Rita Giacalone

Nuevas estrategias de inserción internacional para América Latina


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hizo mundialmente hegemónica recorriendo el mismo cauce del dominio de la Europa burguesa. Su constitución ocurrió asociada a la específica secularización burguesa del pensamiento europeo y a la experiencia y las necesidades del patrón mundial de poder capitalista, colonial/moderno, eurocentrado, establecido a partir de América (Quijano, 2000, p. 218).

      A lo largo del capítulo, salen a relucir las particularidades regionales y que hacen notar trayectorias históricas que claramente se pueden diferenciar de la construida en Europa o América del Norte. Cerramos con unas apreciaciones que no pretenden ser definitivas, sino más bien buscan fomentar y profundizar la conversación sobre problemáticas muy actuales. Al finalizar la introducción, hacemos notar que en este capítulo se utilizan algunas referencias de un escrito anterior (Olano, 2018), y lo hicimos con la ahora manifiesta voluntad de profundizar en el estudio de teorías y metodologías cuyo análisis pudiera haber pasado como incompleto en ese primer trabajo.

      En esta primera parte, quisiéramos destacar la validez que durante las últimas dos décadas adquirió, lo que distintos académicos e intelectuales han denominado metodología transdisciplinar crítica, sobre todo cuando trabajos elaborados desde esta perspectiva han contribuido a la organización de los nuevos estudios internacionales latinoamericanos. De igual manera, de entrada decimos que se mantiene una abierta disposición a distanciarnos de teorías, conceptos y definiciones inscritas en la tradición intelectual de las disciplinas ciencia política y relaciones internacionales, por estar no solo mediadas sino formulados con los principios del eurocentrismo.

      Por eso es que el capítulo se relaciona con quienes cuestionan los mecanicistas principios de aquella epistemología, y se asocia con la búsqueda por las bases de una nueva composición en la forma de acceder al saber. Así se puede entender la crítica al eurocentrismo y su inmovilismo teórico generado por un tipo de episteme, que “tiene como núcleo central la racionalidad cognitivo-instrumental centrada en el principio cartesiano de la simplificación y en el principio newtoniano de la estabilidad de sistemas deterministas regidos por leyes válidas universalmente” (Germaná, 2017, p. 269). En el caso específico de la propuesta metodológica que manejamos, muchos de aquellos estudios y con una fundamentación metodológica de orientación clara y abiertamente positivista, han tenido y visto a Latinoamérica como tema-problema y objeto de investigación. Una situación que tendió a agravarse cuando se produjo la organización de los estudios de área al interior de la disciplina relaciones internacionales, los estudios latinoamericanos, por ejemplo, justo en los momentos que Estados Unidos lograba la hegemonía global.

      Con la metodología propuesta, nos interesa también observar a quienes están por fuera de las teorías y la disciplina relaciones internacionales en la investigación del sistema-mundo que aquí lo consideramos también moderno y colonial. Las particularidades que veremos en los siguientes acápites, alientan que las lecturas e interpretaciones desde la región aporten en una perspectiva donde quedaron eliminadas las unilaterales visiones del racionalismo, sí, el mismo que desde sus orígenes implantó el pienso, luego existo como fundamento de su lectura e interpretación del mundo. Esto significa abandonar también el principio de la negación tan propio de la ciencia moderna, sobre todo en la vertiente de la dialéctica, aceptando la existencia de múltiples mundos y civilizaciones cuyos integrantes son, también, sujetos de conocimiento pensando desde su diversidad ontológica.

      De igual manera, la transdisciplinariedad crítica propone que no se fragmente la realidad con base en vanidosos principios de superioridad, y más bien se destaque la relacionalidad heterárquica, manteniendo las diferencias y acabando con las jerarquías en los tipos de saber. Por eso, lo transdisciplinar propone una actitud siempre dialógica, reconociendo la complejidad susceptible de encontrarse en todo nivel de análisis. Entonces, comparto la idea que sostiene la vigencia de tipos de pensamientos donde se ponen en juego la igualdad y la diversidad, como también la posibilidad de una relación heterárquica, puesto que esto:

      es un intento por conceptualizar las estructuras sociales con un nuevo lenguaje que desborda el paradigma de la ciencia social eurocéntrica heredado desde el siglo XIX. El viejo lenguaje es para sistemas cerrados, pues tiene una lógica única que determina todo lo demás desde una sola jerarquía de poder. […] Las heterarquías son estructuras complejas en las que no existe un nivel básico que gobierna sobre los demás, sino que todos los niveles ejercen algún grado de influencia mutua en diferentes aspectos particulares y atendiendo a coyunturas históricas específicas (Castro-Gómez y Grosfogel, 2007, p. 18).

      Ahora ya se conoce la poca disposición del pensamiento disciplinar por aceptar la existencia de múltiples realidades, y su dinámica interacción en la actual organización y funcionamiento del mundo contemporáneo. El método transdisciplinar-crítico se preocupa por construir un tipo de conocimiento relacional y complejo, que involucre la multiplicidad de aquellas, además de estar siempre inacabado pues es susceptible de revisarse todas las veces que sea necesario. Con esta metodología, se elimina la idea de verdad universal por el hecho de considerarse científica, y porque muestra la voluntad y preocupación de los administradores del conocimiento por encontrarla, para luego instrumentalizarla en beneficio de determinados intereses.

      Al respecto, un buen análisis de las teorías que han dominado al interior de la disciplina relaciones internacionales, el mainstream del que tanto se habla, fue realizado por el politólogo polaco Marek Pietrás en un artículo que fue publicado con el título de “El cambio en la ontología y epistemología de la ciencia de relaciones internacionales”. Pietrás sostiene que la mayor parte de todas esas teorías, son también parte de un conocimiento situado y están relacionadas con una ontología y trayectoria histórica ya establecida1. En todo caso, eliminar la verdad procedente del saber científico institucionalizado, resulta relevante para el estudio que aquí se realiza, pues se propone un tipo de interacción con grupos no profesionalizados en relaciones internacionales, pero que desde hace mucho tiempo puede llamárseles especialistas por sus estudios sobre aspectos que también son parte del sistema-mundo.

      Desde esta perspectiva metodológica, es posible afirmar que los nuevos estudios internacionales latinoamericanos se caracterizan desde su origen por el multicentrismo. Es decir, parten por considerar que los centros y sus correspondientes periferias son irreales, producto más del sesgo ideológico con que han pensado los miembros de la disciplina, pero también por considerar que el mundo se mira y se piensa independientemente del lugar donde se ubique el sujeto del saber. Esto último le da sentido a la necesidad de profundizar en el giro epistémico decolonial, en tanto es una propuesta dirigida a la validación de todo tipo de conocimiento, el que se funda en su ontología y se define como situado. Entonces, y por medio de una actividad cognoscente plenamente localizada, el giro epistémico decolonial:

      pone en cuestión el orden de conocimiento prevalente, sus modos de validación y sus localidades. Para establecer un proyecto decolonial, es necesario primero una crítica epistemo-ética. Es la recuperación de otras voces provenientes de localidades geográficas no europeas: el pensamiento del Sur, de América Latina e India; es un modo de expandir la geografía del conocimiento. El giro epistémico decolonial comienza por reconocer que existe una geopolítica y una corpo-política del conocimiento. Los sujetos hablamos y pensamos desde una localización geográfica y dentro de una estructura de relaciones de poder (O’Connor, 2016, p. 132).

      Además, no se restringe a ciertos campos de análisis y sin abandonar su particularidad situacional, siempre parte de una perspectiva de totalidad, pues las relaciones al interior del sistema-mundo moderno y colonial, exigen un encaramiento exhaustivo de las partes actuando de manera relacional. Así se propone que los actores pueden participar en la organización de un renovado sistema, sin afán de dominio sobre las partes que