John Little

Bruce Lee


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Bruce, que constituye un logro que lo abarca todo para vivir la vida en la cumbre del potencial desarrollado, naturalmente incluye el entrenamiento del cuerpo para conseguir el máximo rendimiento. Se trata de una descripción adecuada de la devoción de Bruce por su técnica, es decir, que logró el ápice de la belleza funcional.

      Al leer esta obra es más importante que el lector reconozca el “proceso” que Bruce empleaba en lugar de explicar al detalle los ejercicios específicos y las tablas diarias. En vez de copiar simplemente de forma exacta los ejercicios que hacía Bruce Lee, se debería tomar nota de las numerosas fuentes –las técnicas y las aprendidas a través de la observación personal– que Bruce empleó en su investigación y de los patrones científicos que siguió para la resolución de problemas. Con la explosión de la industria del fitness, la salud y el bienestar de las últimas décadas, disponemos de gran cantidad de información para inspirar a los estudiantes. Bruce se hubiera sumergido en los nuevos estudios y le habría animado a usted a hacer lo mismo. Mejorando siempre, sin llegar al máximo pero siempre sometiéndose al proceso, Bruce disfrutaba de la interminable jornada para alcanzar la perfección física. En otras palabras: los medios eran tan importantes como el fin, que consistía en estar preparado cuando se presentara la oportunidad de compartir su “arte de expresarse con el cuerpo humano”. La documentación que queda de “la preparación para la oportunidad” de Bruce proviene, evidentemente, de sus películas y de las notas que dejó de sus entrenamientos, muchas de las cuales aparecen en este libro.

      En mi opinión Bruce ha servido como inspiración para toda la vida para ser físicamente activo y consciente de todo lo relativo a la salud. A lo largo de nuestra vida juntos, Bruce fue tanto mi maestro como mi marido, mi amigo y el padre de mis hijos. Sigo confiando en su ejemplo para mi motivación diaria. Ahora, con este libro, al lector se le presenta la oportunidad de compartir la técnica y la inspiración de Bruce.

      Parafraseando a Aristóteles, el símbolo exclusivo de un conocimiento pleno es el poder de enseñar. Parecerá evidente para el lector que Bruce tenía un conocimiento pleno del fitness y el entrenamiento. Es más importante entender el método que seguir al pie de la letra la información de esta obra. Podemos agradecer a Bruce su legado, ya que puede enseñarnos “el camino” que debemos seguir para alcanzar nuestro máximo potencial y que así la preparación encuentre la oportunidad.

       PREFACIO

      Al final, todos los tipos de conocimiento conducen al conocimiento de uno mismo. Por lo tanto, las personas se acercan a mí para pedirme que les enseñe, no tanto cómo defenderse o cómo intimidar a alguien, sino a expresarse a través de algún movimiento, sea ira, determinación o lo que sea. Así que, en otras palabras, me suplican que les enseñe el arte de expresarse con el cuerpo humano en combate.

      Bruce Lee

      Durante años ha existido cierta especulación sobre cómo el gran filósofo y experto en artes marciales Bruce Lee entrenaba para desarrollar su cuerpo. Digo “especulación” por el simple hecho de que la información que se ha obtenido hasta ahora ha sido en gran parte de forma anecdótica o de segunda mano, resultado de haber preguntado a ciertos estudiantes (en algunos casos) décadas después que recordaran exactamente cómo entrenaba Lee para desarrollar un físico tan magnífico y cómo era capaz de dominar el potencial movimiento de su cuerpo hasta un punto tan asombroso.

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      Los problemas que conlleva tal proceso son, primero, que muchos de estos estudiantes no prestaban la suficiente atención a los métodos de entrenamiento personales de Lee, ya que preferían centrarse en sus técnicas y principios de combate, y segundo, que no muchos estudiantes tuvieron la oportunidad de observarle entrenar con cierta regularidad, pues Lee prefería entrenar solo.

      Además, los problemas cobran más importancia por el hecho de que Lee experimentaba constantemente con nuevos aparatos de ejercicios y principios de entrenamiento, así que, aunque sus alumnos consiguieran presenciar un entrenamiento, lo más que representaría sería el equivalente cinematográfico de un fotograma con miles de pies de una película de cine. Al igual que un fotograma no puede representar el argumento de una película, un vago recuerdo de un entrenamiento realizado hace veinte años no puede servir para representar la totalidad de las creencias del entrenamiento de Bruce. Como el propio Lee dijo: “No hay nada como un segmento eficaz de una totalidad”.

      Recuerdo que, poco después de que Bruce Lee falleciese, cuando yo tenía trece años, edad en la que los chicos buscan un modelo positivo al que admirar, estaba particularmente impresionado con su físico y también frustrado por la falta de información acerca de cómo lo había conseguido. Naturalmente, él no nació con ese cuerpo ni con esa asombrosa destreza física. Debe haberlos creado, pero ¿cómo? Si son sólo resultado de su entrenamiento en las artes marciales, por definición cualquiera que las practicara –y en particular el jeet kune do de Lee– podría tener un físico similar, si no idéntico. Pero resulta evidente que no es así.

      Las fotografías de Lee cuando era adolescente revelan que su cuerpo no siempre ha estado bien desarrollado, es decir, que no fue simplemente una casualidad genética. Debe haberlo hecho él. Y de nuevo llegamos a la misma pregunta: ¿cómo? Y de nuevo la respuesta vuelve a ser la misma. El único lugar en el que esperaba encontrar la respuesta –las artes marciales– era en artículos de revistas e incluso en libros escritos supuestamente sobre los “métodos de entrenamiento” de Lee, pero no aportaron nada relevante sobre el modo en el que consiguió obtener ese cuerpo. Cualquier información que se pudiera desprender de estos documentos resultaba bastante vaga y, como supe más tarde, no conducía a nada.

      La gente que conoció a Lee y los que incluso afirmaban haber entrenado con él aportan, como mucho, datos contradictorios. Un estudiante contaba que Lee corría “ocho kilómetros al día” (lo cual no era cierto), mientras que otro decía que rara vez corría más de “tres kilómetros al día”. Luego está el tema de si Bruce Lee hacía pesas para formar su cuerpo. Durante años se ha pensado que Lee prefería hacer repeticiones extremadamente altas (unas 25 por serie) durante su entrenamiento; todavía, habiendo leído sus papeles y sus diarios personales de entrenamiento para investigar y redactar este libro, no he podido encontrar prueba alguna que apoyara estas afirmaciones; sus notas escritas a mano revelan que no hacía tantas repeticiones (sólo de 6-12 por serie).

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      Además, ninguna de estas conocidas autoridades parece poder explicar o aclarar exactamente lo que Lee hacía para llegar a convertirse en el conocido como “el hombre con mejor forma del planeta”. Decir simplemente que “hacía pesas y corría” sería una explicación bastante inadecuada. ¿Cómo podrían estas respuestas –que son las que daban la mayoría de las autoridades– probar que ayudarían a un individuo interesado en seguir los métodos empleados por Lee? Después de todo, no serían realmente respuestas, a no ser que las preguntas sobre el “cómo” o el “qué” se formularan de la siguiente manera: ¿cómo hacía pesas Bruce Lee? ¿Qué ejercicios llevaba a cabo? ¿Cuántas series hacía? ¿Cuántas repeticiones? ¿Cuántos días a la semana entrenaba? Y, la más importante: ¿Tenía Bruce Lee alguna rutina especial de entrenamiento?

      Finalmente estas preguntas encontraron respuesta. Veinticinco años después de la muerte de Lee, su viuda, Linda Lee Cadwell, nos abrió amablemente la puerta del hasta entonces desconocido mundo de Bruce Lee. Aportó papeles privados, redacciones, anotaciones y diarios que contenían información que no tenía precio para todos aquellos que desearan saber más sobre lo que Bruce Lee consideraba “realmente” importante y, por omisión, lo que “no” consideraba tan importante. Además, las notas de Lee que se incluyen en El arte de expresarse con el cuerpo nos permitieron ver los métodos “exactos” que Bruce empleaba para formar, desarrollar y acondicionar su increíble cuerpo.

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      Hay quien piensa que, a menos que se tengan