Florencia Salort

Sexo sentido


Скачать книгу

su deseo. El placer femenino es nuestro derecho y toda mujer es digna de proveerse placer y otorgárselo cuando ella lo decida.

      Las mujeres somos dignas de disfrute y de experimentar nuestra libertad sexual. Podemos vivir en consonancia con nuestra identidad y la orientación sexual que sintamos y queramos. Y modificarla cuando nos plazca. Somos libres de elegir con quién relacionarnos sexualmente, besarnos y amarnos.

      Por lo tanto, mujeres, tenemos que saber que:

      •Somos seres sexuales.

      •La sexualidad se aprende, se transmite y se educa.

      •Venimos de un mundo de creencias a derribar que nos privaron de placer.

      •Nos debemos permitir el placer y somos dueñas de nuestro goce.

      •Somos amas y señoras de nuestro tiempo, nuestros espacios y nuestro cuerpo.

      •Tenemos derecho a nuestra propia intimidad y privacidad. Siempre.

      •Somos bienvenidas a nuestro propio éxtasis de placer.

      Querida amiga, ¡tu placer importa!

      Empecemos a recorrer juntas estas páginas para que puedas reconectarte con tu deseo, con tus emociones, con tu cuerpo y con todo tu ser sexual. Es tiempo de que te des permiso para vivir intensamente el placer.

Masturbación, bendita tú eres

      En este primer capítulo voy a hablarles de autoplacer. Sí, ya sé que es un tema difícil de abordar para muchas mujeres por vergüenza, mandatos, religión, etc. Por eso me parece esencial que conversemos esto entre amigas. Las invito a que recordemos qué fue lo que nos transmitieron de niñas con respecto a este tema.

      Preguntémonos: ¿cómo fue nuestra historia? Si nos encontraron explorándonos, ¿nos dijeron que estaba mal o que era feo? ¿Alguien nos habló de la importancia de conocernos, de que es natural y de que lo hagamos en privado? ¿Nos hablaron de la intimidad? ¿Del cuidado de nuestro cuerpo? ¿Alguien de nuestra familia nos dibujó una vulva? ¿Nos explicaron cómo higienizarnos? ¿Nos dijeron que estaba bien la satisfacción y el placer con nosotras mismas?

      Qué bueno hubiera estado que nos explicaran que las niñas tienen igual derecho al placer que las mujeres adultas. Cuánto más fácil sería si nos hubiesen contado que es maravilloso querer el cuerpo, explorarlo, respetarlo e ir construyendo nuestra intimidad. Legítima, propia.

      Imaginemos qué habría pasado si nos hubiéramos criado en una sociedad que nos hubiese habilitado al placer desde pequeñas. ¡Qué lindo hubiese sido que, sumado a eso, no nos regañaran ni señalaran cuando descubríamos nuestras zonas erógenas al explorarnos y nos hubiesen permitido el disfrute sin censura! Si nos hubiesen criado en la libertad de podernos dar placer a nosotras mismas en nuestra privacidad.

      Pensemos cuán diferente sería nuestra vida sexual si hubiéramos crecido en un ambiente donde nos hubieran explicado de qué se trata esto que descubrimos al tocarnos. Cuánto más sencillo habría sido todo si el placer se viviera como algo natural, como un derecho de cada una y no como algo prohibido.

      Ante esta realidad, querida amiga, que aún hoy nos pesa sobre nuestras espaldas, aquí me planto para decirte: ¡Conéctate con el placer femenino en todas sus formas! La autosatisfacción es parte de tu cuerpo, de tus fantasías, de tus emociones. En este capítulo vamos a patear el tablero y a sumergirnos en nuestra propia erotización, porque está ahí para tomarla de la mano e invitarla a jugar. Te voy a demostrar que nada malo nos puede pasar si nos sumergimos en este camino del autoplacer y vamos al reencuentro con nuestra mujer sexual, con la musa erótica y ardiente que todas llevamos dentro. Solo es cuestión de dejar de lado algunas estructuras y creencias limitantes, y animarnos. ¡Allá vamos!

      Conocerse para amarse

      El conocimiento de nuestra sexualidad no comienza en la adolescencia o cuando tenemos nuestra primera relación sexual. Cuando nos encontramos con otra persona en una situación erótica no sabemos por arte de magia cómo gozar y llegar a tener un orgasmo. Nada más alejado de las películas en las que se tiran contra la pared o la cama, las cosas suceden y todas gimen mágicamente en dos segundos… No, no funciona así. Nuestro conocimiento sexual comienza antes de nacer.

      Los primeros estímulos placenteros comienzan dentro del vientre en el que nos formamos. Por una razón absolutamente instintiva, cuando somos bebés nos llevamos las manos a los genitales, nos chupamos los pies para obtener placer, nos frotamos contra el pañal y, cuando somos un poco más grandes, continuamos con este tipo de autosatisfacción.

      La sexualidad se sigue desarrollando día a día luego de nacer, se enseña, se aprende y necesita tener (y que nosotras le demos) un espacio para que se construya y se viva de una manera más abierta y saludable. Hablo de dedicarle un tiempo, como el que le dedicamos a aprender cualquier otra actividad (comer, bañarnos, ordenar nuestras cosas, etc.).

      El primer paso para tener una sexualidad plena es que cada mujer se conozca a sí misma. Siempre aconsejo que nos conozcamos, nos miremos nuestros genitales con un espejo y los observemos. Que nos toquemos y exploremos. Sé que la palabra masturbación suele ser tabú entre las mujeres, pero es importante que nos amiguemos con el término y, al mismo tiempo, conozcamos nuestra vulva y sus partes para saber cómo darnos placer.

      Lo primero que me gustaría explicar es que no es lo mismo vulva que vagina. Las personas en general, y muchísimas mujeres, no conocen esa diferencia. La vulva es lo que conocemos como nuestros genitales externos. Está rodeada por áreas extremadamente sensibles como, por ejemplo, el monte de venus, que es la parte que tapamos con el triangulito del traje de baño, que tiene grasa, está adelante de nuestra vejiga y pelvis, y es donde se encuentra el vello. Y la vulva propiamente dicha está conformada por el clítoris, los labios menores, labios mayores, la uretra, el himen, la horquilla vaginal y nuestro vestíbulo. También están las glándulas de Skene, rodeando a la uretra, que son las responsables del famoso squirt del que te hablaré en el capítulo siguiente.

      [no image in epub file]

      El himen es como una telita, una membrana que está en la entrada de la vagina de cada mujer y que es tan particular que el de cada una es diferente, y puede tener diversas formas y tamaños. El caso es que, por lo general, en algún momento de la vida el himen se “rompe”, se “corre”, dejando más libre la entrada de la vagina. Puede suceder en múltiples situaciones, como por ejemplo, andando en bicicleta o en una clase de baile. Pero deben tener en cuenta que a veces no ocurre nunca: hay mujeres que conservan su himen intacto a pesar de haber tenido relaciones sexuales con penetración. Y, también, es un mito que necesariamente cuando se rompe o se tienen relaciones con penetración vaginal por primera vez “deba sangrar”. Muchas veces esto no ocurre. Por lo tanto, basta del mito de que el himen es igual a sangrado y a “virginidad”. Otra palabra mítica que no debería estar más asociada al inicio de la vida sexual y/o a la penetración vaginal.

      Nuestros labios mayores comprenden un área que tiene muchísimas terminaciones nerviosas que podemos explorar y acariciar. Pueden tener vellos, ser canosos, estar depilados, ser turgentes, con más grasa o menos. Cada área de cada vulva es única en cada mujer.

      Los labios menores son los que cubren nuestra vulva. Los hay de todos los tamaños, texturas, colores y formas. Pueden ser asimétricos, grandes, pequeños, rugosos, finos, delgados. Son muy sensibles y, a través de ellos, podemos explorar el placer. La forma de estos labios es muy diversa. Como verán, hay infinidad de vulvas en el mundo.

      Es muy importante que sepamos este detalle porque muchas veces hemos sido víctimas de comentarios poco felices y agresivos acerca de nuestra vulva. Quizás fuimos cuestionadas sobre su forma o color, y tomamos esos comentarios como ciertos. Esta experiencia, lamentablemente, juega en contra de nuestro deseo a la hora del goce, para disfrutar, mostrar o tocar nuestra