tercera persona.
3. La proximidad entre el receptor y el autor y la relación entre el receptor y el héroe.
Con respecto al primer punto, Voloshinov afirma que, generalmente, están al lado uno del otro (autor y receptor) y es muy difícil encontrar en una obra artística a un autor que busque alejarse del receptor:21
El autor, el héroe y el receptor no se fusionan nunca en una unidad indiferenciada, sino que ocupan posiciones autónomas, son las “partes” pero no de un proceso, sino de un acontecimiento artístico, provisto de una estructura social específica, cuyo “proceso verbal” está constituido, precisamente, por la obra de arte. No resulta superfluo subrayar una vez más que el receptor del que hablamos es un participante inmanente del acontecimiento artístico y que determina desde el interior la forma de la obra de arte. Este receptor (al igual que el autor y el héroe) constituye un momento intrínseco necesario de la obra y no se confunde, en modo alguno, con lo que se llama “público”, ubicado fuera de la obra y cuyo gusto y exigencias artísticas pueden conscientemente ser tenidos en cuenta. (2013, 18)
Para la lectura de manuscritos con el prisma de la crítica genética, el aporte de Voloshinov ha servido para explicar contextos extraverbales a partir de los rasgos escritos hallados en los documentos de trabajo. Ahora bien, ¿la apreciación artística de los manuscritos es necesaria para que las obras adquieran el estatus de artísticas? Si la respuesta es afirmativa, se vislumbra un desdoblamiento en el arte donde al espectador o receptor se le adjudicaría un lugar tan importante como el del creador, a quien no se le endilgaría, de manera exclusiva, la creatividad y asuntos como los derechos de autor entrarían en crisis. Además, surgirían nuevas clasificaciones de apreciadores artísticos y corrientes, de modo que la crítica académica devendría subgénero.
La lectura creativa de la crítica genética
La lectura, operada por los geneticistas, de documentos muchas veces considerados como papeles intrascendentes y personales se aparta del psicologismo o del estudio de fuentes y la filología, pues el dosier genético se entiende como la representación de las tensiones y relaciones del contexto extraverbal de un proceso de escritura:
El hecho es que todo acto de conciencia, por menos distinto que fuese, no puede existir sin discurso interior, sin palabras y entonaciones (evaluaciones) y, por consiguiente, ya es un acto social, un acto de comunicación. La más íntima introspección ya es una tentativa de traducción a la lengua común, y de consideración del punto de vista del otro: por consiguiente, ya es un acto social, un acto de comunicación. La más íntima introspección ya es una tentativa de traducción a la lengua común, y de consideración del punto de vista del otro; esto quiere decir que incluye una orientación hacia el receptor potencial. Ese receptor puede ser simplemente el portador de las evaluaciones del grupo social al que pertenece el sujeto de la introspección. Bajo esta relación, la conciencia, en la medida en que no nos separemos de su contenido, no es ya un fenómeno meramente psicológico, sino, ante todo, un fenómeno ideológico, el producto de una relación de comunicación social. (Voloshinov 2013, 19)
Cualquier acto que implique el uso de palabras es social y, por lo tanto, susceptible de analizarse a partir de las observaciones de Voloshinov, las cuales brindan herramientas para detectar las fuerzas sociales presentes en el nacimiento de la expresión artística cuyas huellas se diseminan en el proceso de creación. Así, resulta insoslayable el peso conjetural de los trabajos indiciales y su alto grado de aleatoriedad, siempre controversial. Lo que se interpreta como residual y marginal, tomado tan en cuenta por el geneticista, es el resultado de una decisión tomada por el investigador, pues él clasifica los elementos en centrales y excéntricos de modo que la reconstrucción de un proceso de escritura y las ediciones genéticas son la huella de una lectura hecha por el estudioso.
La crítica genética considera a la edición de manuscritos, su transcripción y puesta en circulación como una operación crítica y una responsabilidad hermenéutica que exige resguardar el grado de indeterminación necesario en lugar de presentarse como una lectura definitiva que develaría la verdad oculta en los manuscritos.
Esa conciencia de aleatoriedad también está presente entre los exponentes más renombrados de la crítica genética; Contat, por ejemplo, afirma que un protocolo de lectura nunca ha sido el objetivo de las investigaciones geneticistas pues ello conduciría a afirmar que existe una lectura legítima. La crítica genética brinda la posibilidad de unas interpretaciones creativas (Amícola 1996, 21) subsiguientes a la interpretación hechas desde el momento en que se efectúan el relevamiento y la transcripción. La creatividad como una característica propia del artista se extiende hacia diferentes instancias del hecho artístico.
Notas
4 Esta perspectiva coadyuva a consolidar la figura del autor; incorpora ficciones jurídicas como los derechos o copyright, adjudicándole al escribiente la propiedad de lo que escribe para que así obtenga réditos económicos emanados de la reproducción material de su artificio. De modo que el lector compra un libro como objeto y adquiere el derecho a leer lo que hay en él, pero no se adueña de la forma en que están ordenadas las palabras, es decir, del enunciado.
5 Como se verá más adelante, la noción de que los papeles pre-redaccionales y manuscritos son pasos para llegar al libro editado se derrumba.
6 Se utiliza el sintagma geneticista y no genetista pues el segundo está afiliado a la ciencia biológica cuyo objeto de estudio son los genes, la cual se inscribe en la ciencia moderna.
7 Un caso que remeció al establecimiento literario fue Agustín Fernández Mallo frente a María Kodama: el español Fernández intituló una colección de cuentos El hacedor (de Borges), remake; la viuda lo demandó y ganó el pleito, por lo que Alfaguara —editora del libro de Mallo—, debió retirar los ejemplares de todas las librerías.
8 En este libro se toma la noción de escritor, pues no se busca analizar la institución como persona jurídica de quien escribió.
9 Derrida afirma que escoge la palabra iterabilidad porque contiene la repetición, reproducción y alteración.
10 Goldchluk afirma que “este sutil desplazamiento comienza por cuestionar la autoridad del escritor, ya que permite indagar en el conjunto de su producción escrita y no en la que fuera seleccionada como el total acabado de su obra” (2013, 4).
11 Marín propone una serie de fases en la escritura: En la primera, “la pulsión de escribir se mezcla con la memoria”; en la segunda hay una “transmisión de las informaciones seleccionadas” y, en la tercera y última, “esas elecciones y esas decisiones tomadas son las que van transformando y delimitando la labor” […] constituyendo así lo que se ha dado en llamar la “constelación de la escritura”, es decir, el conjunto de factores que participan de ella y que el crítico no debe, bajo ningún concepto, soslayar” (2013, 4). Asimismo, propone una metamorfosis en donde la primera etapa corresponde a un scripteur mientras que en la última ya estamos haciendo referencia a un autor. Por su parte, Lois escribe que la crítica genética se centra “en el análisis de las opciones que va haciendo un autor en el proceso de producción de sentido de su obra” (2001, 71), con lo cual concluyo que su objeto es la metamorfosis dada por el proceso de escritura, escindiéndolo de la identidad de quien escribe.
12 “Estas ediciones cumplen con el objetivo central de los geneticistas: desplazar la atención desde lo escrito hacia la escritura, desde el producto hacia el proceso” (Lois 2001, 11)
13 “Es indudable, también, que toda producción literaria surge dentro del contexto histórico preciso; integra ese espacio complejo que Foucault ha denominado ‘formación discursiva’, y en el interior de una formación discursiva la escritura se correlaciona con las ‘formaciones sociales’. La búsqueda de ‘marcas de correlación’ será, en consecuencia, la primera tarea que debe plantearse el estudio de procesos escriturales” (Lois 2001, 88).
14 El proceso de desvanecimiento del contexto