Florencia Salort

Sexo sentido


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y el orgasmo generan un aumento en nuestra circulación sanguínea, oxigenando nuestros tejidos. Mejora el funcionamiento de nuestros órganos (corazón, pulmón, hígado, etc.), y nos proporciona un masaje pelviano que ayuda a mejorar enfermedades como la endometriosis, la fibromialgia, las contracturas pelvianas, el vaginismo, el dolor menstrual, etc.

      Hoy las convoco para que nos animemos a sentirnos protagonistas de nuestro placer y, si lo deseamos, a mostrarlo y disfrutarlo junto a otro/a. Por todo esto, tanto en nuestra privacidad como cuando estamos con nuestra pareja sexual, el acto de autosatisfacernos y otorgarnos placer debería ser una situación habitual, divertida, presente, alabada, festejada y compartida. No estamos acostumbradas a hacerlo delante de alguien, ya que culturalmente “nunca fue un juego de mujeres”, un divertimento, como sí lo fue o es para el varón en su crecimiento y su libertad sexual.

      Cuando hablo de compartir la masturbación, significa que la otra persona también forme parte de ese acto y participe porque es natural, lo elegimos y es otra fuente de goce. La masturbación no compite con la pareja, no reemplaza, no discrimina, solo es parte. Es placer compartido.

      No te olvides

      Esto es lo que quisiera que te lleves de este capítulo, querida amiga:

      1. Somos sexuadas desde antes de nacer. Los primeros estímulos placenteros comienzan dentro del vientre en el que nos formamos.

      2. El primer paso para tener una sexualidad plena es que cada mujer se conozca a sí misma.

      3. La masturbación es un acto común, normal, saludable, educativo y no tiene efectos adversos de ningún tipo. Tiene múltiples beneficios para la mente, el cuerpo y las emociones.

      4. El clítoris es un órgano con muchísimas terminaciones nerviosas. Lo que se ve externamente es una pequeña parte de él. Se puede estimular desde el interior, por la vagina, y de forma externa directa, como lo elija cada mujer.

      5. El autoplacer no compite con la pareja, no reemplaza, no discrimina, no sustituye. Solo es una maravillosa parte para disfrutar de nosotras mismas.

      6. La masturbación forma parte del placer femenino y todo nuestro cuerpo existe para gozarlo.

      

Orgasmo, divino tesoro

      Imaginemos esta situación: Gaby sale con Esteban desde hace diez meses y nunca tuvo un orgasmo. Llega al encuentro sexual y siente que siempre es lo mismo. Él es muy dulce, atento, cuidadoso pero a Gaby no le alcanza, nada sucede con su propio placer. Él la acaricia, la besa, la toca, a veces hay sexo oral, la penetra, cambian de posiciones, intentan nuevas poses… pero Gaby no logra gozar. Él siempre llega a su orgasmo y el encuentro íntimo termina.

      Gaby está muy preocupada y angustiada. Le contó la situación a una amiga y ella le preguntó: “¿Pero te gusta Esteban? ¿Te excita? ¿Cómo te toca? ¿Le dijiste qué cosas te gusta que te haga?”. Gaby siente deseo. Gaby se excita. Gaby está conectada con la situación. Sin embargo, cuando está en el acto sexual, no logra soltarse, adueñarse de su placer ni llegar al orgasmo. Obviamente, siente que sus relaciones sexuales son un fracaso. Y a veces se pregunta, preocupada: “¿Seré normal?”.

      Sé lo que están pensando. Todas tuvimos alguna vez esta conversación interna o con una amiga. Pero les aseguro que después de leer este capítulo, lo último que van a pensar y sentir es que “no son normales” o que lo que les sucede es algo “raro”. La mayoría de las mujeres, aunque sea una vez, estuvimos en el lugar de Gaby.

      Todo es posible

      Volviendo al ejemplo de Gaby, tenemos muchas posibilidades con respecto a lo que le puede estar sucediendo. Veamos algunas:

      •Gaby no sabe qué le gusta, cómo ni dónde tocarse.

      •No conoce suficientemente su cuerpo como para guiar sus sensaciones.

      •No se lubrica ni llega a excitarse completamente.

      •Tiene una creencia que la inhibe con respecto al disfrute.

      •Siente que nunca va a tener un orgasmo y esto la condiciona y se boicotea.

      •Nunca se animó a decirle a Esteban qué es lo que le gusta a ella.

      •Le da vergüenza tener un orgasmo porque le teme a su propia reacción, ya sea gemir o gritar demasiado, y eso la intimida.

      •No le gusta tanto Esteban.

      •El encuentro sexual dura menos de cinco minutos o diez… No importa: para Gaby el tiempo es insuficiente

      •No se conecta con la situación de placer.

      Y estas son algunas posibilidades de lo que puede ocurrirle a Esteban:

      •No sabe cómo acariciarla o tocarla.

      •Va mal predispuesto al encuentro, ya que sabe que Gaby habitualmente no llega al orgasmo y no hace nada para que ella la pase mejor.

      •Hace las cosas que le gustan a él pero nunca le preguntó a Gaby qué le gusta a ella.

      •No ayuda a Gaby a relajarse.

      •Tiene su orgasmo y solo le interesan sus tiempos.

      Podría seguir dando ejemplos o alternativas a esta situación… De lo que estoy segura es de que Gaby no es anormal.

      ¿Cuántas veces hemos pasado por situaciones en las que no logramos sentir placer y/o llegar a un orgasmo en un encuentro sexual o con nosotras mismas? ¿Conocemos nuestra vulva? ¿Y el clítoris? ¿Nos sabemos autoestimular? Creo que es clave que pensemos si nos damos verdadero tiempo para disfrutar y si realmente forma parte de nuestro objetivo al tener un encuentro sexual. También reflexionemos si sabemos pedir lo que nos gusta y guiar a nuestra pareja para que nos estimule, si conocemos cómo se dispara nuestro orgasmo y nuestra respuesta sexual. Mujeres, ¿qué pensamos y sentimos cuando reflexionamos sobre nuestro propio placer? Juntas vamos a ir encontrando las respuestas.

      Llegar al orgasmo (o no)

      El orgasmo se define como “culminación del placer sexual”. Es un placer máximo que puede durar, aproximadamente, quince segundos, y que puede ser intensísimo o no tanto. Puede sentirse un orgasmo solo o pueden darse varios juntos, transformándose en un multiorgasmo, que no es otra cosa que tener un orgasmo tras otro, sin cesar la estimulación.

      Amigas, les cuento que según una encuesta que realicé en mi cuenta de Instagram (coincidente con otras estadísticas y estudios sobre el tema), en la que participaron 2441 mujeres de 18 a 65 años, obtuve que el 23 % de las mujeres nunca ha tenido un orgasmo. Algunas, hasta el día de hoy, no pueden reconocer cuándo lo tienen. No saben qué se siente y, a veces, dudan de su respuesta sexual. Algunos de los comentarios que me hicieron fueron los siguientes:

      •“Nunca tuve un orgasmo con una pareja. Tengo 45 años, dos matrimonios, y sé lo que es porque lo he tenido en un sueño”.

      •“Creo que solo lo tuve con un juguete, jamás pude decir lo que me gusta”.

      •“Me siento satisfecha, pero nunca tuve un orgasmo”.

      •“Nunca pude llegar: me froto el clítoris, me agarra ansiedad y dejo de hacerlo”.

      •“Cuando empieza a suceder esa sensación, me asusto y dejo de tocarme”.

      •“Solo estuve con un hombre y jamás lo sentí, ¿soy yo o es porque estoy con él?”.

      •“El