Christopher J. H. Wright

Que los evangelios prediquen el Evangelio


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26.26-28)

      i) El pan

      Tenemos que entender que se trataba de una cena tradicional. La Pascua contenía toda una liturgia de palabras que debían pronunciarse y acciones que debían cumplirse. Y en un momento determinado el anfitrión partía el pan ácimo e inmediatamente pronunciaba una bendición o palabras de gratitud: «Bendito eres tú, oh Señor nuestro Dios, Rey del universo, que nos das el pan de la tierra». Eso es lo que Jesús habría dicho cuando Mateo nos dice: «Jesús tomó pan y lo bendijo». Después de esto el anfitrión normalmente habría dicho: «Este es el pan de aflicción que nuestros padres comieron». En otras palabras: este pan representa el sufrimiento durante la esclavitud en Egipto todos esos siglos atrás».

      Pero Jesús parte el pan, da las gracias, y luego dice algo muy diferente e impactante: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo» (Lucas y Pablo añaden que Jesús también dijo: «entregado por ustedes»). Esto sin ninguna duda significa que Jesús sabía que lo iban a matar. Sabía que su propio cuerpo sería entregado en sacrificio, que sería quebrado como el pan que estaba partiendo. Y les está diciendo a sus discípulos que al comer ese pan estarían compartiendo el beneficio del sacrificio de Jesús, tal como los israelitas se beneficiaron del sacrificio del cordero pascual y lo recordaban cada vez que celebraban la Pascua juntos.

      Jesús les dice: «Este pan soy yo. Yo soy el pan partido. Yo soy la nueva Pascua. Yo soy el nuevo éxodo. Soy la liberación que anhelan. Pero sucederá porque mi cuerpo será entregado a la muerte como un sacrificio por ustedes. Por su redención, doy mi vida».

      ii) La copa

      La cena continua mientras ellos tratan de procesar lo ocurrido. Y entonces, probablemente cuando la cena estaba a punto de terminar,

      Después tomó la copa, dio gracias, y se la ofreció diciéndoles:

      —Beban de ella todos ustedes. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados.

      (Mt 26.27-28)

      Había (y todavía hay) cuatro copas de vino durante la celebración de la Pascua. Representan las cuatro promesas que Dios hizo a los israelitas en Éxodo 6.6-7:

      • Voy a quitarles de encima la opresión de los egipcios.

      • Voy a librarlos de su esclavitud y

      • Voy a liberarlos con gran despliegue de poder y con grandes actos de justicia.

      • Haré de ustedes mi pueblo; y yo seré su Dios.

      La tercera copa probablemente fue la que Jesús tomó en ese momento. Correspondía a la promesa «Voy a liberarlos con gran despliegue de poder y con grandes actos de justicia». Junto con esta copa normalmente recitarían la tradicional oración que se pronunciaba después de la cena. Una vez más, Jesús tomó la liturgia normal de la Pascua y primero dijo lo que se esperaba que dijera. Dio gracias diciendo: «Bendito eres tú, Señor, Dios nuestro, Rey del universo, que nos diste el fruto de la viña». Luego habría pasado la copa a sus discípulos para que tomaran de ella. Pero esta vez Jesús dice: «Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados».

      Estas palabras son muy familiares a nuestros oídos porque las hemos escuchado tan a menudo. Si somos creyentes cristianos y asistimos regularmente a la iglesia, habremos escuchado estas palabras cientos de veces. Pero traten de imaginar lo que ocurrió la primera vez, en ese cuarto de arriba, con estos hombres reclinados alrededor de esta cena pascual tan sombría. Habrían sido palabras sorprendentes y desconcertantes. Una vez más, como con el pan que se refería a su cuerpo, la palabra «sangre» sin duda señalaba una muerte violenta.

      Debemos ver que en estas tres frases Jesús reúne tres referencias bíblicas. ¿Notaron las tres frases?

      • mi sangre del pacto…

      • derramada por muchos…

      • para el perdón de pecados

      Me gustaría que revisemos juntos los tres pasajes de donde provienen estas frases, porque Jesús estaba tratando de ayudar a sus discípulos (y a nosotros) a comprender la importancia de lo que iba a suceder apenas unas pocas horas más tarde. Necesitamos ver ese evento, la crucifixión, a la luz de estos tres pasajes que Jesús cita.

      Primero que nada, la sangre del pacto. Esta frase se encuentra en Éxodo 24.1-11. ¿Por qué no detenernos y leerlo ahora mismo, especialmente los versículos 6-11? Esta es la historia de cómo, después de que los israelitas lograron salir de Egipto luego del éxodo, llegaron al monte Sinaí donde Dios hizo un pacto con ellos. Ese pacto incluyó un sacrificio. Moisés tomó la mitad de la sangre de ese sacrificio y la roció sobre el altar (representando a Dios como una de las partes del pacto). Luego tomó el libro del pacto y lo leyó a la gente, y ellos respondieron: «Haremos todo lo que el Señor ha dicho, y le obedeceremos». Entonces Moisés tomó la otra mitad de la sangre del sacrificio y la roció sobre las personas diciendo: «Esta es la sangre del pacto que [las palabras exactas que usó Jesús], con base en estas palabras, el Señor ha hecho con ustedes». Y luego Moisés, Aarón y los ancianos del pueblo subieron al monte Sinaí. Y leemos que sorprendentemente ellos vieron al Dios de Israel, y comieron y bebieron en presencia de Dios.

      ¿Puedes ver, en esa historia de Éxodo 24, la combinación de sacrificio, sangre, pacto y una comida en presencia de Dios? Y Jesús dice: eso es esto. Ese sacrificio del pacto había sellado con sangre la relación entre Dios y su pueblo Israel después del éxodo. Ahora, Jesús dice: «Esta es mi sangre del pacto derramada en sacrificio para sellar la relación entre tú, yo y Dios. Ustedes, los doce discípulos del Mesías, ustedes y todos los que se unirán por medio de la fe en mí, serán míos para siempre mediante los lazos de amor en el nuevo pacto, porque los he redimido y son míos. Esta es la sangre del pacto».

      En segundo lugar, Jesús dice: esta sangre del pacto es derramada por muchos. Esa frase viene de Isaías 53, uno de los capítulos mas famosos del Antiguo Testamento. Habla sobre el siervo del Señor que Isaías dijo que vendría, sufriría y moriría, no por sus propios pecados, sino por los nuestros. Isaías 53 es donde se nos dice que el siervo del Señor fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades, y el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. Pero más tarde en el mismo capítulo, Dios dice que reivindicará y glorificará a su siervo. ¿Por qué? Leamos el versículo 12:

      […] porque derramó su vida hasta la muerte,

      y fue contado entre los transgresores.

      Cargó con el pecado de muchos,

      e intercedió por los pecadores.

      A eso se refiere Jesús. «esta es mi sangre… que con mi muerte derramo por muchos. Yo daré mi vida como el siervo obediente de Dios para que por medio de mi muerte yo cargue con el pecado de muchos, muchos otros».

      Y luego, en tercer lugar, esta sangre del pacto es derramada por muchos para el perdón de pecados. Esta vez seguramente Jesús tiene en mente a Jeremías 31.31-34. En ese pasaje, Dios promete por medio de Jeremías que habrá un nuevo pacto. Si revisan la nota al pie de la página de la nvi en Mateo 26.28, verán que algunos de los manuscritos del Evangelio de Mateo, junto con Lucas 22.20 y 1 Corintios 11.25 (el recuento más temprano de la Última Cena), registran que Jesús dijo: «Esta es la sangre del nuevo pacto».

      Si leen Jeremías 31.31-34 verán que es una promesa compuesta de varios ingredientes muy importantes. Pero lo principal, el clímax, es la gran promesa final que Dios hace en este nuevo pacto: «Yo les perdonaré su iniquidad y nunca más me acordaré de sus pecados». Eso es lo que los israelitas de la época de Jesús anhelaban, que Dios les perdone sus pecados, que acabe con lo que ellos percibían como un exilio y que restaure la comunión con él. Y Jesús dice: «Esto sucederá. El nuevo pacto se está cumpliendo ahora. Pero ocurrirá a partir de mi muerte, porque mi sangre será derramada para dar lugar a ese perdón».

      Como pueden ver, con esta maravillosa combinación de pasajes, estas repeticiones de textos bíblicos que Jesús y sus discípulos conocían tan bien, Jesús les explica el significado de lo que iba a ocurrir