Karen Dawnn

Vístete para tu mejor vida


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mezclilla y sandalias con acento), con energía (vestido veraniego en tonos cítricos con calzado deportivo blanco), relajada (falda hasta el tobillo y camiseta)— y después elegir la ropa de su clóset.

      Como puedes ver, no le sugerí a Tracey que alterara dramáticamente su estilo o llegar al límite de su tarjeta de crédito a fin de adquirir una pieza para una ocasión especial. Todos los “nuevos” looks que le receté estaban conformados por elementos que ella ya tenía. Como me escucharás decir repetidamente, yo no hago transformaciones. De hecho, a veces los cambios que le sugiero a los clientes en su guardarropa son tan sutiles, ¡que nadie nunca los nota!

      Las transformaciones nos entretienen porque se relacionan con nuestros deseos más profundos de belleza, glamour, escape y renovación. Vemos programas durante horas para ver cómo las prendas pueden crear (y recrear) identidades. Piensa en los momentos emocionantes de “gran revelación” en Queer Eye, What Not to Wear, Say Yes to the Dress y muchísimos más. En esos programas, los sujetos mutan —frecuentemente por medio de vestidos ceñidos—: pasan de ser anodinos a verse fabulosos, su nuevo look es la clave para vivir felices por siempre. Aparecen brigadas glam —con experiencia en la alfombra roja—, hacen su magia en el cabello, el maquillaje, el atuendo y ¡voilà! La seguridad que antes estaba escondida se descubre y, por lo regular, se consigue el amor verdadero.

      Pero ya sabes cómo terminan esas historias. Los efectos se evaporan en cuanto el director grita ¡corte! El reloj marca la medianoche y la estrella por un día se convierte de nuevo en un cero a la izquierda vestida en harapos. Tú eres demasiado lista como para dejarte atrapar por esa fórmula de cuentos de hadas. Hoy en día, todos hemos sido obligados a crecer. Ya no estamos dispuestos a que nos alimenten con las mismas viejas ideas agotadas. Ahora el género es más fluido, los pantalones de yoga son más populares que los jeans, y la soltería es una versión viable de ser felices por siempre.8 Si entraste en el mercado laboral después de la recesión de 2009, probablemente te importa más cómo vestirte para una entrevista informativa que para una cita amorosa. La psicología de la moda es el siguiente paso natural conforme trascendemos la mentalidad de cambio de imagen, la cual está pasada de moda. Te apuesto a que estás lista para abordar tu look —y tu vida— desde una postura más deliberada.

      Mi rol es ayudarte a conectarte con quien eres, con la manera en que te sientes en el fondo. Si quieres repensar tu look o reformar tus hábitos de compras, estoy contigo. Pero el primer paso para llegar a donde quieres ir es examinar de dónde provienes. La ropa simplemente es un vehículo para empoderarte en tu camino. O, en algunos casos, un obstáculo en el camino que debe ser derribado.

      Aquí hay más cosas que yo no hago:

       Vestirte de acuerdo con tu “forma corporal” o comparar tu cuerpo con productos. Para que quede claro, todavía no he conocido a una persona cuya autoestima haya mejorado al ser identificada como “cuerpo de pera”.

       Llevarte a compras compulsivas como en la película Mujer bonita. De hecho, rara vez voy de compras con mis clientes.

       Arreglar tu clóset con el método KonMari. Podría pasarme todo el día viendo a Marie Kondo doblar camisetas (#SparksJoy). Y sí tengo consejos sobre cómo editar tu clóset y crear un guardarropa básico (ver aquí). Pero tu cajón de cachivaches no es mi asunto. Y no hay manera de que yo te muestre el mío.

      Cuando trabajo con mis clientes, hablamos —realmente hablamos— sobre las motivaciones psicológicas detrás de las elecciones de su guardarropa. Y estás a punto de conocer a varios de ellos que fueron lo bastante valientes para mostrar sus secretos. Te apuesto que te identificarás con muchos de ellos. Y espero que te inspiren a pensar más profundamente sobre tu propia historia y cómo te motiva a vestirte. Estoy interesada en ayudarte a reconectarte con tu ser más verdadero y auténtico. Creo firmemente que no podrás verte bien hasta que te sientas bien. Presiento que eso que evita que te vistas de la mejor manera es una herida emocional que necesita ser sanada. Una vez que la atiendas estarás lista para proyectar un yo interior más saludable por medio de tu estilo. He aquí un gran primer paso.

      ¿Te suena familiar? La alarma se apaga. Te apuras en tu rutina matinal y luego llega el momento de enfrentarte con tu clóset. Ya estás retrasada, estás ansiosa, repasas tu lista de pendientes y te estresa ese compañero de trabajo o maestro que te rechaza, y te sientes derrotada antes de comenzar. Pronto ya te habrás probado una docena de atuendos, dejando tu habitación tirada, pero ninguno estará del todo bien. Tendrás una montaña de ropa desparramada por todas partes, y sigues sin tener nada que ponerte.

      Qué pasaría si te tomas sólo un minuto para recostarte en la cama y, antes de que tus pies toquen el piso, te preguntas: ¿cómo me siento ahora mismo? ¿Qué tengo hoy en mi agenda? Y lo más importante: ¿cómo me quiero sentir las siguientes ocho a doce horas? Quédate ahí acostada y respira. Haz todo lo posible para honrar este tiempo sagrado. Te acabas de despertar. ¡Este día aún puede ser fantástico! Enfócate en este tiempo y espacio privados (tu recámara, tu clóset, tu santuario) con la reverencia que ellos, y tú, merecen.

      Hacer esta revisión diaria cambió mi vida y me ayudó a vestir mucho mejor. Pongo mi alarma cinco minutos antes para quedarme en la cama y preguntarme: ¿Cómo me siento en este instante? Incluso tengo un retrato mío en la pared como recordatorio de conectarme primero conmigo misma, antes de pensar en los planes o en complacer a otras personas. ¡De verdad! Y lo entiendo: incluso un pequeño acto de atención plena se puede sentir ridículo al principio. Pero en verdad puede sentar las bases para obtener calma.

      Digamos que despertaste sintiéndote atontada, un poco descolocada, angustiada por el día estresante que te espera, no es tu mejor yo. Esta información es importante. Siéntela. Reconócela. Quizás ahora no es el mejor momento de ponerte una falda de tubo de piel y un suéter a la moda peludo y que pica. En cambio, tal vez elijas algo elástico, unos leggings indulgentes, un suéter suave de cashmere, tus jeans boyfriend favoritos, o un conjunto monocromático de pantalones deportivos y camiseta de corredor que puedes volver más elegante con unos mocasines chic, una bolsa de mano acolchada y un abrigo color camello.

      Tomar tu temperatura emocional antes de vestirte significa que estás experimentando tus sentimientos, en vez de reprimirlos o negarlos. Tu ansiedad va a disminuir si primero los aceptas y después tomas acciones positivas y significativas. Intenta esto todos los días de la semana, y observa si te sientes más cómoda durante el día.

      En este momento de atención plena, una de las siguientes dos cosas puede ocurrir:

       Puedes decidir quedarte en tu zona de confort. Puedes sentirte menos interesada en llevar más allá tus límites de indumentaria una vez que te das cuenta de que hacerlo no te servirá. Éste es otro ejemplo de vestir para ilustrar el ánimo: cuando evalúas minuciosamente tu estado emocional y después te vistes para respetarlo o combinarlo. La meta aquí no es transformarte o desafiarte con prendas, sino abrazar, aceptar y honrarte a ti misma exactamente donde estás.

       Te puede llegar la inspiración creativa, como sucede a menudo cuando silenciamos nuestras mentes. (¡Es por eso que tenemos las mejores ideas en la regadera!) ¿Combinar unos pantalones de salir de charol con un suéter negro, una gabardina y unos mocasines sin cordones con estampado de leopardo? ¿¡Para ir al trabajo!? Adelante con tu yo terrible. Éste es un ejemplo de vestir para mejorar el ánimo: cuando usas la ropa para elevar tus emociones y ponerte en un estado mental diferente y óptimo.

      MARCO CONTEXTUAL:

      LA HISTORIA DETRÁS DE LA PSICOLOGÍA DE LA MODA

      Uno de mis ídolos, la supermodelo Veronica Webb, escribió en The Root que la psicología de la moda es “una idea cuyo tiempo ha llegado”.9 Bueno, Verónica, ¡eso debió haber sucedido hace mucho tiempo! Mi filosofía