John Little

Bruce Lee


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humana. El estímulo que aportó una musculatura mayor, más definida, más rápida y más fuerte a Bruce Lee es exactamente el mismo que proporcionaría una respuesta similar en su cuerpo –se trata de la naturaleza de la fisiología humana–.

      Anatómica y fisiológicamente todos los hombres somos en esencia iguales, algo de lo que Bruce fue consciente a lo largo de su vida y que se refleja tanto en su modo de desarrollar las artes marciales como en sus creencias sobre el entrenamiento. Como es verdad que ciertas características anatómicas y fisiológicas pueden variar entre individuos, dichas variaciones existen en una cantidad limitada y cuantificable, lo cual no altera el hecho de que los principios básicos que las regulan sean los mismos ni la esencia de nuestra propia fisiología distintivamente humana.

      Todo lo que tiene que hacer es tener la voluntad de adquirir el conocimiento que se le ofrece en este libro y emplear las bases que en él aparecen, como hacía Bruce Lee. Así que no espere obtener los mismos resultados que Bruce Lee, a menos que tenga la voluntad de invertir las mismas horas que él en conseguirlos. Como el propio Lee dijo: “Saber no es suficiente; debemos aplicar nuestros conocimientos. La voluntad no es suficiente; debemos actuar”.

      Revisar, ordenar y editar los materiales de entrenamiento y acondicionamiento de Lee ha sido la culminación de un sueño que he hecho realidad después de veinticinco años. Finalmente fui capaz de obtener respuestas a esas preguntas que durante tanto tiempo he pensado que no tendría. Afortunadamente para mi curiosidad y para la posteridad, Bruce Lee era muy meticuloso, no sólo en cuanto a su entrenamiento, sino también respecto a su vida, su filosofía y sus técnicas en las artes marciales.

      El arte de expresarse con el cuerpo conforma la presentación formal de las auténticas creencias sobre el entrenamiento de Bruce Lee. Cada capítulo contiene material aportado no por lo que pudieran contar sus colegas y supuestos “gurús”, sino por el propio Bruce Lee, tal y como lo reflejaba a través de sus escritos, anotaciones, cartas, diarios y entrevistas. Sólo en los casos en los que quedaban vacíos en la narrativa de Lee, he considerado necesario recurrir a esos que “estaban allí” o a quienes entrenaban con él; incluso en estos casos, he solicitado testimonios sólo de los que pasaban mucho tiempo con él. De todos modos me sentí obligado a contrastar sus testimonios con hechos comprobados y, por consiguiente, con testimonios de otros que pudieran corroborarlos o negarlos. Les di credibilidad a los testimonios que se sostenían de forma unánime. Los que no quedaban muy claros han sido omitidos.

      La tesis del libro es la adquisición de musculatura y la fortaleza del cuerpo y todos sus subsistemas con el fin de cultivar un mejor acondicionamiento de salud y un estado físico pleno. Debido a que la musculatura es el motor que mueve el cuerpo, resulta crucial para los individuos (en particular para aquellos que practiquen artes marciales) entrenar tanto como sea posible. No quiero que malinterpreten esta afirmación pensando que todo el mundo debería tener la apariencia de un culturista de competición; de todos modos, éste no es el caso.

      La musculatura que alcanzó Bruce Lee es el resultado de un entrenamiento con un fin funcional. El hecho de que también parezca impresionante resulta simplemente un beneficio secundario. Para contrastar lo dicho, hay que decir que los músculos que se desarrollan únicamente con el fin de aparentar no suelen ser funcionales, ya que, además de entrenamiento, también requieren mantenimiento. Así que, a menos que su objetivo en la vida sea levantar cargas pesadas –para series y repeticiones– y luego hacer posturas, creo que sería mejor que invierta el tiempo necesario en “hacer” y no entrenar “para mostrar”.

      La información que se muestra en El arte de expresarse con el cuerpo ofrece el potencial necesario para que usted obtenga la mejor figura de su vida. Se sentirá mejor, lleno de energía, conseguirá un estado físico pleno y se verá estupendo. Además, personalmente me siento orgulloso de poder afirmar que debería abandonar para siempre la concepción errónea de que de algún modo Bruce Lee era así por “naturaleza” y no tenía que trabajar –y muy intenso y con mucha frecuencia– para obtener cada gramo de musculatura que desarrolló. Espero que parezca obvio que Lee tuvo que investigar y aplicar un tremendísimo campo de conocimiento para poder alcanzar el punto de acondicionamiento al que llegó.

      Los miles de horas que Bruce Lee pasó entrenando sólo proporcionan un ejemplo que nos revela el potencial gracias al cual todos podemos llegar a ser personas mejores y plenamente funcionales. Además, esto ha perdurado tras su muerte. Ha sobrevivido a través de las palabras que él mismo escribió, sus fotografías y los recuerdos de sus actos; o, como más concisamente puso Linda Lee Cadwell en la inscripción que aparece en un libro especial que conserva al pie de su lápida:

       Tu inspiración sigue guiándonos hacia nuestra liberación personal.

      Éste es el modo más valioso que he considerado de respetar la memoria de Bruce Lee y lo que consiguió para el mundo del fitness al escribir este libro.

      John Little

       LO QUE DICE LA GENTE DEL “FÍSICO DE LEE”

       Sé que millones de fans están convencidos de que Bruce nació con un cuerpo especial; le han visto ejercitar su extraordinaria fuerza, han visto su agilidad, han estudiado el modo en el que conseguía doblar su pequeña pero maravillosamente musculada figura.Muchos simplemente no me creen cuando les cuento que Bruce formó su sorprendente físico simplemente gracias a su aplicación y a su fuerza de voluntad, a través de un intenso entrenamiento.

      Linda Lee Cadwell

       Bruce Lee tenía un físico muy –repito– muy bien definido. Casi no tenía grasa corporal. Quiero decir que probablemente tenía menos grasa en su cuerpo que ningún otro atleta conocido. Creo que ésa es la razón por la cual parecía tan creíble. Muchos de los que han hecho todas esas películas poseían sus habilidades, pero no se les veía tan creíbles ni tan impresionantes como a Bruce Lee. Él era único en su especie. Fue un ídolo para mucha gente. Lo bueno de un hombre como Bruce Lee es que inspira a miles de millones de chicos a los que les gustaría seguir sus pasos; quieren practicar las artes marciales, quieren participar en películas y para eso se entrenan cada día durante horas. Una persona como Bruce Lee aporta una gran inspiración, lo cual resulta muy útil a muchos chicos en todo el planeta. Tuvo un tremendo impacto en todo el mundo y, en mi opinión, seguirá teniéndolo durante mucho tiempo.

      Arnold Schwarzenegger

       Bruce se quitó la camiseta y me sorprendió de nuevo, como cada vez que veía su físico; parecía tener músculos en los músculos.

      Chuck Norris, The Secret Power Within

       Se creó a sí mismo. Se esculpió a sí mismo; cada uno de sus músculos estaba absolutamente fortalecido y tonificado para lo que fuera que hiciera y era totalmente funcional. La última vez que le vi se encontraba en perfectas condiciones físicas; su piel era como de terciopelo; era suave y se le veía fantástico.

      James Coburn

       No pesaba tanto, pero se quitaba todo lo que le sobraba. Estaba muy fuerte y todo su peso era músculo. Tenía una forma estupenda, muy definida.

      Karem Abdul-Jabbar

       Cuando se quitó la camiseta –¡Dios mío!– ¡parecía Charles Atlas!

      Taky Kimura

       INTRODUCCIÓN

      Existe una anécdota que ha perdurado durante casi tres décadas sobre los músculos que adornaban el físico en los últimos años del experto en artes marciales, actor y filósofo Bruce Lee. Trata sobre una mujer llamada Ann Clouse, esposa de Robert Clouse, director de la última película de Lee, Operación Dragón, para Warner Bros. Parece que el señor Clouse se había aventurado en el rodaje de la película y había quedado absolutamente hipnotizado por la increíble musculatura de Lee cuando estaba sin camisa, envuelto en el cálido y húmedo clima de Hong Kong e inmerso en la coreografía de las secuencias de la