Alexandr Kotsiubinski

Rasputín


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de hacerle daño o, incluso, de destruir a quienes le ofendían: «No sirvo yo para las perrerías. No soy de los que hacen el mal: desde siempre los hombres me han dado una pena enorme».6 100 En cuanto conseguía un testimonio de arrepentimiento o recibía una disculpa, se calmaba de inmediato. Sin embargo, con tal de conseguir sus propósitos, podía actuar de forma bastante ruidosa y atemorizante. En una ocasión, puesto que «no lo querían las señoritas de Moscú», comenzó a destrozar una vajilla con todas sus fuerzas y, mientras lo hacía, según relató un testigo, «infundía pavor»: «La frente se le cruzó toda de arrugas. Sus ojos echaban chispas y su cara adquirió una apariencia verdaderamente salvaje. Daba la impresión de que en cualquier momento podría desatarse una ira incontenible que destruiría todo a su paso». Pero en cuanto las «señoritas» lo rodearon, Rasputín «comenzó enseguida a cambiarse de ropa delante de todo el mundo. Las damas le asistían, le alcanzaban las botas... Y Rasputín, de muy buen humor, entonó una canción y se puso a restañar los dedos marcando el ritmo».101

      «Es un actor, pero no un bufón»