Joan Martínez Alier

El ecologismo de los pobres


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economía (la economía de un «mundo lleno» de personas, para usar la terminología de Herman Daly) está incrustada en las instituciones sociales, y en la percepción social de los flujos físicos y de los impactos ambientales. La relación entre la naturaleza y la sociedad es histórica en dos sentidos. Primero, la historia humana se desarrolla en el contexto de circunstancias naturales, pero la historia humana también modifica a la naturaleza. Segundo, la percepción de la relación entre los humanos y la naturaleza ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Por ejemplo, las leyes de la termodinámica no fueron enunciadas o establecidas hasta 1840-1850. La conexión entre la termodinámica y la evolución no se trazó hasta la década de 1880. La Economía Ecológica debe estar consciente de estos aspectos históricos a pesar de su renuencia, la cual comparto, a ver a la naturaleza como una «construcción social».

      La Economía Ecológica a veces es concebida equivocadamente como el intento de dar valores monetarios a los recursos y a los servicios ambientales. Esto sólo es parte de una tarea más amplia, que es crucial para un tema principal de este libro: las relaciones entre los conflictos ecológicos distributivos y los diversos lenguajes de valoración. Para ofrecer un ejemplo de valoración en un contexto no ambiental: las empresas y el gobierno alemanes acordaron en 1999 compensar a los sobrevivientes del trabajo forzado en época nazi (después de 55 años) pagando 5,2 mil millones de US$. Un evento puede ser juzgado según diversos criterios o escalas de valor. Podemos decir: fue un acto inhumano usar esa mano de obra esclava, y además la compensación es demasiado barata. Pero se puede decir también que ninguna compensación «real» es posible, aunque 5,2 mil millones de US$ es razonable como valor mone­tario (teniendo en cuenta además que la mayoría de los afectados ya están muertos). La compensación monetaria en ningún caso significa que las empresas y los estados puedan usar mano de obra esclava si pagan después una compensación, cuando sean descubiertos. Uno puede decir, en conclusión, que el sacrificio humano que tuvo lugar no se puede evaluar sólo en términos monetarios.

      La Economía Ecológica es un campo de estudios transdisciplinario recientemente establecido, que ve a la economía como un subsistema de un ecosistema físico global y finito. Los economistas ecológicos cuestionan la sustentabilidad de la economía debido a sus impactos ambientales y a sus demandas energéticas y de materiales, y también debido al crecimiento de la población. Los intentos de asignar valores monetarios a los servicios y a las pérdidas ambientales, y los intentos de corregir la contabilidad macro económica, forman parte de la Economía Ecológica, pero su aportación y eje principal es, más bien, el desarrollo de indicadores e índices físicos de (in)sustentabi­lidad, examinando la economía en términos del «metabolismo social». Los economistas ecológicos también trabajan sobre la relación entre los derechos de propiedad y la gestión de recursos naturales, modelan las interacciones entre la economía y el medio ambiente, utilizan herramientas de gestión como la evaluación ambiental integrada y evaluaciones multicriteriales para la toma de decisiones, y proponen nuevos instrumentos de política ambiental.

      El libro que salió de la primera conferencia mundial de economistas ecológicos en Washington, D. C. en 1990 (Costanza, 1991) definió el campo como «la ciencia y gestión de la sustentabilidad». A finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, el biólogo y planificador urbano Patrick Geddes, el revolucionario «narodnik» y médico Sergei Podolinsky, y el ingeniero y reformista social Josef Popper-Lynkeus, intentaron sin éxito promover una visión bio­fí­sica de la economía como un subsistema metido en un sistema mayor sujeto a las leyes de la termodinámica (Martínez Alier y Schlüpman, 1987). Para 1850 o 1860 se había descubierto el ciclo del carbono y los ciclos de los nutrientes de las plantas, en tanto se habían establecido la primera y segunda ley de la termodinámica (la conservación y transformación de la energía, pero también la disipación de la energía y el incremento de entropía). El conflicto inventado entre la teoría «optimista» de la evolución que explicaba la diversidad de la vida y la «pesimista» segunda ley de la termodinámica, constituyó un elemento importante de la dieta cultural a inicios del siglo XX. Por lo tanto, los insumos principales de una visión ecológica de la economía existían mucho antes del nacimiento de una Economía Ecológica consciente de sí misma. Este retraso se explica por la estricta frontera entre las ciencias naturales y sociales.

      El biólogo y ecólogo de sistemas, Alfred Lotka, nacido en 1880, introdujo entre los años 1910 e inicios de 1920, la distinción fundamental entre el uso endosomático y el uso exosomático de la energía por parte de los humanos, o en otras palabras, entre el «biometabolismo» y el «tecnometabolismo». El premio Nobel de Química, Frederick Soddy, nacido en 1877, quien también escribió sobre energía y economía, comparó la «riqueza real» que crece al ritmo de la naturaleza, y se agota si se transforma en capital manufacturado, con la «riqueza virtual» en forma de deudas que aparentemente podían crecer exponencialmente para siempre a tasas de interés compuesto. Más tarde, cuatro economistas reconocidos, que todavía no formaban una escuela, serán vistos en retrospectiva como economistas ecológicos: Kenneth Boulding, nacido en 1910, que trabajó principalmente en el análisis de sistemas; K. W. Kapp, también nacido en 1910, y S. von Ciriacy-Wantrup, quien nació en 1906, los dos fueron economistas institucionalistas; Nicholas Georgescu-Roegen nació en 1906 y fue el autor de La Ley de la Entropía y el Proceso Económico (1971). El ecólogo de sistemas H. T. Odum (1924-2002) estudió el uso de la energía en la economía: algunos de sus ex alumnos fueron del grupo fundador de la Sociedad Internacional de la Economía Ecológica. Otras fuentes de la Economía Ecológica se encuentran en la economía ambiental y de recursos naturales (es decir, la microeconomía aplicada a la contaminación ambiental y el agotamiento de los recursos naturales), en la ecología humana, la antropología ecológica, la ecología urbana y también en el estudio del «metabolismo industrial» como fue desarrollado por Robert Ayres, ahora conocido como la ecología industrial.

      Tras una influyente reunión organizada en Suecia en 1982 por la ecóloga Ann Mari Jansson sobre la integración de la economía y la ecología (Jansson, 1984), se tomó la decisión de lanzar la revista Economía Ecológica y fundar la Sociedad Internacional para la Economía Ecológica (ISEE, en sus siglas en inglés) durante un taller en Barcelona en 1987, el mismo año en que se publicó el Informe Brundtland sobre el «desarrollo sostenible». Herman Daly (un ex alumno de Georgescu-Roegen, el más conocido economista ecológico de hoy) propone que la palabra «desarrollo» debe significar cambios en la estructura económica y social, mientras «crecimiento» significa un incremento en la escala de la economía que probablemente no se puede sostener ecológicamente. Por eso el «desarrollo sostenible» es aceptado por la mayoría de los economistas ecológicos mientras el «crecimiento sostenible» no lo es (Daly y Cobb, 1994). Desde mi punto de vista, «desarrollo» es una palabra que tiene una fuerte connotación de crecimiento económico y de modernización uniforme. Es preferible dejarla de lado y hablar solamente de «sustentabilidad».

      En ese mismo año de 1987 apareció el primer libro titulado Economía Ecológica (Martínez Alier y Schlüpmann, 1987) y bajo el mismo título se publicó, a cargo de Daly y Costanza, un número monográfico de Ecological Modelling. El primer número de la exitosa revista académica Ecological Eco­nomics se publicó en 1989, y fue dirigida desde esa fecha por el ecólogo Robert Costanza, quien fue además el primer presidente de la ISEE. La ISEE cuenta con sociedades afiliadas en Argentina y Uruguay, Australia, Nueva Zelanda, Brasil, Canadá, la Unión Europea, India y Rusia. Fuera de Estados Unidos y Europa, la «escuela de entropía» japonesa, (Tamanoi et al., 1984) estudió los servicios ambientales proporcionados por el ciclo hídrico, y también el ecosistema urbano de Edo, el antiguo nombre de la capital de Japón. En India, varios economistas y biólogos (Madhav Gadgil) vienen realizando trabajos desde los años setenta sobre la relación entre el manejo forestal o del agua y los derechos de propiedad comunitarios (Jodha, 1986, 2001), que es ahora un área importante de interés tanto para la Economía Ecológica como para la Ecología Política (Berkes y Folke, 1998). Otros economistas ecológicos europeos de los años setenta y ochenta cuya obra principal no se publicó inicialmente en inglés fueron, en Francia, René Passet (1979, 1996) e Ignacy Sachs, quien propuso a inicios de los años setenta la idea del «ecodesarrollo»; Roefie Hueting (1980) en Holanda, Christian Leipert (1989) en Alemania; José-Manuel Naredo en España. (Para una introducción general: Costanza et al. (eds.), 1997;