•Partir de una idea difusa (sensación, emoción…)
•Experimentar
•Realizar la toma fotográfica
•Alcanzar conclusiones
•Editar
•Definir el formato de presentación final
En este tipo de proyectos, el artista conecta plenamente con lo fotografiado y es su sensibilidad la que va guiando sus pasos. Es habitual que se produzca cierta experimentación pero la investigación no suele tener demasiado peso. La etapa más crucial es la propia toma fotográfica, en la cual el autor puede hacer descubrimientos que le permiten llegar a ciertas conclusiones sobre el tema abordado. Hay infinitas variantes, al ser algo tan personal, por lo que la numeración de puntos propuestos debe ser relativamente flexible.
Ejemplo de proyecto emocional: Belén Muguiro y su trabajo ‘Vuelo’
Belén Muguiro trabaja desde las sensaciones y no suele partir de una idea preconcebida. Hace algunos años, sintió la necesidad de realizar un proyecto muy íntimo en el que, en completa soledad, fue fotografiando su torso en movimiento, mientras se iba desnudando. El resultado fue el libro Vuelo, una preciosa obra de pequeñas imágenes, cargadas de sentimiento. Finalmente después de haberlo terminado, se dio cuenta de que ese libro hablaba sobre la reciente muerte de su madre, hecho que le había infligido un enorme dolor y una profunda tristeza. Hacer este proyecto le permitió cerrar esa herida y pasar página. Pero unicamente fue consciente de ello una vez lo hubo concluido.
Algunos trabajos nacen a partir de una imagen que se forma en la mente de los artistas y, a partir de ella, se va construyendo todo el proyecto. En ocasiones, la imagen va ligada a una idea pero otras veces no es así, al menos conscientemente. En este segundo caso, vale la pena reflexionar acerca de lo que significa esa imagen para nosotros pues las respuestas van a arrojar bastante luz sobre la dirección en la que irá el proyecto. Es lo que denominamos proyectos visuales. Un orden lógico para sus fases sería el siguiente:
•Partir de imagen mental / idea
•Elaborar bocetos
•Alcanzar conclusiones
•Investigar / Experimentar
•Concretar el proyecto
•Realizar la toma fotográfica
•Editar
•Definir el formato de presentación final
En este modelo, cobra gran importancia el boceto, que se convierte en la representación, aunque sea a través de un dibujo, de la imagen que tenemos en mente y que queremos reproducir. El boceto nos obliga a determinar cómo será la fotografía y eso nos suele llevar a ciertas conclusiones que resultan muy útiles para la concreción del proyecto. La importancia de la investigación va a estar en función del tema elegido y de cómo se aborde éste. Por ejemplo, en la fotografía escenificada en la que se ficcionan temas reales, resulta muy relevante. Pero en otros enfoques más subjetivos puede no ser necesaria.
Ejemplo de proyecto visual: Lorenzo Santos Moyano y su trabajo ‘Injertos’
Injertos nació a partir de una serie de dibujos que Lorenzo realizó para representar las imágenes que tenía en su cabeza. Analizando sus bocetos y a través de una profunda reflexión, descubrió que su significado estaba relacionado con su instinto de protección hacia sus dos hijas adolescentes y su temor a que personas extrañas (injertos) pudieran introducirse en sus vidas y perjudicarlas. Lorenzo convirtió esos bocetos en fotografías, empleando como modelos a sus dos hijas, logrando construir un proyecto verdaderamente personal.
El proyecto experimental, como su nombre indica, se basa en la experimentación como fuente de inspiración. Aunque ésta puede darse en todas las fases de un proyecto, como ya veremos más adelante, este modelo se centra en aquella que sirve como arranque y motor de nuestro trabajo. Se parte de una idea o imagen difusa y el artista va descubriendo su camino a través de diversas experiencias en las que realiza pruebas o ensayos, a veces no relacionados directamente con la fotografía, que le llevan a conclusiones visuales. Un orden propuesto sería el siguiente:
•Idea o imagen difusa
•Experimentación
•Conclusiones y concreción del proyecto
•Toma fotográfica
•Edición
•Formato de presentación final
Como su nombre indica, en este modelo, la fase de experimentación es clave; sin embargo, la investigación puede no tener relevancia. Es habitual obtener conclusiones a través de estas prácticas experimentales que nos lleven a concretar el proyecto y después a realizar la toma fotográfica basándonos en ello. Pero también ocurre que, en ocasiones, se toman fotografías como parte de la experimentación y éstas terminan formando parte del proyecto final. También encontramos autores que realizan performances o instalaciones en las que experimentan con sus cuerpos, con el medio, etcétera, y en las que la fotografía funciona como una huella de estos trabajos que a la vez se convierte en el objeto artístico.
Ejemplo de proyecto experimental: Rojo Sache y nuestro trabajo ‘Trasures’
En el 2015 inicié un proyecto que tuvo un desarrollo muy experimental. Partiendo de una idea bastante difusa (cierta sensación de muerte), acompañada de una imagen llena de sombras que se formó de manera confusa en mi cabeza, comencé a trabajar en bodegones que contenían insectos (ejemplares de coleccionismo) y objetos personales de gente que había estado muy próxima a mí en algún momento de mi vida. Al principio, empleé como fondo papeles muy claros, arrugados y con ciertas texturas, pero pronto empecé a usar telas, que también fueron modificando su apariencia según avanzaba el proyecto. Durante meses, me dediqué, simplemente, a probar cosas. Varié el número de insectos presentes, también el de objetos personales. En un momento determinado, comencé a fusionar imágenes de reflejos de árboles sin hojas, con un programa de posprocesado, con las fotografías. Las imágenes resultantes tenían tonos muy claros y probé a imprimirlas y a pintarlas después con acuarelas, pero no me convenció el resultado. Trabajando con ensayo y error, descubrí que me interesaba que los árboles parecieran sombras sobre la escena, pero no me terminaba de agradar el efecto conseguido de manera digital. Salí a fotografiar entonces árboles y sus ramas desnudas y, con la ayuda de un cañón de luz, proyecté las imágenes que había obtenido sobre un bodegón formado por un fondo de tela, un insecto y un objeto, para después hacer la toma fotográfica de todo el conjunto. Había llegado a un resultado positivo, por fin.
Mientras se desarrollaba todo el proceso, mis ideas fueron tomando forma y fui descubriendo lo que realmente quería contar. Se trataba de un repaso de mis diversas relaciones con las personas que formaban o habían formado parte de mi vida, con sus luces pero también con sus sombras más oscuras. Cada imagen es particular, porque mi vínculo con cada una siempre es diferente, pero todas comparten cierto nexo con la muerte que varía y se transforma según la puesta en escena. Por ello, cada fotografía está dedicada a una persona y cada detalle en ella tiene un sentido, convirtiéndose en un paisaje que