en la predicación pastoral en la misma iglesia aquí en África por treinta años. He visto el fruto de tal predicación a través del tiempo a medida que una congregación del pueblo de Dios ha crecido tanto en cantidad como en calidad. Ha sido exigente y ha habido unas pocas veces donde me he preguntado si es que voy o vengo. Sin embargo, cuando miro hacia atrás a los años de la predicación pastoral y veo el fruto, estoy convencido de que este es el camino a seguir. He decidido escribir porque quiero compartir lo que el Señor me ha enseñado como practicante del arte de la predicación pastoral. He aprendido algunas de estas lecciones cometiendo errores costosos. ¡Afortunadamente no muchas de esas lecciones han sido aprendidas de esa manera!
Escribir este libro ha sido un trabajo de amor, aunque inicialmente me sentía como David cuando se le pidió que peleara contra Goliat mientras usaba la armadura de Saúl. La petición de escribir este libro vino de Langham Partnership y prontamente acepté el reto. No paso mucho tiempo antes de que me diera cuenta que aunque había escrito un número de libros anteriormente, ninguno de ellos había sido escrito sin primero ser presentado a una audiencia en vivo. Esta iba a ser la primera vez que yo lo hiciera. ¡Y por dos años falle miserablemente! Finalmente, recordé leer en algún lugar que el Dr. John Stott solía tener un grupo de estudio que lo ayudaba con sus proyectos de escritura. Así que, decidí pedir a unos cuantos pastores locales que se reunieran conmigo semanalmente para repasar los capítulos en los que estaba trabajando. (Sus nombres están enlistados en los agradecimientos). ¡Eso funcionó magníficamente! Su contribución fue invaluable. Ellos desafiaron algunas de mis presuposiciones, agregaron pensamientos y me aconsejaron mover algunas cosas. Así que, este libro es un proyecto en equipo, aunque tomo la responsabilidad completa de sus deficiencias.
1. La Predicación Pastoral y la
Predicación Evangelista
Desde la perspectiva de los ángeles en el cielo, existen únicamente dos tipos de personas en este planeta – Cristianos y no Cristianos. De acuerdo, tendemos a observar mucha más variedad que eso porque vemos a las personas a través de lentes sociales y económicos. Así vemos ricos y pobres, educados y no educados, buenos y malos, famosos y desconocidos, poderosos y vulnerables, hombre y mujer, etc. Estoy seguro que los ángeles de Dios también ven estas diferencias, pero tales cosas son insignificantes cuando se trata de nuestro destino eterno. Lo que importa por sobre todo lo demás es si la persona está o no en Cristo.
Los predicadores deberían tener una perspectiva similar a la de los ángeles. Nuestra principal preocupación debería ser si nuestros oyentes están o no en Cristo. La predicación evangelista es necesaria para traer pecadores al reino. Pero también tenemos una segunda tarea: ayudar a aquellos quienes han venido a Cristo a crecer espiritualmente. Lograr este objetivo requiere de la predicación pastoral. Algunos pudieran pensar que esta distinción entre la predicación evangelista y la predicación pastoral es artificial, pero Jesús mismo reconoció los dos tipos de predicación cuando dio Su Gran Comisión:
Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:18-20)
El llamado a la predicación evangelista
La primera tarea que Jesús dio a sus discípulos fue la de reproducirse a sí mismos trayendo personas al reino de Dios. Ellos debían de “hacer discípulos”. ¿Cómo iban ellos a hacer esto? Predicando. Las representaciones paralelas de la Gran Comisión en los otros evangelios deletrean esto muy claramente, particularmente cuando reconocemos que la palabra traducida “proclamad” en la RV77, es traducida como “predicad” en muchas otras versiones. En el Evangelio de Marcos leemos: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15–16). Encontramos palabras similares en el Evangelio de Lucas: “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:46–47). Claramente Dios nos manda ir a todo el mundo no Cristiano predicando las buenas nuevas de Jesús y Éste crucificado y llamando a las personas al arrepentimiento y fe en Él. Aquellos quienes respondan a este llamado han de ser iniciados en colonias locales de fe llamadas “la iglesia”. Esta iniciación es a lo que Jesús se refería cuando habló de “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).
La predicación evangelista es necesaria porque, de acuerdo con la Biblia, cada persona en la tierra está en rebelión contra Dios su hacedor. Esto es verdad aún si ellos son seguidores sinceros de alguna otra religión. Los Africanos en sus religiones tradicionales Africanas están tan perdidos y en rebeldía como los Asiáticos y sus religiones místicas. Ellos están adorando un Dios que no conocen e insisten en adorarlo a su propia manera. Dios está preocupado por esto y quiere corregirlo. Él hace esta corrección al mandar predicadores a todos los pueblos de la tierra con las buenas nuevas de salvación a través de Cristo Jesús.
Predicando en Atenas en el primer siglo, el Apóstol Pablo dijo:
Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. (Hechos 17:29–31)
Pablo estaba desafiando el pensamiento erróneo en la religión del pueblo de Atenas y diciéndoles ¡que el tiempo se había terminado! Dios ya no iba a tolerar este tipo de ignorancia y ahora estaba demandando que todos los pueblos en todo lugar abandonaran las formas falsas de adoración. Él había revelado a su Hijo, Cristo Jesús, como el camino, la verdad y la vida. Él estaba ahora llamando a todas las personas en todo lugar a someterse a Jesús o a ser condenados para siempre. Jesús quien había muerto estaba ahora vivo e iba a juzgar a todos los seres humanos en el día final del juicio.
Como Pablo, nosotros cómo predicadores debemos proclamar el evangelio del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo para todos y cada uno. No debemos ir únicamente a aquellos quienes dicen no tener religión. Debemos ir incluso a aquellos quienes son sinceros en sus religiones sin Cristo e implorarles que vengan a Cristo en fe y arrepentimiento. No es políticamente correcto hacer esto, pero debe ser hecho si vamos a ser fieles a nuestra comisión.
La predicación evangelista debe luchar con las conciencias de los incrédulos. Debe ir a las cuevas donde están escondidos y hacer que salgan. ¿Cómo? Entendiendo los argumentos y filosofías que ellos utilizan para cegar sus conciencias al hecho de que están viviendo en rebelión y pecado. Debemos entonces mostrarles a través del argumento lógico que sus posiciones son insostenibles. Esto es lo que Pablo hizo cuando le dijo al pueblo de Atenas que el Creador no vive en templos hechos por manos humanas y que ellos eran culpables de idolatría, de la cual Dios les mandaba que se arrepintieran.
Es por la Gran Comisión que el Cristianismo es imparable. La tarea evangélica continúa dando como resultado la reevangelización de cada generación y el esparcimiento del Cristianismo a nuevos territorios al cada generación pasar la estafeta a la siguiente generación. Los misioneros están siendo enviados a lugares donde el evangelio no ha echado raíces y nuevas iglesias están siendo plantadas. Siguen habiendo reuniones evangelísticas en varios lugares, llamando a los jóvenes y ancianos a poner su confianza en Cristo como su Señor y Salvador personal.
Cuando David Livingstone llegó por primera vez a África Central, no había Cristianos aquí. En efecto, África Central era un espacio vacío en el mapa mundial. Cuando él predicaba, frecuentemente había poco o ningún efecto visible y él estaba muy desanimado. Él escribió,
Había estado…