sus antecedentes, su educación y creencias religiosas y culturales. Y que todo esto hace que esta conexión y este permiso para el placer sea más fácil para unas que para otras.
A las personas que, lamentablemente, tienen una historia de maltrato, abuso sexual, acoso, o alguna experiencia de violencia o displacer sexual, les cuesta mucho más darse permiso para gozar y hablar de estos temas. Te imaginarás cuántas pacientes me piden en el consultorio “la píldora mágica” para volver a tener deseo sexual o ganas de tener sexo con sus parejas. Ni hablar de llegar a tener un orgasmo.
Pero no existen las fórmulas mágicas. Muchas veces pensamos que si nos dan una solución para lubricarnos con un simple gel o una pastillita que mágicamente aumente nuestro deseo de estar ahí o iniciar el sexo, el problema va a estar resuelto. Sin embargo, me parece que es un camino demasiado simple y superfluo, si antes no nos enfrentamos con lo que nos pasa y con la realidad que percibimos de nosotras mismas.
Lo primero que tenemos que hacer es fijar una cita con nosotras o, como me gusta decir, “que nos invitemos a tomar un café” para preguntarnos y escuchar qué cosas nos preocupan o nos están impidiendo conectarnos con el placer y el disfrute sexual.
Una de las situaciones a la que más le escapamos es a tomar conciencia de nuestros sentimientos y a contestarnos esas preguntas tan íntimas y, a su vez, tan poco navegadas por nosotras porque les restamos importancia. Quizás porque si encontráramos esas respuestas, nos darían mucho miedo. O tal vez porque nuestras emociones nos inquietan, y nos es muy duro transitar y actuar en consecuencia. En este punto, querida amiga, te digo que es un buen momento para que te animes a mirarte, sentirte, preguntarte, y para que evalúes qué puede estar pasando en tu alma y en tu sentir para que no tengas ganas de estar ahí.
Vale la pena porque, a veces, es necesario corregir o repensar algunas cosas y, como siempre digo, “mover alguna ficha del tablero de ajedrez” de nuestra vida. Cuando lo hacemos, las situaciones y los sentimientos se acomodan y nos hacen sentir más plenas, relajadas y conectadas. Otras veces, es el comienzo de una transformación necesaria y lo que aparece es muy profundo. El recorrido no se vuelve fácil, pero es la única manera de salir de situaciones que no queremos más. Solo se trata de empezar a escucharnos y animarnos.
Los efectos de los anticonceptivos orales
En algunas mujeres que utilizan anticonceptivos se puede producir una disminución en la lubricación natural, pero no en todas. Como digo siempre, los anticonceptivos orales no generan iguales efectos en todas las mujeres. Hay algunos que de por sí, por el fármaco que llevan, tienen mayor efecto y terminan disminuyendo el estrógeno y, a veces, las hormonas masculinas que tenemos, los andrógenos. También producen un aumento de la proteína que los transporta en sangre, no pudiendo actuar libremente y ejercer su función, provocando secundariamente mucha sequedad vaginal.
Y me dirás: “¡Mi amiga toma los mismos y no le producen ese efecto!”. Sí, lo sé, es así. A algunas sí y a otras no. Si es tu caso, y después de leer todo este capítulo te das cuenta de que tu sequedad vaginal es persistente y piensas que solo puede deberse a la fórmula del anticonceptivo que estás tomando, lo ideal es que lo hables con tu ginecólogo/a para que evalúen juntas/os un cambio.
Etapas del cuerpo: los amados estrógenos
Otro factor importante en la lubricación tiene que ver con los estrógenos, que son por excelencia las hormonas femeninas que posibilitan y producen ese flujo, parecido a la clara de huevo, que es resbaladizo y que hace que nos empapemos los genitales, literalmente. Ese es nuestro lubricante natural perfecto.
Hay varias situaciones que disminuyen los estrógenos en nosotras. La causa más común de falta de lubricación se da en la mayoría de las mujeres entre los 45 a 55 años (en pocas ocasiones se puede dar en mujeres más jóvenes), y tiene que ver con la llegada de la menopausia (última menstruación). A esta etapa de la mujer, que dura varios años, la llamamos climaterio. Aquí es justamente cuando vivenciamos los cambios hormonales, emocionales y corporales de la transición de “la edad reproductiva hacia la no reproductiva”, o “la edad natural de la mujer menstruante a la no menstruante” y cuando se produce la menopausia. Justamente se llama climaterio porque esa palabra viene del griego klimater y significa “escalón”, es decir, paso de etapa.
Es en esta etapa cuando dejamos de generar estrógenos y, por esto, disminuyen. Aquí es esperable y lógico que no tengamos flujo y nos sintamos secas. Esto conduce a que las relaciones coitales, e incluso el placer solitario, sean más dolorosos, poco agradables o, a veces, verdaderamente imposibles de realizar. Y que además tu vagina pueda sangrar por falta de lubricación en la fricción o, espontáneamente, por la fragilidad de sus paredes o la rotura de alguna venita.
Otra etapa en la cual es muy probable que tengamos mayor sequedad vaginal es: ¡el puerperio! Es cierto que es un período maravilloso, pero también nos trae algunos problemas. Al ser una etapa que se caracteriza por la falta de estrógenos, porque el eje de estimulación del ovario y de la ovulación está frenado por la gran cantidad de la hormona prolactina encargada de la producción de la leche para amamantar, es muy común tener poca lubricación.
También se puede sentir mucha sequedad vaginal a causa de los anticonceptivos indicados en este período, en el caso que des de mamar, ya que tienen solo progesterona y generan un flujo más “escaso y pastoso”, similar al flujo de la etapa postovulatoria de un ciclo menstrual normal.
O quizás por diferentes motivos estés sin menstruar por baja producción de estrógenos, aunque tengas menos de 45 años (obvio, si te sucede, siempre hay que asegurarse de que no sea por un embarazo), y esto te produzca sequedad vaginal. Existen muchas causas de amenorrea (ausencia de menstruación por más de tres meses), y es importante que sepas que siempre será un motivo de consulta con tu ginecólogo/a. Las razones pueden ser muchas: emocionales, fluctuaciones de peso, actividad física intensa, problemas con la glándula tiroides, falta de función ovárica (con la merma de la producción de estrógenos en forma anticipada o temprana antes de los 40 o 45 años, produciendo una insuficiencia ovárica transitoria o definitiva), por algún tratamiento, etc.
Sin embargo, la falta de estrógenos no debe entorpecer ni debe marcar el final de nuestra etapa sexual, o mejor dicho, de goce sexual. ¡De ninguna manera lo aceptaremos!
A medida que se aleja la fecha de la última menstruación, la vulva y la vagina van perdiendo elasticidad, vasos, turgencia y lubricación, ya que se van “atrofiando” con el paso del tiempo, y mucho más si no se las nutre. Es como el cutis, muchachas. Si no le ponemos crema, lo notamos más seco y menos terso. En este caso, la piel y las mucosas se irán “arrugando” más rápidamente en la mayoría de nosotras a medida que pase el tiempo.
Definitivamente, la sequedad vaginal no es igual en todas las mujeres que transcurren por el climaterio o que tienen más edad, y es falso que el 100 % vaya a presentar los mismos problemas de lubricación.
Créanme que veo muchísimas mujeres que, tengan o no estrógenos y tengan la edad que tengan, cuando están estimuladas emocional, psíquica y/o físicamente de la manera adecuada, se lubrican, ¡y cómo! Por supuesto que la baja de estrógenos no ayuda, ¡pero no es lo único!
¿Qué quiero decirles con esto? Que aparte de ayudarnos con geles lubricantes o estrógenos locales artificiales para lubricarnos y gozar, nos ayudemos, sin duda, con la mejor receta: nuestra actitud sexual, nuestra libido y nuestras fantasías.
Circunstancias de la vida
Muchas veces transitamos alguna patología que nos lleva a tomar medicación, hacer radioterapia o quimioterapia. Esto hace que la vagina se vuelva mucho más frágil