creo que no estoy hecha para esta vida
Gabby: qué vida?
Bex: la vida adulta. Los memes tenían razón. El adulting es difícil.
Gabby: a ver, tronca, solo es tu segundo día
Bex: no me lo recuerdes
Gabby: pero qué ha pasado??
Bex: ha habido cosas maravillosas, he visto el plató y a los actores, y todo eso me ha encantado. Pero mi jefe es un capullo.
Gabby: ok, 1) todos los jefes son unos capullos, y 2) HAS VISTO EL PLATÓ Y A LOS ACTORES? Por qué no me has contado nada????
Bex: sí, fue genial
Gabby: tengo que ir para allá y darte de hostias hasta que te des cuenta de la suerte que tienes?!
Bex: pero si he dicho que fue genial!
Gabby: vale. Qué te ha hecho el jefe capullo?
Bex: avergonzarme delante de todos. Sugerí una idea para una trama y él dijo «los becarios deben quedarse calladitos, becky».
Gabby: espera, quién es becky?
Bex: yo
Gabby: tú no eres becky
Bex: YA SÉ QUE NO SOY BECKY
Gabby: me tienes confusa. Videollamada?
Me limpio las lágrimas con un trozo de papel higiénico y la llamo por FaceTime. Cuando responde, susurro:
—Hola.
—Ey, ¿estás en el baño?
—Seh —digo alargando la palabra.
—Joder, Bex, estás hecha un asco.
—Eso te estaba diciendo.
Suspira frente al micrófono del móvil.
—No puedes hacerte esto a ti misma, cariño. Si dejas que te pisoteen, será otra vez como el instituto. Ya sé que todo es nuevo y da un poco de miedo, pero no puedes permitir que cualquier cosa te destroce. Tienes que defenderte.
—¡Pero es mi jefe! —gimoteo.
—Sí, pero eso no le da derecho a humillarte, ignorarte ni llamarte como a él le dé la gana.
Me encojo de hombros.
—Puedo ser Becky.
—No. —Ella me mira fijamente a través de la pantalla—. Tienes que salir de ahí y decirle que te llamas Bex Phillips y que no puede tratarte con esa condescendencia.
Pongo los ojos en blanco.
—Vale. O podría dejar de engañarme a mí misma y regresar a Westmill. —Lo digo como si fuera una broma… o casi.
—¡Eh! —grita ella, y yo pego un respingo—. Escúchame, tía. Has luchado mucho para estar ahí. Tienes todo el derecho del mundo a estar ahí y tienes que dejarlo muy claro. No te rindas.
Una última lágrima se desliza por mi mejilla y me la limpio con el papel higiénico.
—Gracias, Gabs.
Oigo que la puerta del cuarto de baño se abre y me apresuro a terminar la videollamada.
—Lo siento, tengo que irme —susurro—. Luego te mando un mensaje. Adiós.
Cuelgo y tiro el móvil dentro de la mochila como si estuviera a punto de explotar. Luego, entierro la cabeza entre las manos y cierro los ojos. Me vendría bien una siesta. Pero en vez de eso, salgo del cubículo y abro el grifo de un lavabo para remojarme la cara.
—Soy Bex Phillips —murmuro para mis adentros— y no puedes tratarme con esa condescendencia.
Lo digo otra vez, otra vez y otra vez. Cada vez que lo repito, me siento más fuerte, más valiente, más orgullosa. Solo espero que Malcolm se lo tome igual de bien que el espejo del lavabo.
Me seco los ojos hinchados con una toallita de papel, me estiro el cuello de la camisa y salgo del cuarto de baño.
—Soy Bex Phillips, joder —digo mientras camino por el pasillo en dirección a la oficina de Malcolm—. No me llamo Becky, ni «muñeca», ni «becaria». Soy Bex Phillips, joder. ¡Joder!
Para cuando llego a la puerta, estoy tan engorilada que podría derribarla de una patada, como Buffy, la cazavampiros. Llamo a la puerta mientras me repito mi propio nombre en silencio una y otra vez.
—Hola, Bex —dice una voz a mis espaldas. Me doy la vuelta y veo a Jane, que acaba de salir de su oficina—. ¿Qué haces?
—Tengo que hablar con Malcolm —digo, y llamo a la puerta de nuevo.
—Ah, ya se ha marchado a casa. Seguramente para trabajar en el guión del episodio 612.
Mierda.
Ella se percata de mi decepción y frunce el ceño.
—¿Te puedo ayudar?
Niego con la cabeza. Toda la valentía que corría por mis venas comienza a disolverse.
—Ven —me invita—, vamos al plató. Hoy se filma una escena muy divertida.
Solo con eso ya me animo. Pasar un día entero en Silver Falls es justo lo que necesito ahora. Al menos, ahí soy útil. Y puedo codearme con los actores y los directores, y ayudar a que el guión de Jane cobre vida.
—Por si te sirve de consuelo —dice Jane mientras caminamos—, creo que has aportado mucho esta mañana. No te rindas.
El corazón se me derrite.
—Gracias.
—No es nada. Esta industria es muy dura, tienes que aguantar muchos rechazos y no quiero que permitas que eso te desanime. A veces tienes que luchar para que te escuchen, sobre todo cuando eres la única mujer en una sala llena de hombres.
Sus palabras hacen eco en mi cabeza. A veces tienes que luchar para que te escuchen. Pero no soy una luchadora; en realidad, todos los indicios apuntan a lo contrario. Cuando tengo que enfrentarme a algo o a alguien, me arrugo, me derrumbo, lloro. ¿Cómo voy a luchar para que me escuchen si me quedo sin voz y me asusto como un conejo en cuanto hay un mínimo de tensión? Joder, si una de las razones por las que empecé a escribir fue para expresar todo lo que quería decir en alto y no podía.
Un momento. ¡Eso es! Tengo que luchar para que me escuchen con el arma más valiosa que tengo en mi arsenal: la escritura.
Voy a escribir un guión magnífico para el episodio 612. Si no puedo decirle a Malcolm quién soy, se lo voy a demostrar. Me aseguraré de que recuerde mi nombre.
Cuando llegamos al plató, comienzo a escribir ideas en el móvil mientras tomo notas para Jane y le sirvo zumos verdes a Archer. Ahora mismo, todo lo que sé del episodio en cuestión es lo siguiente: la cazadora va a ser una chica. Y le gustarán las chicas. Y ella y el personaje de Alyssa, Sasha, van a enamorarse.
8
EXT. BOSQUE DE SILVER FALLS. NOCHE.
Abrimos con un plano de las botas de Sasha mientras corre por el bosque. Se oyen motos a lo lejos: los cazadores la persiguen. La cámara se aleja para mostrar que Jonah, Sasha y Tom están huyendo juntos. Están sucios,