Carlos Enrique Corredor Jiménez

Formas dignas de co-existencia


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estrategias éticas y técnicas derivadas de esa galaxia de experiencias se conviertan en políticas públicas, en la manera predominante de concebir la vida, y, por supuesto, el desarrollo.

      Así sea.

      Gustavo Wilches-Chaux

      Notas

      1 https://enosaquiwilches.blogspot.com/2020/01/pactos-por-la-tota-lidad_5.html

      2 https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/colombia-el-pais-con-mas-desplazados-del-mundo-articulo-866644

      3 https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/coronavirus-oms-declara-oficialmente-la-pandemia/656109

      4 https://www.minsalud.gov.co/salud/publica/PET/Paginas/Covid-19_copia.aspx

      5 https://sostenibilidad.semana.com/impacto/articulo/11-incendios-estan-activos-en-seis-departamentos-del-pais/49294

      6 http://www.indepaz.org.co/paz-al-liderazgo-social/

      7 http://territorioindigenaygobernanza.com/web/pueblos-indigenas-en-aislamiento-voluntario/

       Introducción

       Para mí, una sociedad mejor es una sociedadcapaz de tener mejores conflictos.De reconocerlos y de contenerlos.De vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos.Que solo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra,maduro para el conflicto,es un pueblo maduro para la paz.

      Estanislao Zuleta (2016)

      El presente libro es el segundo de una trilogía de libros especializados en agroecología y la inclusión de la agricultura familiar, campesina y comunitaria en Colombia. Hace parte de alianzas entre universidades, organizaciones no gubernamentales (ONG) y la sociedad civil —particularmente, con la Red Nacional de Agricultura Familiar (RENAF)—, junto a las que, dentro del marco de la Cátedra Unesco de Desarrollo Sostenible, se han venido tejiendo esfuerzos comunes para favorecer y fortalecer las interacciones entre los aliados desde un diálogo de saberes, un enfoque agroecológico y la disposición de co-crear una academia al servicio de las comunidades.

      Esta segunda versión, titulada Formas dignas de co-existencia. Experiencias agroecológicas para la transformación social en Colombia, presenta una propuesta al enfoque agroecológico desde la sociología política que complementa y robustece el ejercicio juicioso y respetuoso que la agroecología ha aportado en el país logrando un diálogo fértil entre disciplinas.

      Partiendo de la provocación que el libro Agroecología: ciencia y política (Altieri y Rosset, 2000) generó y a la primera publicación en Colombia sobre Agroecología: experiencias comunitarias para la agricultura familiar (Acevedo Jiménez et al., 2019), este segundo esfuerzo se orienta hacia la indagación de diversos elementos conceptuales y metodológicos de la agroecología. Buscamos un enfoque integrativo en el que se estructuren categorías sociales-reflexivas con el ejercicio ecosistémico de la agroecología.

      Precisamente, tomando en cuenta que Altieri y Rosset (2000) insisten en que las bases de la agricultura se encuentran en la agricultura indígena y ancestral, se reconoce que los sistemas agrícolas de los indígenas son propicios para responder a la crisis ambiental actual, pues “la agroecología es una ciencia dotada de una ética social y ecológica, con un programa de investigación que intenta conseguir sistemas de producción respetuosos con la naturaleza y equitativos socialmente” (p. 84)1.

      Así, la agroecología articula diversos conocimientos centrados en la relación justa entre el ambiente y la producción económica. Pero además de ello, involucra la dimensión política de la participación y la inclusión en la creación de escenarios colectivos2. Actualmente, la agroecología supera la visión ecológica de los agroecosistemas, lo que deriva de sus orígenes multi e interdisciplinarios, entre los cuales se pueden mencionar los movimientos ambientalistas, la explosión de investigaciones sobre los ecosistemas tropicales, el análisis de agroecosistemas indígenas desde una visión antropológica y etnobiológica y diversos estudios sobre el desarrollo rural (Toledo y Barrera-Bassols, 2008).

      Así mismo, la agroecología puede entenderse como apuesta política para diversos movimientos campesinos. Ejemplo de ello es la declaración de Mali, de La Vía Campesina (2015) que menciona:

      La agroecología es política; nos obliga a cuestionar y transformar las estructuras de poder en la sociedad. Tenemos que tener el control sobre las semillas, la biodiversidad, la tierra y los territorios, las aguas, el conocimiento, la cultura y los bienes comunes, estos deben estar en manos de los pueblos que alimentan al mundo... (Vía Campesina, 2015)

      De esta manera, la agroecología no solo busca un cambio en la agricultura pensado desde la mejor comprensión del sistema ecológico en el que esta se implementa, sino que también pretende entender su dimensión cultural, para activar prácticas acordes con ambas dimensiones. En ese contexto ambiental, se acerca a una agricultura sustentable, que actualmente se viene definiendo en cuatro afirmaciones: a) culturalmente aceptable, b) ambientalmente sana, c) socialmente justa y d) económicamente viable (León y Altieri, 2010).

      Ahora bien, para enunciar de manera específica el componente político de la agroecología, habrá que decir que esta disciplina, práctica o movimiento es, en sí misma, una manifestación de una nueva forma de entender lo político. Si bien desde la teoría política aún se insiste en las relaciones de poder como referente máximo de la política, desde las teorías de la complejidad se transita hacia un ejercicio político que privilegia la defensa de la vida. La agroecología confluye en varios aspectos con la complejidad, ya que, en esa invitación a transgredir la disciplina, ofrece un abanico de posibilidades de intervención e interpretación novedosas y complementarias de las ciencias sociales.

      Adicionalmente, cuando se procura poner en valor los saberes tradicionales, la conservación de las semillas nativas y criollas y un discurso de desarrollo propio que respete y cuide el territorio, la agroecología constituye un acto político en sí mismo para las personas; por eso, tanto la soberanía como la autonomía alimentaria son temas indispensables cuando se trata de estructurar los principios orientadores y la instrumentalización de políticas nacionales con un enfoque agroecológico.

      De este modo, la agroecología es una forma de cultivar la preservación de prácticas tradicionales indígenas y campesinas que promueven el cuidado y la conservación de un ambiente sano, el desarrollo de economías alternativas y solidarias y la transición hacia hábitos saludables de consumo; no obstante, la definición se encuentra abierta a las contribuciones que las personas, desde sus prácticas, puedan hacer para complementar o validar estos argumentos.

      Lo que se convierte, sin duda, en un componente sine qua non para la comprensión y la aplicación de la agroecología es la educación rural. Esta necesidad de generar espacios de transmisión que propicien estrategias educativas respetuosas y cuidadoras del entorno y de los procesos de aprendizajes de las personas es indispensable en el ejercicio de transformación social de un país como Colombia.

      Un aporte sustancial de este libro es la propuesta de acoger la categoría social emergente de las formas