John Little

Bruce Lee


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el actor y especialista en artes marciales Chuck Norris, Bruce Lee pudo haber sido, de acuerdo con la fuerza relativa (relación entre el peso desplazado y el corporal), el hombre más fuerte del mundo.

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      El camino de Lee hacia el culturismo

      Los estudios de Lee sobre la fisiología humana y la kinesiología le permitieron distinguir rápidamente un ejercicio útil de uno improductivo, lo que significa que él nunca perdió tiempo en sus entrenamientos y que estos iban encaminados a producir resultados específicos. Lee creía que un estudiante de la ciencia del ejercicio debía perseguir únicamente la perfección física, incluidas una gran fuerza, rapidez, destreza, perfecta salud y la belleza de una complexión muscular que distinguiera a un ser humano físicamente perfecto. Lee creía que cada día se presentaría la oportunidad de mejorarse a sí mismo física y mentalmente; podemos elegir entre aprovechar el momento para dar un paso más para maximizar nuestro potencial y progreso o dejarla pasar y, por consiguiente, estancarnos o retroceder.

      Lee pronto se dio cuenta de que para completar nuestro potencial físico teníamos que realizar nuestros esfuerzos de forma progresiva y luchar contra el deseo de dejarlo todo y tumbarnos en el sofá a ver la televisión, donde podemos escapar de nuestra “obligación de autoactualizarnos” haciendo lo contrario, es decir, “apagando” nuestras mentes y dejando que nuestros músculos se atrofien. Lee quería aprender de su mente y de su cuerpo tanto como fuera posible. Quería saber de lo que realmente era capaz, en lugar de persistir en lo que ya sabía que podía hacer. Con este fin, consideraba cada sesión de entrenamiento como una experiencia de aprendizaje, una oportunidad para mejorar y alcanzar un nivel más alto. Como resultado, obtuvo un buen ojo para identificar a los deportistas que se rendían pronto porque el entrenamiento les agotaba o porque subestimaban sus verdaderas posibilidades.

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      Stirling Silliphant, alumno de Lee, cuenta una interesante historia que retrata a la perfección la actitud de Lee frente a la resistencia progresiva en un entrenamiento cardiomuscular, así como su negativa a dejar que una persona –en este caso Silliphant– subestimara su propio potencial físico:

      “Bruce me hacía correr 5 km al día, un muy buen ritmo. Corríamos esos kilómetros en 21 o 22 minutos –unos 12 km/h [Nota: cuando corría solo en 1968, su velocidad media era inferior a 16 km/h]. Así que, la mañana que me dijo: ‘Hoy vamos a ir a 19 km/h’, le contesté:‘Bruce, no puedo. Soy mucho más viejo que tú y no puedo correr a 19 km/h’. Y él me dijo: ‘Cuando hayamos corrido 5 km, cambiaremos la marcha; sólo quedarán tres y lo conseguirás’. Yo respondí: ‘Está bien, a por ello’. Así que corrimos 5 km. Íbamos a llegar al sexto y me encontré bien durante tres o cuatro minutos; pero entonces empecé a agotarme. Estaba cansado y tenía el corazón acelerado. No podía seguir, así que le dije: ‘Bruce, si sigo corriendo –y todavía estábamos corriendo– me puede dar un ataque al corazón y moriré’. Y él me contestó: ‘Pues muérete’. Me molestó tanto, que terminé de correr los 8 km. Después de ducharme quise hablar con Bruce sobre el tema. Le comenté: ‘¿Por qué me dijiste eso?’, y respondió: ‘Porque podrías morir igualmente. En serio, si siempre fijas los límites en lo que puedes hacer, físicamente o de cualquier otro modo, seguirás haciendo lo mismo el resto de tu vida. Afectará a tu trabajo, a tu moralidad y a ti en todos los sentidos. No hay límites. No puedes quedarte siempre en la llanura; debes atravesarla. Si te mata, te mata. Un hombre debe superar sus límites siempre‘”.

      La postura que defiende que “no hay límites” es la tesis principal de las artes marciales y también la filosofía de Lee del jeet kune do. Incluso puso símbolos chinos alrededor del yin yang del logo de su jeet kune do que decían: “No tomar ningún camino como camino. No tener ningún límite como límite” –en cantonés, Yee Mo Faat Wai Yao Faat/Yee Mo Haan Wai Yao Haan. Una vez Lee escribió una carta al pionero americano del taekwondo, Jhoon Rhee, en la que le avisaba de que “fijarse un objetivo bajo es el peor crimen que un hombre puede cometer”, recalcando su punto de vista en cuanto a las limitaciones impuestas por uno mismo en el ejercicio y en todas las áreas de nuestra vida.

      Bruce Lee era perseverante en su búsqueda para expresar el pleno potencial de su cuerpo. Durante su investigación advirtió el hecho psicológico de que un músculo más fuerte es un músculo mayor, descubrimiento que le llevó a explorar los beneficios superiores del culturismo sobre la salud. De todos modos, sería un hecho muy violento llevar a casa los méritos de un enfoque regular y dedicado al levantamiento de pesas.

      El punto de inflexión

      Según la viuda de Lee, Linda Lee Cadwell, cuando ambos vivían en Oakland, California, un día su marido recibió un pergamino que le daba un ultimátum con letras chinas en negrita: o dejaba de enseñar gung fu (pronunciación japonesa de kung-fu) a los estudiantes que no fueran chinos o tendría que luchar –en el lugar y a la hora señalados– con su mejor hombre. En el barrio chino de Oakland de principios de la década de los sesenta, revelar los “secretos” chinos a personas que no fueran chinas se consideraba alta traición entre los miembros de una comunidad de artes marciales.

      Lee tenía muchas virtudes, pero la paciencia no era una de ellas. Decidió aceptar el reto en lugar de doblegarse a los dictados de los racistas. Por sus palabras y su conducta, Lee había arrojado el guante a los pies de aquel que le estaba retando. Más adelante, esa misma semana, a la hora señalada, llegó a la escuela de Oakland un grupo de luchadores de artes marciales, dirigidos por un hombre que resultaba ser su mejor luchador, además del cabecilla. Linda, que estaba embarazada de ocho meses de Brandon, el primer hijo de la pareja, y un estudiante de Lee, James Yimm Lee, presenciaron lo que pasó después.

      El combate empezó y, en cuestión de segundos, Lee vio al antes temerario y farisaico “experto” en kung-fu corriendo hacia la salida más cercana. Con una buena patada, Lee había tirado a ese hombre al suelo y había conseguido que se rindiera. Enseguida escribió las premisas para el grupo. De todos modos, para su consternación, Lee se dio cuenta de que había empleado una cantidad importante de energía en el altercado. “Se lamentó sorprendido del estado físico en el que se encontraba”, recordaba Linda después. “A pesar de haberle llevado sólo tres minutos, pensaba que el combate había durado demasiado tiempo debido a la falta de un adecuado acondicionamiento. Después sintió que se había cansado demasiado”.

      El incidente hizo que Lee investigara formas alternativas de acondicionamiento físico, con lo que llevó a la conclusión de que su entrenamiento en las artes marciales –por sí mismo– no era suficientemente intenso para fortalecer aún más su cuerpo de forma progresiva. Consideró que necesitaba desarrollar una fuerza considerablemente mayor en los sistemas muscular y cardiovascular si quería alcanzar la expresión más plena de su potencial físico.

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      Como las revistas de músculos sólo existían para informar sobre entrenamientos para la salud y la fuerza, Lee se suscribió inmediatamente a todas las publicaciones sobre culturismo que pudo encontrar. Solicitaba cursos a las revistas y comprobaba lo que prometían y sus teorías de entrenamiento en el laboratorio que era su cuerpo, además de comprar a menudo libros de segunda mano sobre culturismo y entrenamiento de fuerza, incluidos aquellos que se habían escrito antes del cambio de siglo, como Strength and How to Obtain It (“La fuerza y cómo obtenerla”), de Eugen Sandow, publicado por primera vez en 1897.

      Las ansias de conocimiento de Lee eran tan grandes que adquiría todo lo que estuviese a su alcance, desde cursos de entrenamiento de las publicaciones más novedosas, hasta clásicos de fondo editorial en el campo de la fisiología del ejercicio. Una vez aplicado, ese conocimiento desembocaría en el aumento de la fuerza, la velocidad, la potencia y la resistencia.

      Los resultados del completo estudio de Lee aparecen en los capítulos siguientes, que muestran específicamente el modo en el que entrenaba para desarrollar cada uno de los grupos de músculos de su cuerpo, el