Rodolfo Mario Agoglia

Conciencia histórica y tiempo histórico


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e interpretación de la historia ¿es esa densa y rica trama de experiencias que, como sujetos sociales, vivimos diaria y constantemente?

      La historiografía actual ha ahondado en el análisis de las experiencias históricas del hombre contemporáneo, que son: en lo político, la declinación y destrucción del sistema europeo, la disgregación de los imperios coloniales y el nacimiento del Tercer Mundo, la crisis del liberalismo y el surgimiento del socialismo y de nuevas formas de democracia; en lo económico, la crisis del capitalismo y la aparición de nuevas formas de industrialismo e imperialismo; en lo social, la explosión demográfica, la crisis del individualismo y la expansión de la masificación; en lo cultural, el formidable desarrollo de la ciencia y de la técnica y su ideologización, como así también, la evasión del arte, la filosofía y la religión. Todas estas experiencias históricas han provocado, en el nivel existencial, las vivencias más negativas y dolorosas: de la explotación, de la alienación, del fracaso, de todas las formas de la opresión y del sometimiento; pero han conducido, por una suerte de dialéctica, a un alto grado de concientización, el mayor, quizás, que ha alcanzado el hombre en su historia. Y como resultado de este análisis, la historiografía de hoy -a través del amplio aspecto de corrientes y escuelas que abarca-, ha caracterizado nuestro presente vigente por rasgos unánimemente reconocidos: indivisibilidad de la riqueza y la miseria, indivisibilidad de la libertad, solidaridad y personalidad inalienables de los pueblos, inseparabilidad de política y economía, descolonización progresiva y creciente, necesidad de integración de las naciones, raíz y destino popular de la cultura, función social de la educación, de la literatura y del arte, misión formativa y liberadora de la filosofía y de la religión, subordinación de la ciencia y la técnica a la totalidad del saber y a la eticidad, y, finalmente, desideologización y humanización del hombre por la historia como praxis y como conocimiento. Con estas categorías ontológicas y ónticas, con estas categorías constitutivas y heurísticas, que respectivamente expresan el ser de lo histórico y de nuestra presencialidad, la historiografía actual resuelve también la polémica entre las metodologías analíticas y las sintéticas, o constructivas, a favor de estas últimas, que subordinan la sincronía a la diacronía, y los métodos estructuralistas, cuantitativos, psicológicos, y otros igualmente explicativos, a los interpretativos y dialécticos.

      En síntesis: la epistemología de la historia y la historiografía actuales nos aclaran cómo debemos abordar la realidad histórica, y nos alertan expresamente contra el peligro de un acercamiento a ella con criterios y categorías extrahistóricos, vale decir, con intereses estrechamente personales o de grupo, y con esquemas metafísicos, lógico-formales, psicológicos, funcionalistas o lingüísticos, porque todos estos enfoques, más profundamente ideológicos de lo que creemos, pueden suscitar en nosotros una ilusión de practicidad, de haber penetrado en el acontecer histórico mismo y de estar actuando y gravitando en él. Vana ilusión, por igual perniciosa para nuestra existencia y nuestro saber históricos, que no tardará en desvanecerse y enfrentarnos a nuestra deserción.

      ¿Cómo ha llegado la historiografía de nuestros días a estas definiciones y categorías del tiempo y de la conciencia históricos que acabamos de esbozar y constituyen las bases firmes e indispensables (ya imposibles de ignorar) para sus tareas de investigación comprensión e interpretación? A través de una reflexión filosófica que ha acompañado en forma sostenida el desarrollo del conocimiento histórico, pero que se afirma desde el surgimiento de las ciencias humanas en el siglo XVI, y alcanza su máxima intensidad y sistematización a partir del siglo XVIII, prolongándose ininterrumpidamente hasta el presente. Es este proceso el que nuestra obra pretende mostrar, conjuntamente con las importantes consecuencias que de tales concepciones se derivan para la cultura y el mundo contemporáneos, y en especial para el compromiso histórico del hombre latinoamericano.

      4 Perimir: caducar un procedimiento por haber transcurrido el término fijado por la ley sin que lo hayan impulsado las partes. (Diccionario de la Academia Española, edición en línea). [Nota del editor].

      5 El propio Marx que, ya lo hemos dicho, subvierte la relación hegeliana entre ser y pensamiento, expresa respecto de la realidad histórica: “No basta que el pensamiento tienda hacia la realidad; la realidad misma debe tender hacia el pensamiento” (1975, Contribución a la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel).

      6 Esta “indestructible compenetración ontológica” -como acertadamente la ha calificado Francisco Fernández Santos (1966)- entre objetividad y subjetividad se pone más allá de la oposición entre realismo e idealismo. Véase también Rotenstreich, 1965.

      7 Sin él -como dice [Jean-Louis] Vieillard-Baron (1979)- el hombre quedaría “exiliado” de la historia, pues no lo busca por mero deseo de saber, sino para encontrar y fijar en ella su propio lugar, para “situarse”.

      8 Véase [Jean Marie] Matagne, 1972, El término de ideología; [Kurt] Lenk, 1974; [Karl] Mannheim, 1973, Ideología y utopía; y [Paul] Ricoeur, 1974.

      9 Esta fuente de las Ideologías en la existencia social, las diferencia de las Visiones del mundo y de la vida, que tienen su raíz en la existencia individual y que son asumidas siempre como un credo personal, aunque puede haber concepciones comunes. Naturalmente una Weltanschaung puede reunir (y de hecho reúne) elementos científicos, filosóficos, religiosos, de la vida cotidiana, etc.; pero una teoría científica o filosófica se convierte en la totalidad, o en parte, de una concepción del mundo, cuando es creída.

      10 Y hoy por Müller, [Kostas] Axelos, [György] Lukács, [Capek] Milic, [Hans] Lenk, [Moritz] Geiger, y otros.

      11 Según Burke (que se inspira en Hobbes), las ideologías surgen cuando una formación socio-histórica entra en crisis, a fin de apuntalarla o combatirla. Ver, al respecto Geertz, 1971, y Lefort, 1968, L’Ere de l’Ideologie.

      12 Tales como la combatividad, la fe en el triunfo final, el convencimiento de justicia, etc., que según [Frederick] Watkins (1970, La era de las ideologías) le son concomitantes desde los procesos sociales derivados de la Revolución industrial.

      13 En cuanto a la historia sobre el presente desde el presente mismo, requiere que este sea entendido en un sentido eminentemente proyectivo, casi exclusivamente como enderezado a un futuro, razón por la cual debe enfatizar y profundizar la búsqueda de lo que en el presente vigente anticipa o prefigura, el presente en advenir.

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