glorificado a través de la salvación de pecadores. Así que la salvación en sí misma no es la meta principal; es el medio a una meta aún más gloriosa, la cual es traerle gloria a Él. Cuando los ángeles anunciaron el nacimiento del Señor Jesús, ellos cantaron, “Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2:14). En la salvación, la gloria va para Dios y la paz viene a nosotros. Por lo tanto la gloria de Dios debe ser el principal enfoque de los predicadores pastorales.
Incluso cuando Isaías profetizó la venida del Mesías al mundo, y la manera en la que pondría Su Espíritu sobre Él, no perdió de vista el hecho de que Dios iba a hacer todo esto para Su propia gloria. Él escribió, “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos… y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya” (Isaías 61:1, 3).
Demos unos pocos pasos hacia atrás y preguntemos, ¿Qué significa glorificar a Dios? Quiere decir traerle placer a Él al hacer las cosas que verdaderamente reconocen Su esplendor como Dios. En otras palabras, debemos de dar gracias a Dios por darnos todo lo que somos y tenemos, y debemos adorar a Dios reconociendo que Él es digno de recibir de nosotros todo lo que somos y tenemos. Así es como glorificamos a Dios.
Los no creyentes no viven para la gloria de Dios. Ellos glorifican cosas creadas en lugar de al Creador (Romanos 1:25). Incluso cuando se mezclan con el pueblo de Dios durante los servicios de la iglesia, su pregunta principal es, “¿Me estoy divirtiendo?” Si la respuesta es negativa, es posible que no vuelvan la siguiente semana.
Cuando esta vida se termine para todos nosotros, creyentes y no creyentes por igual, vamos a glorificar a Dios. La Biblia dice, “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9–11). ¡Dios en última instancia será glorificado!
Pero nuestra meta debe ser el ver a Dios glorificado en medio de Su pueblo en esta vida. Debemos querer ver al pueblo de Dios vivir sus vidas en la casa, el trabajo o en la iglesia de tal manera que Dios encuentre placer en ellos. Es por eso que Jesús vino – para traer gloria a Dios al salvar un pueblo para Sí mismo. Él le ha dado a la iglesia pastores de manera que la capacidad de las personas para traer gloria a Dios sea mejorada. Así que, nosotros como pastores debemos estar constantemente haciendo la pregunta, “¿Mi predicación produce vidas que estén glorificando a Dios?”
La salud del pueblo de Dios
Justo como los sub-pastores están atentos con un ojo en agradar al dueño de las ovejas y con el otro a la salud de las ovejas, así los pastores se deben enfocar en dos metas principales en el ministerio: la gloria de Dios y la salud del pueblo de Dios. Estos son los dos lados de la misma moneda. El primero es únicamente logrado cuando se consigue el segundo. Dios será glorificado únicamente cuando el pueblo de Dios este en buena salud espiritual.
El pueblo de Dios únicamente estará sano si la predicación pastoral que recibe se enfoca en las cinco áreas claves que se describen a continuación.
Una visión completa del evangelio
La predicación pastoral debe ayudar a los creyentes a obtener una visión completa del contenido del evangelio. En el momento de su conversión, pudo haber solo una verdad del evangelio que los cautivó, y esta verdad los trajo a Cristo para su salvación. Tal vez se sintieron sin valor y sin amor, y el evangelio les abrió la altura y profundidad y longitud y amplitud del amor de Dios en Cristo Jesús. Tal como una flor experimentando el calor del sol, ellos se abrieron y el Sol de Justicia envió sus rayos sanadores a sus almas con un poderoso efecto salvador. Para ellos, este es ahora el comienzo y el final del mensaje del evangelio – se trata de un Dios quien ama lo rechazado. O tal vez ellos eran pecadores rebeldes y las advertencias del evangelio y ofertas de amnistía divina fueron escuchadas con ensordecedores decibelios hasta que salieron de su rebelión espiritual con sus AK47, por así decirlo, en el aire. Para ellos, este es ahora el comienzo y final del mensaje del evangelio – se trata de un Dios quien perdona rebeldes merecedores del infierno.
Ninguno de estos dos grupos de Cristianos tiene una vista panorámica del evangelio. Ambos necesitan llegar a una apreciación más profunda de Él. De la misma manera, todos necesitamos aprender más de la obra salvadora de Cristo, el Hijo de Dios, en Su vida preexistente, Su vida humillada y Su vida glorificada. Los Creyentes necesitan ser enseñados cómo la muerte, sepultura y resurrección del Señor Jesucristo es el ápice de Su obra salvadora y ellos necesitan saber cómo todo esto se relaciona con Su ascensión y posición a la diestra de Dios. Todos necesitamos ver que nuestra experiencia de salvación es solamente una gota en un océano de sublime gracia, hasta que nosotros también podamos entender por qué Charles Wesley escribió en 1738,
De la diestra del Padre de Luz,
Bajó a este mundo vil el Señor Jesús;
Se despojó de gloria y honor;
Por raza inútil se dio el Señor,
¡Cuán grande amor, inmenso, pleno y sin par!
Que al pecador, el Salvador dignóse a salvar.5
Los Cristianos también necesitan aprender sobre los varios frutos de esta obra salvadora de Cristo, incluyendo regeneración, justificación, adopción, santificación y glorificación. Jamás he olvidado cómo siendo un joven a principio de mis veintes, me encontré con el libro de J. I. Packer God’s Words [Las Palabras de Dios] y estudie cada uno de estos conceptos.6 El impacto que ese ejercicio tuvo en mí es indescriptible. Sentí como si hubiera nacido de nuevo – ¡otra vez! Todas estas son palabras bíblicas. Como mujeres viniendo del río cargando cubetas de agua refrescante sobre sus cabezas, cada una de estas palabras del evangelio refrescan nuestras almas a medida que avanzamos en este mundo cansado.
Pablo y los otros escritores de las cartas en el Nuevo Testamento tomaron el tiempo para explicar el evangelio a los creyentes del primer siglo. ¡La carta a los Romanos es un ejemplo clásico! Debemos hacer lo mismo en nuestra predicación pastoral. Regularmente debemos explicar conceptos bíblicos importantes de manera que el pueblo de Dios sea confirmado en su fe y no tengan que depender únicamente en sus sentimientos, los cuales cambian de un día para otro . Es por eso que muchos jóvenes creyentes luchan con la seguridad de su salvación. Ellos no han comprendido que la salvación no está basada en sentimientos sino en las inmutables promesas de Dios que están ancladas en la obra terminada de Cristo en la cruz, Su obra continua a la diestra del Padre en el cielo, y las poderosas obras del Espíritu de Dios en nuestros corazones.
La predicación pastoral nos debe dar a todos una comprensión más completa del evangelio y profundizar nuestro amor de manera que estemos ansiosos por compartirlo con otros.
Un conocimiento práctico de la Biblia
La predicación pastoral debe ayudar al pueblo de Dios a desarrollar un conocimiento práctico de la Biblia. Esto se aplica no solo a pastores trabajando en centros urbanos sino también a aquellos cuyas congregaciones están en aldeas rurales.
Aunque nos referimos a la Biblia como un libro, es más como una biblioteca con sesenta y seis libros. Por supuesto, algunos de los libros son muy cortos, pero cuando los lees, pronto descubrirás que contienen una riqueza de material. Son como leche condensada, ¡que empaca mucha bondad en una lata pequeña! Así es la Biblia. Al meditar en ella, descubrimos que su contenido puede llenar las más grandes bibliotecas en el mundo.
Los Cristianos necesitan tener un conocimiento práctico de esta biblioteca de libros de manera que ellos puedan hacer buen uso de él cuando necesiten conocer la mente de Dios con respecto a situaciones que puedan estar enfrentando. Esto no es tan sencillo como pudiera sonar ya que la Biblia contiene muchos tipos diferentes de escritura. Están los libros históricos, libros de sabiduría poética, libros proféticos y libros que son esencialmente cartas escritas a varias iglesias e individuos. Y los libros están organizados en dos