Karen Dawnn

Vístete para tu mejor vida


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los seres humanos no podemos guardar secretos. Revelan sus seres más íntimos con su ropa, con sus tics, con sus maneras; que cualquier cosa que hagamos, estamos expresando aspectos de nosotros mismos a la gente que tiene ojos para ver y oídos para escuchar”.10 ¡Amén, Sigmund!

      William James era un psicólogo de Harvard que vivió en el siglo XIX, pero estaba tan enfocado en la moda como un influencer de Instagram. El tipo estaba obsesionado con la ropa. En otras palabras, estaba altamente sintonizado con el impacto de la vestimenta en el comportamiento. James creía que nuestras experiencias físicas o actos causan emociones, en vez de creer que sentimos una emoción (como tristeza), a la cual después reaccionamos físicamente (derramar lágrimas).11 Por supuesto estas acciones físicas incluyen ponerse ropa. Cuando James viajó a Berlín en 1867, le escribía cartas a su esposa para describir a la gente que conocía, y antes que nada detallaba sus atuendos. Cecilia A. Watson (entonces candidata a doctorado en la Universidad de Chicago), en su análisis sobre esas cartas, sostiene que “James confía en la importancia del vestir para el ser social”, antes de ofrecer más detalles sobre el carácter, el trabajo o el carisma de un conocido. “La ropa entra primero, y gradualmente, en el curso de su descripción, James la llena con las expresiones de su personalidad.”12 Tremendo, ahí está. La ropa entra primero. Repite conmigo: la-ropa-entra-primero. Así era antes y así es ahora. Tu ropa no sólo provoca que pienses, sientas y te comportes de cierta manera; también entra contigo y le dice a la gente quién eres antes de que puedas siquiera abrir la boca.

      James creía que al seleccionar las prendas que te pones todos los días, estás eligiendo qué información tuya muestras a los demás. Pero hay otra cosa de la que se dio cuenta: la ropa, decía, es una extensión de tu cuerpo. No sólo le dice a las otras personas quién eres, sino que también te dice A TI quién eres y dicta cómo te sientes. La sensación de la ropa sobre tu piel te manda un mensaje sobre cómo pensar y actuar, al igual que cuando tu cerebro envía un mensaje a tus músculos para que se muevan. Cualquiera que haya tenido un vestido de graduación, de boda o (Dios nos ayude) de dama de honor, comprende esto. Imagina cómo reaccionarías —cómo cambiarían tu postura, tu ánimo, tu nivel de comodidad y tu actitud— si te pusieras un vestido de noche largo, de manga larga y con lentejuelas… Ahora imagina un vestido de satén ajustado y revelador… Ahora un vestido corto ajustado con hombros descubiertos... Ahora un vestido camisero de lino con botones estilo Jackie-O. Mientras te visualizas pasando una noche con los diferentes vestidos, ¿cómo moldean tus fantasías las telas y la siluetas?

      La historia nos muestra que la ropa ha cautivado por siglos a los intelectuales más importantes del mundo. El sistema de la moda es una colección de ensayos escritos por el crítico cultural Roland Barthes, quien en la década de 1960 escribió extensamente sobre temas como el estilo hippie y el poder de la joyería. Su editor dice que es “una lectura esencial para cualquiera que quiera comprender el poder cultural de la moda”.13 En el libro The Social Psychology of Dress, los académicos Kim K. P. Johnson y Sharon J. Lennon analizan la forma en que la ropa influye en las relaciones: “Podemos usar la vestimenta para identificar a otros en términos de su posición social, así como otras identidades posibles y la pertenencia a grupos que pueden estar indicados en el uso de su vestimenta, y por lo tanto moldear nuestra interacción con ellos”.14 Tus tacones de Christian Louboutin con sus imperdibles suelas rojas me dicen que eres rica, consciente de tu estatus social y orgullosa de él. La camiseta sin mangas que trae puesta ese hombre musculoso y sus pantalones de atleta significan que está de lleno en el entrenamiento físico y posiblemente es narcisista. El lindo conjunto de cashmere y el collar de perlas que ella usa me dicen que es puritana, formal y quizás un poco controladora. Verás, todas estas suposiciones son subjetivas, hipotéticas, ¡y muy posiblemente erróneas! Dos personas que estén viendo a los extraños imaginarios que acabo de describir pueden tener reacciones y percepciones totalmente diferentes de las características de su personalidad. Todos estamos influidos por nuestras propias historias y preferencias, que después proyectamos en otros. Pero no hay duda de esto: aunque pasemos unos junto a otros por la calle en silencio, nuestras ropas conversan.

      PSICOLOGÍA DE LA MODA Y POLÍTICA:

      VESTUARIO PARA EL ESCENARIO MUNDIAL

      Casi no hay un lugar en el mundo en el que las prendas hablen más fuerte que en Washington, D. C. Si, como algunos críticos afirman, la ropa es insignificante, si en realidad no tiene sentido, es superficial y tonta, ¿por qué es un tema tan candente para la mayoría de la gente poderosa en el mundo? ¿En particular por qué nos enfocamos tanto en lo que las mujeres políticas visten? Veamos algunos ejemplos. En un esfuerzo por desacreditar una declaración que hizo la congresista de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez sobre su situación financiera, un periodista tuiteó (en respuesta a una foto de ella tomada por detrás, sin su conocimiento o consentimiento) que su saco y su abrigo “no se ven como una chica con dificultades”.15 Cuando la demócrata Ayanna Pressley de Massachusetts fue electa para el Congreso, en su discurso por haber obtenido la victoria preguntó: “¿Puede una congresista peinarse con trenzas, usar una chamarra de piel negra y pintarse los labios de un color rojo atrevido?”.16 Aunque Melania Trump no es una funcionaria electa, la han hecho pedazos por ponerse una chamarra de Zara con las palabras “A mí realmente no me importa, ¿y a ti?” en la espalda para visitar a niños separados de sus padres en la frontera de Estados Unidos y México, y unos tacones de aguja Manolo Blahnik para visitar Texas después del huracán Harvey. La revista Newsweek se preguntó por qué tantas mujeres en la órbita del presidente Trump con frecuencia usan tacones de aguja. “Los tacones altos sacan las nalgas y arquean la espada en una pose de cortejo mamífero —de hecho, una pose de cópula— llamada ‘lordosis’”, señaló la antropóloga Helen Fisher. “Es una postura naturalmente sexy que los hombres de inmediato ven como disposición sexual. [Los tacones] son una señal provocativa.”17 La ropa hace al hombre. Así parece en la política, así como en aquellas mujeres de su séquito.

      Los bloggers y los presentadores de los programas de entrevistas nocturnos una vez más reprobaron a la señora Trump cuando usó un salacot —un sombrero blanco poroso asociado históricamente con los colonialistas europeos—, mientras estaba en un safari en Kenia. Fue una elección de indumentaria que CNN definió como “espantosamente ofensiva para muchos africanos”. Un académico asoció su elección de sombrero con “presentarse a una granja de algodón en Alabama vestida con el uniforme de los confederados”.18 No estoy aquí para criticar. Nunca he conocido a la señora Trump y sólo puedo adivinar sus intenciones. Mi trabajo es señalar que, en ausencia de otra información, nuestras elecciones de prendas hablarán por nosotros. Mira, la señora Trump no da muchas entrevistas. No muestra mucha emoción en su rostro, y está en su derecho, y en una posición singular en la que todo mundo se muere por saber lo que está pensando. A diferencia del telón de fondo de su silencio, sus prendas prácticamente gritan.

      Uno podría argumentar que la ropa de la señora Trump es criticada injustamente y malinterpretada deliberadamente. Es irónico que esta frustración sea compartida por Hillary Clinton, la exrival de su esposo. En 2010, un periodista le pidió a la entonces secretaria de Estado Clinton que nombrara algunos de sus diseñadores de moda favoritos. ¿Su respuesta? “¿Le preguntarías eso a un hombre?”19 Como la misma señora Trump le dijo a la prensa en África: “Desearía que la gente se enfoque en lo que hago, y no en lo que me pongo”.20 ¡Ah, pero es justo eso! Lo que eliges ponerte ES algo que haces. Independientemente de la postura política o partidaria de la gente que pertenece a la esfera política, la ropa es el área en la que es imposible mantener silencio, y particularmente para las mujeres. Es famosa la vez que la secretaria Clinton intentó desviar la atención hacia su aspecto al ponerse ropa insulsa y en el proceso volvió icónicos los trajes sastre de pantalón. Mira, incluso la ropa “aburrida” hace algún tipo de declaración. La columnista de moda de The New York Times, Vanessa Friedman, escribe sobre la señora Trump: “La ropa es símbolo de las acciones y del actor. ¿Es superficial? No más de lo que es poner atención en cualquier simbolismo […]. Todas las prendas son vestimentas que asumimos para actuar como nosotros mismos”.21 Esta observación aplica para todos nosotros. El estilo es la plataforma de las historias que compartes con otras personas acerca de quien