reforma aclararan su posición al respecto. Lutero también escribió una defensa de la confesión oral en ese momento. La necesidad de equilibrar las prácticas establecidas con el nuevo contenido de la Reforma era apremiante.
Sin embargo, quizás lo más importante fue su traducción del Nuevo Testamento al alemán. A medida que su teología de la Reforma se desarrollaba y ponía un énfasis creciente sobre la Palabra objetiva de Dios, en el sermón y el sacramento, como el medio de la salvación, la necesidad de la Escritura en la lengua vernácula se hizo urgente. Al igual que con la versión King James en inglés y la Institución de Calvino en francés, la Biblia de Lutero resultaría fundamental en el desarrollo del idioma alemán moderno.
Mientras tanto, en Wittenberg, el liderazgo de la Reforma pasó a manos de Karlstadt, Melanchthon y Konrad Zwilling. Bajo estos hombres, las cosas tomaron un giro más radical. Karlstadt comenzó a desarrollar nuevas ideas sobre la eucaristía, enfatizando la naturaleza simbólica de las palabras de la institución. Hacia el final del año, también desfilaba alrededor de Wittenberg vestido como campesino y oficiando en la misa con una túnica sencilla. Además, los líderes en Wittenberg se volvieron en contra de las imágenes, lo cual resultó en disturbios iconoclastas. Luego vino la gota que derramó el vaso: tres hombres de Zwickau, los llamados Profetas de Zwickau, llegaron a Wittenberg. Encabezados por un tal Nicholas Storch, estos hombres combinaban visiones apocalípticas y afirmaciones sobre ser guiados directamente por el Espíritu con radicalismo político y social. Karlstadt y Zwilling estaban enamorados de los tres; el gentil Melanchthon, abrumado, no tuvo otra opción que pedirle a Federico el Sabio que llamara a Lutero de Wartburg para reafirmar el control sobre la Reforma de Wittenberg y llevar las cosas a un camino más moderado. Federico no tardó mucho en ser persuadido ya que no quería que el emperador se interesara demasiado en los asuntos internos de su territorio, algo que sin duda habría pasado de haber triunfado la anarquía.
Lutero había visitado Wittenberg encubierto en diciembre de 1521 para observar de primera mano el radicalismo emergente. Ahora, en enero de 1522, regresaba para recuperar el liderazgo. Este es probablemente el punto en que estuvo más vulnerable, ya que el éxito dependía de si podía predicar a la gente a fin de que se apartara de la revolución social y volviera a una reforma adecuada. Esto lo hizo durante los siguientes meses, en una muestra asombrosa de lo que la presencia personal puede hacer. Los Profetas de Zwickau fueron forzados a huir, y Karlstadt y Zwilling, derrocados de sus posiciones de liderazgo, abandonaron la ciudad poco después.
Junto con el Debate de Leipzig y la Disputa de Heidelberg, el conflicto de 1522 es quizá el momento más importante de la carrera temprana de la Reforma de Lutero. En su mente quedó fija la conexión entre los puntos de vista simbólicos de la Cena del Señor y la revolución social, una conexión que ayuda a explicar la pasión de su conflicto con Zwinglio. También lo dejó con un odio duradero hacia cualquiera que hablara sobre el Espíritu en lugar de la Palabra. Para Lutero, el Espíritu solo trabaja en y a través de la Palabra. Admitir otra cosa es abrir una caja de Pandora de subjetividad que conduce al tipo de disturbios y caos que él presenció en Wittenberg a principios de 1522.
1525: Año de esplendor, alegría y odio
Después de 1522, la posición de Lutero en Wittenberg fue relativamente segura. Además, luego de la exuberancia de sus primeros avances teológicos, se habituó a una rutina de enseñanza, predicación y pastoreo que, salvo algunas excepciones, significaba que su vida nunca volvería a tener el mismo grado de drama otra vez. Sin embargo, el año 1525 fue, a su manera, tan importante para su teología y su reputación como los años 1520-1521. De hecho, estuvo marcado por tres eventos destacados: su enfrentamiento con Erasmo; su matrimonio con Katie; y su desventurada intervención en la Guerra de los Campesinos.
En retrospectiva, el enfrentamiento con Erasmo era inevitable—si no en 1525, en algún momento. Erasmo era el hombre que había producido un Nuevo Testamento en griego y, por tanto, había sentado los cimientos textuales para la Reforma. También era el hombre cuya deslumbrante erudición e ingenio lo habían convertido en un crítico implacable de la iglesia renacentista. Sin embargo, su personalidad era la del satírico arrogante que criticaría y se burlaría de la iglesia, pero, en última instancia, permanecería dentro de sus límites. Erasmo no tenía la intención de arriesgar la vida o ni siquiera la carrera por la causa de la Reforma.
En un momento de la Reforma luterana inicial, Federico el Sabio le había preguntado a Erasmo su opinión sobre el problemático monje. Su respuesta fue que Lutero había cometido dos pecados: había criticado el poder del papa y las barrigas de los monjes. Estos comentarios, hechos confidencialmente a Federico, se habían filtrado al público, y desde entonces, Erasmo había estado bajo presión para declarar su posición con respecto a la Reforma de Wittenberg. Finalmente, en 1524 lo hizo en su Diatriba Sobre el Libre Albedrío, donde defendió la opacidad básica de las Escrituras sobre la cuestión del papel de la voluntad humana en la salvación. Ya sea que uno caracterice su posición de agnóstico, semipelagiano o semi-agustiniano depende de cuán caritativo uno desee ser; lo cierto es que Erasmo había tocado los fundamentos conceptuales de toda la teología de Lutero: la claridad básica de la Escritura y la necesidad de que la salvación sea toda de Dios.
Cuando el libro llegó a Wittenberg, Melanchthon lo recibió con entusiasmo. Sin embargo, cuando Lutero lo leyó, su corazón se desmoronó: no solo vio las devastadoras implicaciones de negar la claridad de las Escrituras y la esclavitud de la voluntad; también sabía que Erasmo era un crítico demasiado grande como para ignorarlo. El resultado fue La Voluntad Determinada11, un libro absolutamente contundente, que contiene la defensa más brillante por parte de Lutero de sus doctrinas de la Escritura, de la voluntad humana y de la iniciativa divina en la salvación. Junto con sus catecismos, era uno de sus pocos libros que