Valeria Armas

When she was Obsessed


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y nos mira a todos por encima del hombro. ¿No crees que sería lindo demostrar que no es hielo sino carne y hueso, y ahora vodka y no sé qué mierdas más?

      —No —digo de manera rotunda.

      —Qué aburrida te has vuelto, rubia —rechista Larry.

      Larry y yo llevamos a Loan hacia dos habitaciones contiguas del sanitario. Es pequeña y sencilla, parece un cuarto para huéspedes, pero es ideal para dejar al bello durmiente

      Mi amigo deja a Loann en la cama boca a arriba y luego estira los músculos de sus brazos y piernas tratando de relajarlos un poco. Luego, hace una mueca de desagrado al ver que yo tomo asiento a lado de Loann. Le lanzo un cojín desde mi posición y echa a reír.

      —¿Por qué te has enamorado tan profundamente de este idiota? —me cuestiona.

      Niego con la cabeza.

      —No lo sé. No sé cuándo pasó, solo sé que no quiero que le pase nada malo. Nunca jamás.

      —Puaj, yo no creo que merezca ese tipo de amor. Y menos de ti, rubia.

      Lo miro ceñuda.

      —¿Por qué lo odias tanto?

      —Parece que no recuerdas que en primaria me humilló.

      —Éramos unos niños —ladeo la cabeza.

      —Sí y él un maldito sabelotodo. Recuérdame que eres mi amiga o le patearé el culo ahora mismo.

      Le doy una sonrisa tierna para calmarlo.

      Larry niega con la cabeza y camina hacia la puerta de la habitación. Me coloco de pie en un instante en cuanto lo veo hacerlo, ¿acaso planea dejarme aquí sola con Loann?

      —¿A dónde vas? —cuestiono.

      Él ríe.

      —Iré a ver a Les, la dejé muy ebria también. No quiero que esos idiotas que tenemos por amigos quieran aprovecharse de ella.

      Me emociono interiormente porque no quiero que Larry lo note. No deseo que él piense que soy una amiga que no está de acuerdo con sus decisiones, o que planeo sabotearlo presentándole a una chica. Aun así, creo que Less es genial, y me encantaría que Larry se fije en ella

      Larry hace una señal de despedida y cierra la puerta de la habitación.

      Miro a Loann descansar. Sus largas y rizadas pestañas están más hermosas que nunca desde esa posición, y su boca se ve tan tierna con ese puchero, que me provoca lanzarme hacia sus brazos.

      Camino unos pasos y vuelvo a tomar asiento junto a él, luego me recuesto a su lado. Loann estira un brazo y este descansa sobre mi cuerpo. Me hielo, no quiero moverme —y también pesa demasiado, está aplastándome los senos ahora mismo—. Trato de zafarme del peso, pero en cuanto logro liberarme él gira y coloca una pierna sobre mi abdomen.

      Genial, es una jodida lombriz.

      ¿Lombriz helada? ¿Qué tal te va ese nuevo apodo, querido?

      Su cuerpo gira y se queda de costado frente a mí, muy cerca de mi cabello. Me muevo con conveniencia hacia él. Lo siento, no puedo evitarlo y, aunque huela terriblemente a alcohol, me encanta que esté aquí. Conmigo.

       —Hueles delicioso —susurra.

      Abro los ojos de par en par ¿qué es lo que acaba de decir?

      Aclaro la garganta. Ahora su mano envuelve mi torso.

      —Tu cabello es hermoso, es como el sol —pronuncia.

      ¿El cabello de Disney es como el sol?

      No. El cabello de Disney es color marrón rojizo.

      ¡Mi cabello es como el sol!

      Mis piernas vuelven a sentirse frágiles, pero esta vez acompañadas de una nueva sensación, un ligero hormigueo en mi bajo vientre.

      —Me gustan tus ojos. Hermosos ojos ¿grises?

      Mi corazón de desinfla.

      Tengo los ojos azules.

      —Y esos labios, dulces y rosados. Me vuelves loco —su mano se dirige hacia mi mejilla y en cuanto lo hace, alejo mi cuerpo de su cercanía. No quiero que me toque si está pensando en otra chica, no así. No de esta manera. Estoy enamorada de él, pero no me rebajaré solo por el pretexto de sentirlo cerca de mí. El amor no me hará sentir menos que nadie.

      Tomo asiento a su lado y respiro profundo para no llorar. No quiero hacerlo, no cuando he venido hasta aquí para exponer mis sentimientos y destapar mis emociones. No quiero llorar de esta forma tan humillante. Me rehúso a hacerlo.

      Y de repente, siento una cálida mano en mi brazo. Me hielo por milésima vez y giro el rostro hacia atrás. Loann me mira fijo y su rostro se ve mucho más hermoso con la luz tenue que ilumina la oscuridad de la habitación. Trago saliva, él no parece estar muy consciente, pero se ve mucho más repuesto de lo que ha estado hace dos minutos. Sus ojos amenazan con cerrarse, pero esta vez hablo para impedirlo.

      —No duermas, Loann. Necesito decirte algo.

      Sonríe, pero en poco tiempo se difumina.

      Golpeo la cama con un puño.

      ¿Por qué la vida no me concede una oportunidad para expresarme?

      Giro hacia Loann y lo encuentro con los ojos cerrados, durmiendo. Me recuesto muy cerca de él y cierro los ojos, pero en cuanto lo hago, tibias lágrimas de dispersan por mis mejillas.

      Diablos, no. No ahora.

      Y sollozo un poco con la nariz enterrada en las sabanas. Todo esto no ha servido de nada, todos mis intentos de encontrarlo terminaron cuando él decidió beber por Lilian. Mi corazón se hace pedazos al comprender la situación. Él está enfadado y dolido con ella por haberse ido de viaje, y es motivo suficiente para venir hasta aquí y tratar de olvidarse de ella. Yo jamás lograré tener ese impacto en Loann. Loann ama a Disney, esta noche lo he comprobado. Sollozo otra vez.

      Minutos después, mis lágrimas se detienen por unos dedos suaves que empiezan a quitarlas. Loann se ha despertado y esta vez tiene los ojos mucho más abiertos que antes, pero mi corazón ya no quiere esperanzarse. Coloco mi mano en sus ojos y le susurro:

      —Duerme, Loann.

      Pero él quita mi mano y la lleva hacia sus labios y hace lo siguiente que jamás pensé que haría. Besa la palma de mi mano.

      —Duerme, por favor —le ordeno.

      Y él asiente.

      Loann se reincorpora un poco y se mueve hacia mí, yo me quedo quieta muy quieta sin saber lo que hará y sin siquiera recordar cómo se respira. Me pellizco el brazo para comprobar si estoy soñando y efectivamente estoy despierta. Loann coloca sus manos a cada costado de mi cabeza y me observa fijo. Yo hago lo mismo. Permanecemos así por uno segundos eternos, uno segundos en los que compruebo que el corazón es aún más poderoso que cualquier pensamiento bastante justificado y razonable. Y es que no debería estar aquí, debería apartarlo como la primera vez, pero todo él me vence. Es como si aplacara mi voluntad y adormeciera mis sentidos.

      Su cuerpo es pesado sobre el mío, pero no es algo que me desagrade. Sus brazos se flexionan y se queda una distancia mínima de mi cuerpo. Inhala el perfume de mi cabello y, sin más preámbulo, me besa.

      Y lo hace bien.

      Sus labios se pegan a los míos un par de veces, al inicio son solo besos cortos que se detienen cada cinco segundos por nuestras miradas confundidas, luego se vuelve un beso continuo y suave, y pronto se transforma en algo ferviente. Con la desesperación de probar de la fruta prohibida que has añorado por largo tiempo.

      Su lengua empieza a sentirse en los bordes de mi boca y luego se enrosca con la mía. Mis ojos se abren cada cierto tiempo para comprobar que no estoy soñando y, al hacerlo, me encuentro con la oscuridad y el rostro de Loann pegado al mío mientras su boca me