Carl Trueman

Lutero y la vida cristiana


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aprender de él a pesar de las divergencias. La gran objetividad del regalo de Dios para nosotros en Cristo respalda el pensamiento de Lutero, al igual que su absoluta convicción de que la encarnación significa que Dios trata con los pecadores quebrantados en formas tangibles y débiles que son despreciadas por los teólogos de la gloria.

      En el capítulo siete, abordo el complejo conjunto de cuestiones que rodean el pensamiento de Lutero sobre la justicia intrínseca real. Aquí presento el argumento al que aludí anteriormente, que el popular canon de Lutero de unas pocas obras seleccionadas y previas a 1525 no constituye evidencia suficiente para sacar conclusiones más amplias acerca de su teología madura.

      Finalmente, en el capítulo ocho, veo a Lutero y la vida real: la vida en la esfera pública, los llamamientos terrenales, el matrimonio y la familia. Lutero, tal vez más que nadie en el siglo XVI, revolucionó el pensamiento sobre todos estos asuntos y por lo tanto merece atención.

      Al concluir esta introducción, tal vez sea hora de mencionar por qué yo mismo considero a Lutero un sujeto digno de estudio personal. Yo no soy precisamente lo que Lutero vería como territorio prometedor: un presbiteriano reformado que tiene una visión de la Cena del Señor, y una cristología correlativa, que Lutero habría denunciado como definitivamente no-cristiana. De hecho, como señalé anteriormente, cuando examino la serie de la que este volumen hace parte, aparentemente soy el único autor que podría decir que se encuentra claramente fuera de la amplia tradición que su tema elegido representa. Además, prácticamente nunca he usado alguno de los comentarios o conferencias de Lutero para ayudar a aclarar un punto exegético. Francamente, carece de la precisión y sensibilidad del texto bíblico que uno encuentra en Calvino. Entonces, ¿por qué, a pesar de muchos intentos a lo largo de los años de dejar de estudiar a Lutero, me siento atraído hacia él una y otra vez? ¿Y por qué he estado enseñando su pensamiento cada año durante más de dos décadas a estudiantes de pregrado y posgrado en ambos lados del Atlántico?

      Primero, cuando era estudiante fui profundamente influenciado por un comentario que me hizo mi propio supervisor de doctorado, el erudito de Zwinglio, Peter Stephens. Peter es un metodista arminiano altamente sacramental con poca simpatía personal por Zwinglio. Sin embargo, me dijo que consideraba un desafío apropiado para un cristiano ver si podía escribir con imparcialidad y entusiasmo sobre alguien con quien no estaba de acuerdo. De esa forma, dijo, podía estar seguro de que su análisis y conclusiones no se debían a un trato especial.

      Siempre valoré ese comentario como sabio consejo, y ahora tengo la oportunidad de ver si soy digno de seguir la tradición del enfoque de mi propio mentor académico. No diría que estoy en desacuerdo radical con gran parte de Lutero, aparte de su visión de los sacramentos (aunque eso sería suficiente para convertirme en un radical a los ojos de Lutero). Pero él no es mi tradición, incluso cuando lo encuentro útil. Por lo tanto, acordé escribir el libro a partir de una cierta oposición metodológica.

      En segundo lugar, encuentro que Lutero es sin duda uno de los teólogos más humanos que hay entre los protestantes. Solo su humor ya lo hace entrañable para mí. Sus últimas palabras escritas—“Somos mendigos: esto es verdad”—dejan todas las pretensiones humanas de grandeza y divinidad en una perspectiva tragicómica. Un teólogo que, en última instancia, nos ayuda a recordar que no tenemos ninguna importancia terrenal duradera lo que tiene una importancia crucial en una época obsesionada con el número de seguidores en Twitter y amigos en Facebook.

      En tercer lugar, pienso que Lutero aborda algunas de las cuestiones más básicas de la existencia humana: desesperación, enfermedad, sexo, amor, pérdida de un ser querido, hijos, enemigos, peligro, muerte. Él los toca todos, y siempre con una anécdota inusual, un comentario perspicaz, un toque humano. No hay una piedad falsa, disecada y tediosa alrededor del hombre. Vivió su vida cristiana al máximo, con uñas y dientes.

      En cuarto lugar, encuentro que Lutero es divertido. ¿Quién más describiría cómo una mujer asustó al diablo expeliendo flatulencias a su cara, pero luego advierte a sus oyentes que no hagan lo mismo porque podría ser letal? Tiene que valer la pena leer a cualquier teólogo con consejos como ese.

      Finalmente, amo a Lutero porque era su mayor ambición dejar que Dios sea Dios. Y al hacerlo, se dio cuenta de que el amor de Dios no encuentra, sino que crea aquello que es objeto de su amor.

      Y con ese pensamiento, al que volveremos, veamos ahora la vida de Lutero.

      Lecturas adicionales

      Dos selecciones útiles de las principales obras de Lutero son

      Dillenberger, John, ed. Martín Lutero: selecciones de sus escritos. Garden City, Nueva York: Doubleday, 1961.

      Lull, Timothy F., ed. Escritos teológicos básicos de Martín Lutero. Minneapolis: Fortaleza, 1989.

      A lo largo de este libro, cito la traducción estándar de varios volúmenes en inglés, Luther’s Works [Obras de Lutero], que se produjo inicialmente bajo la dirección general de Jaroslav Pelikan y ahora está publicado por Concordia (para títulos de volúmenes específicos, consulte la tabla de abreviaturas, arriba).

      Las mejores biografías introductorias en inglés son:

      Bainton, Roland H. Here I Stand: A Life of Martin Luther [Aquí estoy: Una vida de Martín Lutero]. Londres: Forgotten Books, 2012.

      Marty, Martin E. Martin Luther: A Life [Martín Lutero: Una Vida]. Nueva York: Penguin, 2004.

      Para el aficionado a Lutero realmente serio, sin embargo, la mejor biografía en inglés es:

      Brecht, Martin. Martin Luther [Martín Lutero]. 3 vols. Minneapolis: Fortaleza, 1985-1993.

      Los resúmenes de la teología de Lutero abundan. Entre los mejores se encuentran:

      Kolb, Robert. Martin Luther: Confessor of the Faith [Martín Lutero: Confesor de la fe]. Nueva York: Oxford University Press, 2009.

      Lohse, Bernhard. Martin Luther’s Theology: Its Historical and Systematic Development [Teología de Martín Lutero: Su Desarrollo Histórico y Sistemático]. Traducido y editado por Roy A. Harrisville. Edimburgo: T & T Clark, 1999.

      Finalmente, para cualquier persona interesada en cómo la teología de Lutero puede usarse para informar la vida de la iglesia hoy, vea:

      Kolb, Robert y Charles P. Arand. The Genius of Luther’s Theology: A Wittenberg Way of Thinking for the Contemporary Church [El Genio de la Teología De Lutero: Una Forma de Pensar desde Wittenberg Para la Iglesia Contemporánea]. Grand Rapids: Baker, 2008.

      LA VIDA CRISTIANA DE MARTÍN LUTERO

      El pasado es un país lejano; allí las cosas se hacen diferente.

       L. P. HARTLEY, THE GO-BETWEEN

      Martín Lutero, el hombre que quizás debe asumir mayor responsabilidad por la ruptura de la iglesia occidental en la Reforma, provenía de un entorno relativamente humilde, sin indicios del controversial prestigio que alcanzaría más adelante. Nació el 10 de noviembre de 1483, hijo de Hans y Margaret Lutero, en la ciudad de Eisleben. Irónicamente, aunque este pueblo no fue muy relevante en la vida de Lutero, moriría allí en 1546, poco después de predicar su último sermón en la iglesia local.

      Hans Lutero fue un hijo de la tierra, pero de acuerdo con las leyes de herencia medievales, no heredó la granja familiar. En cambio, como el hijo mayor, se esperaba que se abriera su propio camino en el mundo. Esto lo hizo primero como minero y luego como gerente de mina. Debido a la necesidad de trabajo, la familia Lutero tuvo que dejar Eisleben para ir a Mansfeld apenas unas semanas después del nacimiento de Martín, pero a Hans le fue bien finalmente y ascendió al nivel de su posición gerencial.

      Como muchos padres que han trabajado duro y disfrutado de la movilidad social, Hans Lutero tenía expectativas más altas para su hijo. Por tanto, decidió que el joven Martín no tendría que trabajar en la ardua labor física que había marcado su propia juventud, sino que iría a la universidad para estudiar una carrera en derecho. Y así fue como en 1501 Martín