Carlos Federico Torres

Gente de tango


Скачать книгу

realizó una grabación con el Quinteto Pirincho, el tango Tierra negra, registro que se concretó el 19 de junio de 1951.

      De sus registros discográficos con la orquesta de Canaro se recuerdan en especial las grabaciones de los tangos La útima copa, Tedio, Sentimiento gaucho, María, Yira yira, Cotorrita de la suerte, Vine a verte, Cuatro lágrimas, El último organito, La melodía de nuestro adiós, Nobleza de arrabal, Necesito olvidar y el difundido tema de Alfredo De Ángelis y José Rótulo Pregonera, en este caso cantando a dúo con Guillermo Coral, quien no es otro que el cantor y actor Guillermo Rico.

      Desvinculado de Canaro, Arenas formó un cuarteto dirigido por el violinista Vicente Florentino, con el que actuó desde 1958 hasta 1960, año en el que se alejó de la actividad artística desempeñándose desde entonces y hasta el año 1970 como taxista.

      Recién en 1975 retornó a su labor de cantor, ingresando al elenco del local El Túnel, en la ciudad de Mar del Plata, el que pertenecía a Enrique Mora.

      Precisamente con el cuarteto que éste conducía, en 1976 reingresó a los estudios de grabación después de 19 años, registrando para el sello tk dos tangos pertenecientes a quien fuera el director de la orquesta en la etapa más importante de su trayectoria: Sentimiento gaucho y La última copa, temas que ya había grabado con la orquesta de sus viejos éxitos.

      Luego de estas grabaciones, que resultarían las últimas que realizó a lo largo de su carrera, Arenas continuó su labor como cantor solista acompañado por un conjunto de guitarras, en actuaciones ya bastante esporádicas, destacándose como último hito de su trayectoria un viaje realizado a Colombia, junto con otros dos ex cantores de Canaro, Roberto Maida y Ernesto Famá, país en el que realizaron exitosas presentaciones durante quince días.

      Alejado desde entonces de la actividad artística, Arenas falleció en Buenos Aires el 12 de enero de 1988, a los 77 años de edad.

      13. Arolas, Eduardo

      El Tigre del Bandoneón, cuyo nombre real era Lorenzo Arola (sin la ese final), nació en el barrio de Barracas en la Capital Federal, el 24 de febrero de 1892, hijo de inmigrantes franceses analfabetos.

      Quien luego habría de ser uno de los primeros grandes compositores de nuestro tango aprendió de oído a tocar la concertina y luego la guitarra, instrumento este último que ejecutara entre 1900 y 1905 en compañía de su hermano, interpretando entre otras obras los por entonces muy en boga valses de Waldteufel.

      Inducido por Ricardo Mochila González, el compositor de La rosarina y El fulero, con quien se desempeñaba como guitarrista en un dúo que habían conformado para actuar en el café sito en Universidad y Suárez del barrio de la Boca, tocó por primera vez el bandoneón en 1906 con un pequeño instrumento de cuarenta y dos voces, contando, dados sus aún precarios conocimientos musicales, impartidos por el ya experimentado González.

      De todos modos, al poco tiempo de iniciar su aprendizaje del bandoneón ya se había transformado en un virtuoso del mismo, mientras actuaba en diversos cafés de su barrio natal.

      Simultáneamente con esta actividad ingresó como dibujante —su otra gran pasión, para la que también poseía notables aptitudes— a una empresa de su barrio de Barracas, actividad en la que permaneció durante cinco años y de la que luego dejaría muestras a través de excelentes dibujos en las carátulas de algunas de sus partituras.

      En 1909 compuso su primer tango, Una noche de garufa, nombre del café que el propio Arolas había instalado a instancias de un amigo, el industrial Luis Bettinelli, en la calle Montes de Oca 1681.

      El tango fue pasado al pentagrama por Francisco Canaro en la parte de violín y por Hernán Macchi en la de piano, porque Arolas aún no sabía hacerlo, dato éste aportado por el propio Canaro en sus Memorias. En 1915 fue Arolas quien habría de prestar ese servicio a José El Gallego Martínez, llevándole al papel el tango Expresión campera, cuya melodía Martínez había compuesto pero no estaba en condiciones de escribirla.

      Aquel primer tango de Arolas, que en la partitura dedicó a Prudencio Aragón, adquirió inmediata popularidad y a diferencia de lo que habitualmente ha ocurrido con otros compositores, ya desde esa obra inicial definió el estilo que Eduardo habría de imprimir a todas sus obras.

      En 1911 Arolas comenzó a estudiar música en un conservatorio, en el que tomó clases de teoría y solfeo con el maestro Bombich y en tres años obtuvo conocimientos necesarios como para escribir a lo largo de su breve existencia alrededor de ciento veinte tangos, muchos de los cuales lo ubican entre los grandes compositores del género.

      En 1912 había compuesto los tangos Nariz, poco difundido pero de brillante concepción, del que hay una notable versión grabada por el pianista uruguayo César Zagnoli al frente de su trío en 1960, Rey de los bordoneos, dedicado al por entonces guitarrista Graciano De Leone, Maturrango, Chúmbale y el vals Notas del corazón, que dedicó a su madre.

      En ese año acompañó a Roberto Firpo en actuaciones en los locales Armenonville y El Estribo, formando un trío que se completaba con el violinista Tito Rocatagliata.

      Formó luego su propio conjunto para actuar en el Pigall. Contó en esta ocasión con el concurso de Julio De Caro y Rafael Tuegolls en violines, Roberto Goyeneche en piano y Luis Berstein en contrabajo, agrupación con la que grabó para los sellos Odeon y Víctor.

      A fines de 1917 su conjunto llevaba grabado para este último sello un total de cuatro discos: el primero incluía su tango La guitarrita, dedicado a Mario Pardo, reconocido ejecutante de este instrumento, y El Jaguar, tango perteneciente a Atilio Lombardo, el segundo incluía el vals La Regina del fonógrafo, de este mismo compositor y la polca La cordobesita, del mismo Arolas, el tercero incluía dos temas de Arolas: Rawson y Taquito y en el cuarto, su orquesta servía de marco musical al cantor y payador rosarino Pancho Cuevas, cuyo verdadero nombre era Francisco Bianco y era hermano del violinista Eduardo Bianco, de dilatada actuación en Europa.

      Con este cantor grabó el tango La payanca, de Augusto Pedro Berto, al que habían agregado una primera letra Francisco N. Bianco y Juan Andrés Caruso. Años después, Jesús Fernández Blanco escribió otros versos que no son obviamente los que cantó Pancho Cuevas.

      Poco después, con este mismo cantor, Arolas grabó Flor de fango, el tango de Augusto Gentile al que años después de haber sido dado a conocer por este compositor puso letra Pascual Contursi.

      Pese a su breve existencia y los escasos conocimientos musicales con los que contaba en los inicios de su carrera, la labor de Arolas como compositor fue extensa y muy inspirada, al punto de constituirse en uno de los más grandes exponentes del género.

      Héctor Ernié para estudiar la tarea autoral de Arolas la divide en tres etapas a las que observa como claramente definidas: la primera se inició en 1909 con el tango Una noche de garufa y finalizó en 1912, período en el que compuso los temas que se citaron con anterioridad.

      La segunda etapa, de acuerdo al mencionado estudioso, abarcó el período comprendido por los años 1913 y 1916, tiempo en el que su fama ya era considerable y los sellos grabadores se disputaban el registro de sus temas. Compuso así en 1913 los temas Piteco y Delia, dedicado a su amiga Delia López, destinataria también del ya mencionado Nariz.

      En la Nochebuena de ese año, de acuerdo a lo señalado por Francisco García Jiménez, escribió en colaboración con Roberto Firpo Fuegos artificiales, tango inspirado en las celebraciones que se hacían en el Parque Japonés y que Arolas y Firpo, integrantes del trío que actuaba en el lujoso cabaret Armenonville sito en Avenida Alvear y Tagle, observaban desde los jardines del mismo.

      Fue precisamente el propio Firpo quien efectuó la primera grabación de este tango, ya en el año 1916, con el cuarteto que dirigía y que integraban además de Arolas y Rocatagliatta, el contrabajista Leopoldo Thompson, en lo que fuera el estreno de este instrumento en el género del tango. Fuegos artificiales también se constituiría con el tiempo en otro de los grandes clásicos del género.

      En 1914, luego de componer varios temas que no alcanzaron mayor difusión, Arolas dio a conocer El