pero eso es falso. Ni siquiera los profesores definitivos tenemos carta blanca. Las instituciones en las que labora mos exigen que publiquemos sin parar artículos en revistas especializadas.9
La segunda parte de este volumen recoge principalmente textos de congresos sobre diálogo, retórica y argumentación: cinco de ellos son comunicaciones (1, 3, 4, 5 y 7), tres de las cuales fueron publicadas después en las actas correspondientes (4, 5 y 7), una fue publicada en una revista (1) y otra, reelaborada, ve aquí la luz por primera vez (3). Los otros dos textos son un artículo (2) escrito como complemento del primero y un capítulo (6) de un volumen colectivo.
Esta versión en español aparece a ocho años de la primera edición italiana, de 201210. Los principales cambios se encuentran al final de algunos capítulos a modo de actualizaciones que señalan textos posteriores relacionados con los respectivos temas. Las demás variantes se limitan a algunas correcciones y a la actualización de los enlaces de hipertexto y de algunas referencias bibliográficas. En todo esto la presente edición española coincide con la inglesa y con la segunda italiana, ambas de 2020.
El compromiso de hacer valer la relevancia del elemento personal y existencial en la construcción del diálogo podría parecer algo obvio, pero los esfuerzos encaminados a obtener rigor metodológico comportan con frecuencia un alto índice de abstracción, de tal manera que incluso cuando uno está animado por las mejores intenciones es posible perder el contacto con el suelo.
Una vez, en Palermo, tuve ocasión de afrontar el tema de la interdisciplinariedad en una intervención titulada “Diálogo de los saberes”, pronunciada ante un público de docentes universitarios. Alguien insinuó que, en el fondo, yo había hablado del diálogo “de los sabores”. Con todo y que se trataba de un juego de palabras, el uso de los parónimos no carecía de fundamento. Lejos de aventurarme con casco de epistemólogo por los recovecos de la interdisciplinariedad, me había esmerado por hacer que los oyentes descubrieran los recursos para el diálogo entre disciplinas en la propia capacidad de conocer al otro: la acogida de un huésped, esa escuela de alteridad que es la familia, la experiencia de la traducción.
Estoy convencido de que la capacidad de apreciar el profundo sentido humano de una mesa bien puesta, a través de la cual se establece un encuentro de personas y se coloca uno en una tradición cultural, puede resultar de la mayor eficacia para el diálogo entre las disciplinas, aun más que un curso de metodología. De aquí el juego de palabras, al que los oyentes –sicilianos en su mayoría– estaban ya inclinados gracias a la cocina de que gozan.
No voy a ir tan lejos en esta recolección de ensayos. Si bien no va a faltar esta sensibilidad, la exposición tratará de temas propios de la lingüística y de la retórica clásica. Para los textos sobre la cortesía, las aulas fueron un excelente banco de prueba que confirma la relevancia del tema en un campo dialógico. Y, junto con los congresos sobre diálogo y argumentación, también lo fueron para mi enfoque de la buena voluntad. Todos los temas, de un modo u otro, pasaron por la mesa.
1 Cfr. Chaïm Perelman, Lucie Olbrechts-Tyteca, Tratado de la argumentación. La nueva retórica, Madrid, Gredos, 1989.
2 Revista fundada por Javier Sicilia en 1993 y dirigida por él hasta su extinción en 2007.
3 Revista igualmente fundada y dirigida por Javier Sicilia, de 2009 a 2012.
4 Retórica, I, 1, 1355a20.
5 Ibid., I, 2, 1355b25. Modifico ligeramente la traducción de Quintín Racionero, Retórica, Madrid, Gredos, 1994.
6 Una terminología usada por Marcelo Dascal para una distinción semejante es: hard reason/soft reason. Cfr. “Argument, war, and the role of the media in conflict management”, en Tudor Parfitt, Yulia Ergorova (eds.), Jews, Muslims, and the Mass Media: Mediating the “Other”, Londres, Routledge Curzon, 2004, pp. 228-248.
7 Vértigos argumentales. Una ética de la disputa, México, Anthropos/Universidad Autónoma Metropolitana, 1994, p. 320.
8 Conjunciones y disyunciones, México, Joaquín Mortiz, 1985, p. 42.
9 Guillermo Hurtado, “La dictadura del paper”, Diario la razón, 4 de junio, 2016 [en línea], disponible en <https://www.razon.com.mx/columnas/la-dictadura-del-paper/>, consultado el 17 de abril de 2020.
10 Ragione e persona nella persuasione. Testi su dialogo e argomentazione, Roma, Edusc, 2012.
La verdad y sus formulaciones 1.
La verdad y sus formulaciones
1. Mi verdad, tu verdad*1
Es siempre grande el pesar de ver que una conversación prometedora se bloquea porque a un interlocutor le pareció que faltaba una premisa esencial para el diálogo. Ese impasse se da a veces por una diferencia entre los interlocutores que se podría describir –si usamos para cada extremo la etiqueta que le pondría el otro– como la que hay entre relativismo y fundamentalismo.1
Aunque bien podría suceder que de verdad dialogaran un fundamentalista y un relativista, mi intención aquí es analizar los casos en que los interlocutores no son ni una cosa ni otra, pero podrían parecerlo. Aquí, por lo pronto, partiré desde la perspectiva del que podría parecer fundamentalista.
1.1. El realismo impulsivo
Contemplemos por tanto la tesitura de quien trata de evitar que le cierren las puertas porque su modo de expresarse haga pensar que no admite pluralismo. Para tal fin es útil conocer cuáles son las expresiones y las estrategias que suelen tomarse como propias del no pluralista. Conviene contar también con la posibilidad de que haya de verdad una cierta rigidez, eliminable con una mejor comprensión de lo que significa pluralismo, y para eso lo que hace falta es conocer las razones del pluralismo y los motivos por los cuales es posible el relativismo.
Entre las fórmulas más usadas para profesar realismo podemos mencionar las siguientes: “la verdad es una”, “la verdad es objetiva”, “la verdad es la realidad”, “la verdad es esto” (mientras se toca un objeto sólido2), “la verdad no es ni tuya ni mía”, “la verdad es absoluta”. Ante declaraciones como éstas, muchos ya no siguen adelante porque consideran inviable o inútil hablar con una persona que se expresa de esa manera. Las fórmulas que suelen percibirse como relativistas son en buena parte el revés de las anteriores: “no hay verdades absolutas”, “ésta es mi verdad”, “esto es subjetivo, psicológico, relativo”.
En este campo, una estrategia eficaz para mantener el diálogo es la comprensión de los sentidos en los que se puede decir que la verdad es una, y los sentidos en los que se puede decir que la verdad es múltiple. A esta comprensión está dedicada la mayor parte de estas reflexiones, pero antes voy a sugerir algunas estrategias comunicativas. Antes que nada, ¿qué tan necesario es expresar nuestra convicción sobre la unicidad de la verdad, su carácter absoluto, etc.? Es probable que el interlocutor no perciba falta de pluralismo en nuestra conversación mientras no formulemos una profesión como ésas. Por otro lado, si es preciso pronunciarse sobre el particular, no hay que excluir la posibilidad de aceptar